“La Semana Santa tenemos que vivirla dentro de nosotros mismos, aquí y ahora, en la Gran Obra. Esta es la más Santa de todas las semanas, porque es la semana en la que tiene uno que vivir el Drama Cósmico”. Samael Aun Weor.
Los espectadores del drama, inconscientemente, pasaban a formar parte de la escena… Era su amigo, su bienhechor, su creador, su salvador… El padecía los tormentos por la salvación de ellos… ¡Todos sus pecados recaían sobre él y por sus latigazos ellos se salvaban! Abusaban de él y lo afligían y él no abría su boca. La majestad de su silencio (mientras los ministros de un Dios ofendido lo clavaban de manos y pies en el Monte Cáucaso), sólo podía ser comparada con la modestia con que él relataba, mientras colgaba con las manos extendidas en forma de cruz, sus servicios a la humanidad, que en pago le daba tan terrible crucifixión.
Estas palabras de T.W. Daone, tomadas en parte del original, nos hace recordar muchos detalles de la crucifixión de Jesús el gran Kabir, el Cristo. Sin embargo, se refieren a la muerte del héroe griego Prometeo, y si no hubiera sido escrita por Esquilo en su inmortal obra de teatro, 500 años antes de Jesucristo, podría considerase como una copia de las representaciones de la “Muerte y Pasión” que conocemos por la Historia Sagrada o por las películas que vemos en las fechas de Semana Santa en los cines del barrio o la televisión.
Otro “Salvador Crucificado” fue, en América, Bacab. Los sacerdotes españoles que llegaron al nuevo mundo se quedaron pasmados al hallar crucifijos entre los indios y en sus altares la cruz. Cuando se les inquirió por el origen de ellos (los crucifijos), dijeron que se trataba de Bacab, el hijo de Dios , quien había sido colocado en una viga de madera con los brazos abiertos y así había muerto. En los Códices Borgia y Vaticano, hay representaciones de Bacab con los brazos extendidos y con los pies y manos agujereadas.
Estudiosos de las religiones comparadas, han hallado más de 48 “historias” bastante semejantes a la de Jesucristo, referentes a personajes sagrados de la antigüedad, en su mayoría anteriores a Jesús de Nazareth. La Antropología Gnóstica nos enseña que si no cerramos los ojos ante los hechos, podemos afirmar que la vida de Jesús, tal como la conocemos hoy, es a la vez historia y símbolo, entremezclados para darnos una enseñanza: la del hombre fusionándose a la misma Divinidad; el Padre, a través del desarrollo de los siete grados de Poder de INRI, el Fuego o Fohat luminoso y purificador de la naturaleza mundana del ser humano, es decir, en palabras del propio Jesús: “Así como Moisés (un Iniciado) levantó la Serpiente (el Kundalini) sobre la Vara (la columna vertebral) en el desierto (la Vida), es necesario que el Hijo del Hombre (el Cristo Intimo) sea levantado”.
La Gnosis explica que esta Inteligencia Cósmica, esta Energía Divina, se manifiesta y es representada a través del Sol, nuestra fuente de luz y vida.
Conforme al Mito Solar, desde el Nacimiento de Jesús o Navidad, celebrado el 25 de diciembre (cerca del Solsticio de Invierno), cuando la Tierra está más lejos del Sol y este aparece al horizonte como “recién nacido”, hasta su muerte y pasión, conmemorada precisamente durante el Equinoccio de Primavera, cuando la Tierra está más cerca del Sol y este parece haber resucitado y estar en su esplendor; Así pues, la figura de “Nuestro Señor Jesucristo el Sol”, como rezaban los primeros Cristianos, está ligada al Astro Rey.
Los siete días de la Semana Santa son los mismos siete días del Génesis, porque los dos hacen referencia a la creación del Hijo del Hombre, El Cristo, en cada uno de nos.
De acuerdo con el Drama Cósmico, en las mismas fechas del Equinoccio de Primavera, se lloraba la muerte de Tammuz en Babilonia y Siria; de Adonis en Grecia y Siria y de Attis en Frigia (hoy Turquía), cuya efigie era “como un hombre clavado con cordero a sus pies”. En todos estos casos, al culto de la muerte sucedían inmediatamente los regocijos de la Resurrección.
También es interesante que el ayuno, la Cuaresma moderna, (que debe ser posterior a la muerte en el Equinoccio Primaveral) se encuentre en México, Egipto, Persia, Babilonia, Asiria, Asia Menor; y en algunos casos, definidamente por cuarenta días.
Como afirma la escritora Teosófica Annie Besant: “Estas tradiciones solares, siempre repetidas a través de los siglos, no pueden quedar inadvertidas para el hombre estudioso, aunque las ignore, como es natural, el simple devoto; y cuando se les emplea como arma para mutilar o destruir la majestuosa figura de Cristo, hay que hacerles frente, no para negar los hechos sino para comprender el significado mas profundo de las narraciones: las verdades espirituales que las leyendas expresan bajo su velo”.
El Kalki Avatara de la Era de Acuario afirma que: “Ante todo es necesario comprender a fondo lo que es realmente el Cristo Cósmico. Urge saber, en nombre de la verdad, que el Cristo no es algo meramente histórico”
“Cuando estudiamos a Quetzalcoatl, descubrimos en él, el mismo Drama Cósmico de Jeshuá Ben Pandirá, Jesús el Cristo. Quetzalcoatl, cargando la cruz a cuestas, nos recuerda precisamente, al martir del calvario”
Por: César Owen /España
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