La desencarnación

Contenido:
Introducción
La chispa divina
El Eterno retorno
La duración de la vida
El estado intermedio
Los cuerpos lunares y el astral

Introducción

De acuerdo con los estudios gnósticos, existen tres clases de muerte:

Muerte física o desencarnación
Muerte segunda
Muerte mística

En esta entrada, estudiaremos únicamente el fenómeno de la muerte física o desencarnación. La muerte física es el cese de las funciones vitales del organismo, el fin de la vida o extinción del proceso homeostático de un organismo. Es claro que, la homestasis es una característica propia de un organismo vivo. Esta le permite mantener un ambiente interno en condiciones estables y constantes.

Son sinónimos de la muerte física: defunción, fallecimiento, separación del alma y el cuerpo y, más propiamente, en términos esotéricos: desencarnación.

Particularmente, en el caso del significado tradicional para la muerte, como separación del cuerpo y el alma, algunos también la explican como separación del cuerpo y el espíritu. En ambos sentidos, es importante aclarar que en el Gnosticismo Universal cada término tiene uno y un solo significado. Es así, como alma y espíritu no son lo mismo y que ambos principios anímicos y espirituales no necesariamente están presentes en las máquinas humanas, es decir, en la mayoría de seres humanos que pueblan la Tierra.

La chispa divina

La Psicología Gnóstica, enseña que los animales intelectuales, falsamente llamados hombres, las multitudes que integran el género humano actual, no poseemos Alma, somos desalmados. Aunque sacuda fuertemente, de lugar a discusiones interminables y sea motivo de polémica, los hechos evidencian el porqué de esta afirmación. Basta repasar las páginas negras de la negra historia: las guerras, las invasiones y conquistas de imperios sobre pueblos indefensos o menos poderosos, la esclavitud, la explotación del hombre por el hombre, la miseria humana, el genocidio, las masacres, los sueldos de hambre, las drogas, la violencia, la impunidad, la corrupción, los siete pecados capitales y tantas manifestaciones indeseables del ser humano actual, que se sintetizan en el Ego, el yo psicológico.

La divina Gnosis explica que, afortunadamente, el ser humano sin Alma, posee un material psíquico fundamental, una chispa divina: el budhata o Esencia maravillosa. La sumatoria de valores positivos que el ser humano posee en forma innata. La suma de virtudes, lo mejor de uno mismo está en la Esencia.

Es así, como la muerte física o desencarnación, es en realidad, una separación definitiva del cuerpo físico y la Esencia maravillosa. De esta manera, el cuerpo físico de la mayoría de personas, es mortal invariablemente y el budhata, es inmortal. Existe la inmortalidad de la Esencia, pero también algunos seres supra trascendidos, logran vencer a la muerte y alcanzan la inmortalidad del cuerpo físico, es decir, la auténtica Resurrección.

Pero, en términos metafísicos qué es lo que sucede para que ocurra la desencarnación. Como ocurre el fenómeno de la defunción. Es verdad que una sola vida tenemos o tendremos muchas vidas y muchos encuentros con la muerte.

El Eterno retorno

En el libro de los libros la Biblia hebrea, se encuentra el libro de Eclesiastés. Ahí se encuentra un texto maravilloso, que bien vale la pena leer y releer: Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece. Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después. (Ec 1:4-11).

Es indudable que el tiempo no es lineal, sino redondo y que todo se repite: se repiten los días y las noches, los días de la semana, los meses del año, cada una de las cuatro estaciones, las fases de la Luna. Cada cierto tiempo inicia un nuevo año, la época de lluvias y la temporada seca. También cada cierto tiempo retornan los cometas, De la misma manera, aparece la vida, después de la muerte en incesante ciclo.

En Eclesiastés, se lee también: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado… (Ec 3: 1-2).

El Kalki Avatar, Samael Aun Weor, en el capítulo del signo zodiacal de Cáncer, de su obra: “Tratado Esotérico de Astrología Hermética», explica lo siguiente: El sagrado Raskoarno (muerte), está lleno de profunda belleza interior. Sólo conoce la verdad sobre la muerte, el que ha experimentado en forma directa, su honda significación (…) Los extremos se tocan. La muerte y la concepción se encuentran íntimamente unidas. La senda de la vida está formada con las huellas de los cascos del caballo de la muerte.

La vida existe como continuación de la muerte. Los seres humanos, no tienen una sola existencia. “No hay nada nuevo bajo el Sol”. Por esa razón en el Evangelio de Mateo se encuentra el siguiente versículo: “”Y si quieren recibirlo, él es aquel Elías de que había venir. El que tiene oídos para oír, oiga”. (Mt 11:14-15). Versículo que hace clara alusión al texto de Malaquías: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”.

Mucho se ha escrito acerca de la Metempsicosis o Transmigración de las chispas divinas, desde Krishna y Pitágoras. Muchos estudiosos, han descubieerto que hay diversas evidencias que apuntan a que también los antiguos judíos tenian certeza del principio del Eterno Retorno de la Esencia. De ahí que aparezcan datos interesantes, como la pregunta que hicieron los apóstoles a Jesús: “Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»”.(Jn 9:1-2).

Muchos son los testimonios a lo largo de la historia para este fenómeno de la Naturaleza. Escritores como el psiquiatra norteamericano Brian Weiss, en obras como: “Muchas vidas, muchos maestros», «A través del tiempo», «Los mensajes de los sabios», entre otras, han ejemplificado de muchas maneras el la transmigración de la Esencia. Weiss, ha escrito innumerables relatos de sus pacientes y, particularmente, en su obra: “Lazos de amor”, cita interesantes frases relativas al tema, escritas por pensadores extraordinarios, como Goethe, Kahlil Gibran, Carl Jung el gran psicólogo gnóstico, Albert Schweitzer, Víctor Hugo, John Milton, Walt Whitman, Nietsche y muchos más.

Entre las múltiples citas, transcribimos aquí una muy interesante de Marco Tulio Cicerón: “Una prueba fehaciente de que los hombres conocen la mayoría de las cosas antes de nacer es el hecho de que cuando son simples niños llegan a entender innumerables fenómenos con tal rapidez que es evidente que no los están comprendiendo por primera vez, sino que los recuerdan, los traen a la memoria…”.

Asimismo esta otra frase de Tolstoi: “Qué interesante sería escribir la historia de las experiencias en esta vida de un hombre que se suicidó en su vida anterior; cómo tropieza ahora con las mismas exigencias que se le habían presentado anteriormente, hasta que llega a comprender que debe satisfacerlas… Los hechos de una vida previa encauzan la vida presente”.

La duración de la vida

El Gnosticismo Universal enseña que existen diversas causas para la existencia y por ende para muerte. Existen causas que se encuentran en el mundo físico o tridimensional, causas metafísicas y causas kármicas. Es indudable que los forenses tienen gran capacidad para explicar las causas físicas que dieron como resultado la desencarnación de un difunto. No podemos negar, que la enfermedad, el deterioro del cuerpo, el homicidio, el asesinato, el suicidio y los accidentes se esconden detrás de muchas defunciones. Pero es indudable que en el campo de las causas metafísicas de la muerte, se encuentra muchas veces, el deseo escondido de dejar de vivir en el mundo físico.

La sabiduría oculta enseña que la inteligencia de la Naturaleza desposta en cada uno de los seres humanos, determinado capital energético o valores cósmicos. En diferentes escuelas esotéricas, estos valores vitales, se denominan: Bobbin Kandelnost. Al agotarse el capital cósmico, es lógico que sobrevenga la desencarnación o muerte del cuerpo físico. Es claro que, la duración de la vida, dependerá en gran medida del ahorro, la sabia utilización o el derroche de los valores vitales por cada persona.

Otro tipo de causas para que ocurra la desencarnación se relacionan con las leyes de acción y de reacción o con el principio de causa y efecto: Más específicamente, en lenguaje esotérico, se relaciona con la Ley del Karma y la Ley de Recurrencia. Nuestra vida actual, es en gran medida, una repetición de nuestra vida pasada, más sus consecuencias. Muchas razones ocultas de la muerte de una persona, ya sea por una enfermedad grave o porque falleció trágicamente, se encuentran en la Ley del Karma.

El estado intermedio

El principio de correspondencia del hermetismo, explica que “tal como es arriba, es abajo”. De acuerdo con este aforismo maravilloso, podemos explicar, que así como entre el día y la noche, existe el crepúsculo, la fase declinante del final del día, antes de iniciar la noche. Que así como ocurre el proceso del anochecer, ese período en que empieza a disminuir la luz del día, para dar lugar a la noche; también existe el período intermedio entre la vida y la muerte.

En la página 10 de la versión del Libro Tibetano de los Muertos de Stephen Hodge y Martin Boord, publicada en castellano por Ediciones B en Barcelona en el año 2000, encontramos la siguiente explicación: Cada día de la vida está lleno de comienzos y finales. En cuanto transcurre un momento, otro viene a ocupar su lugar. Al despertar por la mañana, nos levantamos y realizamos nuestras actividades cotidianas: nos lavamos, nos vestimos, tomamos el desayuno, etcétera. Nada permanece inmóvil. El movimiento y el cambio son la esencia misma de la vida. Sin embargo, nuestra tendencia habitual es pensar que todo es sólido e inmutable. Deseamos creer que todo lo que vemos es real y permanente aunque nuestra experiencia diaria nos demuestre que nada es inalterable y que nada dura para siempre. De hecho todo cuanto nos rodea se va desmoronando constantemente y se requiere un gran esfuerzo por nuestra parte para conservarlo. Lo que sucede durante dicho proceso de cambio es el gran misterio (… ) La fase llamada «estado intermedio» (bardo en tibetano) es precisamente ese momento de cambio que se produce al final de una fase y al comienzo de la siguiente. Es el estado mismo del fluir, el único que podemos calificar de «real ».

Más adelante, se explica en la página 11 del libro citado que: Para quien llega a comprender este fenómeno y desarrolla la capacidad de ponerlo en práctica, las problemáticas incertidumbres de la vida resultan tan triviales como el bardo de vestirse por la mañana. Entre el momento de despertar y el acto de vestirse uno debe decidir qué ropa ponerse. Eso es todo. No tiene por qué ser un problema. De igual modo, entre cualquier acontecimiento y nuestra reacción frente a él, existe un espacio intermedio que ofrece distintas opciones a quien es capaz de verlas. No estamos obligados a actuar según la costumbre o el prejuicio. El estado intermedio ofrece la posibilidad de obrar de manera distinta a quien ha aprendido a reconocerlo.

En el Bardo Thodol o libro tibetano de los muertos, atribuido a Padmasambhava, en relación con el estado intermedio, se lee lo siguiente: «ahora que tu respiración casi ha cesado, he aquí que ha llegado para ti el momento de buscar una vía, ya que la luz fundamental que aparece en el primer estado intermedio va a aparecer. Ya tu Lama te había mostrado esa luz, la Verdad en Sí (Dharmata) vacía y desnuda, como el espacio sin límites y sin centro, lúcido; es el espíritu virgen y sin mácula. Ha llegado el momento de reconocerlo. Permanece, pues, así en ella. Yo también te la haré descubrir».

El esoterismo gnóstico enseña que durante ese estado intermedio, ocurrirán dos retrospecciones. La primera es la proyección de toda nuestra vida, en forma instantánea, momentos antes del cese de las funciones vitales. La vida pasa ante la mente de quienes están a punto de desencarnar, como una película en alta velocidad. Muchas personas que han sufrido accidentes automovilísticos serios o golpizas inclementes de malhechores, cuentan de este tipo de experiencias.

Posteriormente a la primera, viene una segunda retrospección. En la conferencia titulada: «La fiesta de los muertos», el Avatara de la Era de Acuario, Samael Aun Weor, explica que: después de que uno ha dejado el cuerpo, la Naturaleza tiene múltiples medios, sistemas, para hacernos regresar o reincorporar, y nosotros debemos comprenderlo. Ante todo, no está de más que ustedes sepan que después de la muerte, debemos revisar la vida que acaba de pasar. Empezaremos por el último instante, por aquel que precedió a nuestra agonía. Tendremos tendencia a vivir en la misma casa donde morimos, a recorrer por las mismas calles por donde otrora caminábamos. En una palabra, queremos recoger nuestros pasos; los vamos recogiendo conforme vamos reviviendo las distintas edades de la existencia que acaba de pasar.

Es claro que esta retrospección no es meramente intelectiva; uno vuelve a vivenciar después de la muerte todos los hechos, todos los sucesos, todos los acontecimientos de la vida que pasó, y, conforme los va reviviendo, va asumiendo también el aspecto que tuvo en cada una de sus edades. Si murió anciano, se verá viejo, y después se verá convertido en el sujeto maduro y luego, en el joven, y después en el adolescente… y, por último, en el niño. Revivirá así toda su existencia con el propósito de arreglar cuentas, de hacer un balance sobre sus buenas y malas obras.

Más adelante explica que: Así, pues, toda la existencia que pasó viene a quedar reducida a números, a sumas de buenas y malas acciones. Obviamente, al terminar la retrospección, después de que nuestro propio Ser ha hecho el balance, el inventario de, dijéramos, nuestras buenas y malas acciones, los señores del Karma harán justicia y determinarán la existencia que nos aguarda en un futuro…

Los cuerpos lunares y el astral

La muerte física o desencarnación, no es solamente el cese de las funciones físicas del cuerpo. Tampoco es la separación parcial de la Esencia y del cuerpo físico. La Esencia maravillosa, se encuentra en los mundos superiores, en las dimensiones superiores del espacio y está envuelta entre el Ego y los cuerpos lunares.

Los cuerpos lunares, son los mismos que los que la literatura ocultista denomina cuerpos superiores o cuerpos espirituales. Los yogas de la India, los teósofos y otros esoteristas han hablado, entre otros, del cuerpo astral. En la Biblia, se establecen diferencias entre el cuerpo, el alma y el espíritu. “y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible…” (1 Ts 5:23). “Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (1 Co 15:44).

La anatomía oculta, enseña que el animal intelectual, falsamente llamado hombre, no posee cuerpos superiores o cuerpos espirituales. Únicamente, posee cuerpos fantasmales o lunares. Los cuerpos lunares, son el cuerpo etérico o cuerpo de la vitalidad, el fantasma de cuerpo astral o cuerpo de deseos, el fantasma de cuerpo mental y el cuerpo lunar causal. Ya hemos explicado que la humanidad actual, no posee Alma y la Esencia maravillosa, se encuentra divorciada del Espíritu, de su dios Íntimo, de su propio Real Ser Interior.

En un ser humano que disfruta de la vida, la Esencia maravillosa, el Ego y los cuerpos lunares, se encuentran unidos al cuerpo físico, mediante el hilo de la vida, conocido en ocultismo, como el cordón plateado o Antakarana. El hilo de la vida une los valores con el cuerpo físico, en forma similar al cordón umbilical dentro del vientre materno, que une al feto con su madre.

La separación temporal del cuerpo y los valores ocurre frecuentemente en vida de los seres humanos durante las horas del sueño reparador del cuerpo físico. Al acostarnos a dormir, la Esencia, el ego y los cuerpos lunares, se desprenden del cuerpo y al día siguiente, la persona dice: “anoche tuve un sueño”. Muchos sueños que les ocurren a las personas mientras su cuerpo físico duerme, son los famosos viajes astrales, pero en este caso, los realiza la persona con la conciencia dormida y por eso no puede reconocer el más allá, el mundo de los vivos y de los muertos o mundo astral.

En este tipo de separación temporal del cuerpo físico y los valores anímicos y espirituales, se encuentran los famosos fenómenos denominados de “vida después de la vida”. Las “resurrecciones” que ocurren en el quirófano y los fenómenos de catalepsia, también pertenecen a esta categoría. Incluso en este tipo de fenómenos, se encuentran las “resurrecciones milagrosas” como las que realizaron Elías y Jesús de Nazaret. Este tipo de resurrecciones no tienen nada que ver con la auténtica Resurrección o inmortalidad del cuerpo físico propia de hombres y mujeres auténticos, seres auto realizados totalmente. En todos estos fenómenos, no ha ocurrido el corte del hilo de la vida. Una vez cortado el cordón plateado, es imposible volver a conectar la Esencia con el cuerpo. La verdadera desencarnación ocurre cuando se corta el Antakarana por un Ángel de la Muerte.

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