La ciencia de las predicciones (segunda parte)

¿Por qué se acierta o se yerra?

Desde los antiguos tiempos han existido los adivinos y profetas, las profecías y pronósticos, los oráculos y los diversos métodos de predicción. Pero a la par, también hemos visto aciertos y yerros en lo que se ha predicho, y por eso nos preguntamos: ¿Por qué se acierta o se yerra?

Hoy en día, en que los paranoicos y enajenados mentales, los estafadores y embaucadores, pseudo -videntes y pseudo-profetas abundan como la mala hierba, y aparecen en televisión llenando la página de sucesos policiales por estafa, o convirtiéndose en el hazmereír del público televidente, radioyente, etc., se hace urgente responder a esta pregunta. Veamos algunas anécdotas que nos
permitirán ilustrar este punto.

Todo general romano, al llegar de alguna empresa fuera de Roma, debía licenciar su ejército en las orillas del río Rubicón, so pena de ser llamado traidor y condenado a muerte. Cuando César avanzaba sobre Roma con la decisión de desobedecer la ley y apoderarse de Roma, al llegar a las márgenes del río se detuvo, un paso más significaría la victoria o la muerte, se sintió indeciso:

¿Debía cruzar el río y avanzar sobre Roma? ¿Debía licenciar su ejército en obediencia a la ley? ¿Si hacía lo primero triunfaría? ¿Era el momento de hacerlo? ¿Qué hacer?

En el instante en que estaba preguntándose qué hacer, tres pajarillos vuelan sobre su cabeza en dirección a Roma, y entonces dijo con alegría: La suerte está echada, y cruzó decididamente el río.

Algo similar le sucedió a El Cid: salía desterrado y pobre, sin saber a dónde dirigirse y unas abubillas le indicaron el camino del triunfo. Suerte anuncian las abubillas por la derecha, dijo a los pocos que le acompañaban, y tomando resueltamente el camino agregó: Arriba los corazones y ¡adelante!

¿Pueden realmente el vuelo y la dirección que tomen unos pájaros decidir tan grandes empresas y presagiar victorias? ¿Qué fue lo que realmente animó a estos paladines a definirse por un camino u otro? ¿Alguna percepción de un algo interior? ¿Por qué acertaron en su decisión?

Pero veamos otro caso: Cuando Alejandro invadió Persia, Darío, seguro de su poder le envío una mensaje en son de mofa: Una cajita de oro muestra de la gran riqueza que poseía; un puñado de semillas de lirio, símbolo del numeroso ejército que Alejandro tendía que vencer; una bola, diciéndole que era para que el mozalbete jugara con los bandidos que le acompañaban; y un látigo para que se vapuleara a sí mismo y a los consejeros que lo animaron en tan temeraria empresa.

Al recibirlo Alejandro contestó a Darío: “Acepto el oro como primicia anticipada de las riquezas que muy pronto te arrebataré; las semillas como adelanto de las partes en que dividiré el Imperio persa; la bola como símbolo del poder universal de que disfrutaré en breve; y el látigo para castigar tu insolencia y hacerte comprender la fragilidad de las cosas humanas”. Como se sabe Darío erró y Alejandro acertó.

¿Por qué Darío envío precisamente ese mensaje y esos objetos y no otros? (Ya que anticiparon lo que iba a suceder). ¿Por qué Alejandro se decidió y le dio otro valor a los mismos objetos?

Hay otra anécdota del mismo Alejandro que resulta interesantísima para este análisis: Antes de una de sus grandes batallas, Alejandro consultó a los augures acerca de lo que debía hacer para alcanzar la victoria: Sacrifica al primer ser que veas al salir del Templo, fue la respuesta.

Al salir vio un campesino montado en su asno y decidió sacrificar al hombre en obediencia al mandato de los augures; pero el hombre arguyó que la cabeza del pollino precedía a la suya y que debía sacrificar al jumento. Aceptó Alejandro el razonamiento del campesino y sacrificó al animal, encontrando entre las grasa del vientre, un mensaje que el general enemigo enviaba a un jefe de su ejército y que al no llegar éste, pudo ser desarticulado y vencido por Alejandro.

¿Como sabía el Augur que Alejandro se decidiría por sacrificar el pollino y no al hombre? Y no digamos ya, ¿cómo supo que venía ese mensaje allí? ¿Fue simple casualidad? Y Alejandro, ¿cómo se decidió por el animal y no por el campesino? ¿Por qué aceptó su argumento?

Se dice que los sacerdotes de Ammon arreglaron los libros proféticos para halagar al Macedonio, hijo de Filipo e inclinarlo en su favor, pero en esos libros se mencionaba que Asia sería vencida por Europa, especificando fecha, edad y carácter del vencedor, haciendo una detallada relación de los territorios que conquistaría.

Pero lo cierto es que esas profecías mal podían los sacerdotes acomodarlas. Primero, porque databan de centenares o de miles de años antes, y además, ciudades como Babilonia y otras, abrieron sus puertas, y sus ejércitos se rindieron sin luchar porque así lo decían los libros antiguos y era inútil oponer resistencia.

Los aztecas e incas recibieron órdenes por medio de sueños y visiones de dónde debían asentarse, y esas profecías hechas por sus divinidades y percibidas por sus sacerdotes, se cumplieron en todas sus partes.

De igual manera, entre los mayas, incas y aztecas fue profetizada con mucha antelación la llegada de hombres blancos y barbados que castigarían el proceso degenerativo de las edades de Oro de esas grandes Culturas.

“No escuches la voz de la Malinche, aconsejaba la Princesa Papantzin a su hermano Moctezuma, emperador de México. “Si la oyes una sola vez, serás encantado por ella y todos pereceremos y tú el primero”.

Y también resulta curioso que el nombre de CUAUHTEMOC (Aguila que desciende o cae) fuese el nombre del último emperador mexicano.

Huaina Capac recibió el consejo de su sacerdote de dividir su gran Reino (el Tahuantinsuyo), entre sus hijos Huáscar y Atahualpa, para evitar una guerra civil, dada la rivalidad entre los dos hermanos.

Más tarde Huáscar, al ser arrojado al río Andamarca, por orden de Atahualpa, dijo: Los blancos vengaran mi muerte dentro de muy poco y mi hermano morirá de mi misma muerte pero en terreno seco.

El sacerdote le dijo a la esposa de Atahualpa: es inútil que entreguemos el oro de nuestros templos para rescate del Inca, cuando quería enviar a Cajamarca cargamentos del precioso metal ofrecido a Pizarro como rescate y liberación del prisionero, con oro o sin oro su suerte será la misma, y le mostró en el espejo mágico cómo moría ahogado en terreno seco.

Casandra gritaba angustiada a los troyanos: prended fuego a ese caballo fuera de las murallas. No lo introduzcáis en Troya, pues nos abrazará a todos.

Si Creso cruza el Hayls será destruido un gran Imperio. Contestó el Oráculo al rey de Lidia. El oráculo se cumplió pero no en el sentido que supuso Creso, ya que el imperio vencido fue el suyo cuando avanzo contra Ciro. “Naces rey pero no morirás rey”, dicen que predijo una pordiosera al nacer Alfonso XII. “Mi muerte anuncia la del Zar”, dijo Rasputín a los nobles que lo asesinaron. “Todos los aquí reunidos tendrán una cita con la misma dama”, dijo Sant Germain a unos nobles en un banquete antes de la revolución. (La dama fue la guillotina). “No desdeñes al abogadillo si quieres ser la Primera dama en la Casa Blanca”, le dijo su abuela a la que luego fue esposa de Abraham Lincoln.

Con los anteriores ejemplos, los que nos faltarían por contar y los del sabio vidente escritor de “Las Centurias”, se llenarían volúmenes, pero siempre nos estarían indicando una especie de percepción instintiva en estado incipiente o desarrollada en todos esos casos.

Los escritos sagrados de Hermes, dicen: La imagen de todo ya está hecha, sólo falta la materia que la llene. Por otra parte, en el libro de “Eclesiastés” leemos:
“Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo bajo el sol”. (Ec. 1: 9).

“El Azar no existe; somos los artífices de nuestro propio destino”, dicen los más sabios maestros. Nihil novum sub sole, subraya el arcaico adagio. En la Creación nada hay librado al azar. ¿Sería posible la maravillosa armonía universal si en los millones de mundos que se mueven a velocidades vertiginosas en el espacio hubiese algo cuya presencia o existencia dependiese del acaso? Lo que se llama “azar” no es otra cosa que la manifestación objetiva de un proceso que desconocemos, y lo que consideramos imposible es un mero exponente de las fronteras que limitan nuestra comprensión y percepción.

Pero volvamos a preguntarnos, sobre el por qué se acierta o se yerra

Se cuenta que Colón, por ejemplo, en Santo Domingo logró impresionar a los aborígenes prediciendo con precisión un eclipse, pero erró tiempo después al querer hacer lo mismo en América Central. La ciencia, el hombre y el fenómeno eran los mismos en ambos casos, pero en el segundo la diferencia de latitud imponía variantes que, al no ser tomadas en cuenta, dieron por resultado que ciencia, científico y espectadores quedasen frustrados.

Lo mismo sucede en las predicciones, pronósticos o profecías, cuando faltan elementos de predicción, cálculo, percepción, Comprensión e interpretación, se puede errar.

De ahí se deriva la importancia, no sólo del estudio y conocimiento de la ciencia de las Predicciones o anticipaciones, sino del sujeto que trabaja como antena receptora de esos sucesos que están por acontecer, que se procesan desde los mundos de causa y que no son más que la progresión matemática del resultado de nuestros actos.

Por: César Owen/España

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