Introducción
En anteriores entradas hemos expuesto los acontecimientos relacionados con la Semana Santa, desde el punto de vista de los estudios gnósticos. En dichas entradas, hemos puntualizado que los Evangelios fueron escritos en clave y solo son comprensibles por aquellos que poseen las claves del esoterismo, en especial, los iniciados comprenden la profundidad de sus enseñanzas.
Con las claves que nos proporciona la Gnosis, se entiende que los acontecimientos relativos a la pasión, crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo, forman parte de un antiquísimo drama puesto en escena por iniciados de diferentes civilizaciones. Ese drama, formó parte de los antiguos Misterios, en especial, los Misterios de Eleusis y que los gnósticos reconocemos, como el Drama Cósmico.
En el Drama de Cristo, narrado en los Evangelios canónicos, cada uno de los personajes que interviene, son vistos a la luz de la Antropología Gnóstica como personajes que es urgente encontrar en nuestra propia psiquis. Uno de esos personajes, el más controvertido y difamado de todos, es Judas Iscariote, quien en Jueves Santo concreta el terrible acto de entregar a su Maestro.
Contrario a lo que durante dos mil años, en la mente de la mayoría de seres humanos se ha formado en torno de quien fue Judas, los gnósticos vemos dos puntos de vista radicalmente distintos. En el primer caso, el Apóstol Judas representa el papel de uno de los tres traidores de Hiram Abiff, el Cristo íntimo. Judas representa al demonio del deseo. Los otros dos traidores, son Pilatos que representa al demonio de la mente, que siempre se lava las manos y Caifás al demonio de la mala voluntad, el que crucifica al Cristo dentro de nosotros mismos.
El segundo punto de vista totalmente distinto al que en la tradición se tiene de Judas, es de que el Apóstol, en ningún momento fue un traidor, sino que simplemente cumplió fielmente órdenes que le diera su Maestro.
Afortunadamente, en la actualidad se cuenta con abundante material que apoya la posición gnóstica, en especial, debido a que en 2006 National Geographic dio a conocer al mundo el Evangelio de Judas.
El Evangelio de Judas, había llegado al mismo destino que otros Evangelios Gnósticos, entre ellos, el Evangelio de María, el Evangelio de Felipe y el Evangelio de Tomás. El Evangelio de María, el Pistis Sophía y otros manuscritos aislados de la gran biblioteca gnóstica fueron apareciendo en el siglo XIX. Sin embargo, con el descubrimiento de la Biblioteca Gnóstica Copta de El Cairo, en Nag Hammadi, Egipto en 1945, los manuscritos gnósticos antiguos adquirieron relevancia.
Estos grandes descubrimientos arqueológicos, han resultado oportunos para los gnósticos actuales, toda vez que la divinidad, el Círculo Consciente de la Humanidad y la Logia Blanca han permitido que por fin tengamos oportunidad de “encontrar la verdad” y que ella nos haga “libres”.
Antes de la develación del Evangelio de Judas por parte de National Geografic, los maestros gnósticos y muchos investigadores habían explicado el terrible papel que le tocó representar al Apóstol.
Jorge Luis Borges: “Tres historias de Judas”
En la literatura universal, hay algunos ejemplos muy interesantes que tienden a vindicar el papel de Judas en el Evangelio. Así por ejemplo, James M. Robinson, en su obra: «Los Secretos de Judas, la historia del discípulo incomprendido y de su evangelio extraviado«, publicado en español por Planeta en 2006, en la página 170, cita a Ray Anderson del que indica que: “transcribe un diálogo entre Jesús y Judas en el cual Jesús perdona a Judas ¡y su libro lleva el título de El evangelio según Judas!”.
De los grandes escritores, quien intuyó con toda propiedad la grandeza del papel que representó Judas el Jueves Santo, fue Jorge Luis Borges, en sus: “Tres Historias de Judas”, de la que transcribimos a continuación, un hermoso fragmento:
La primera edición de Kristus och Judas lleva este categórico epígrafe, cuyo sentido, años después, monstruosamente dilataría el propio Nils Runeberg: No una cosa, todas las cosas que la tradición atribuye a Judas Iscariote son falsas (De Quincey, 1857). Precedido por algún alemán, De Quincey especuló que Judas entregó a Jesucristo para forzarlo a declarar su divinidad y a encender una vasta rebelión contra el yugo de Roma; Runeberg sugiere una vindicación de índole metafísica.
Hábilmente, empieza por destacar la superfluidad del acto de Judas. Observa (como Robertson) que para identificar a un maestro que diariamente predicaba en la sinagoga y que obraba milagros ante concursos de miles de hombres, no se requiere la traición de un apóstol. Ello, sin embargo, ocurrió. Suponer un error en la Escritura es intolerable; no menos tolerable es admitir un hecho casual en el más precioso acontecimiento de la historia del mundo. Ergo, la traición de Judas no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención.
Prosigue Runeberg: El Verbo, cuando fue hecho carne, pasó de la ubicuidad al espacio, de la eternidad a la historia, de la dicha sin límites a la mutación y a la carne; para corresponder a tal sacrificio, era necesario que un hombre, en representación de todos los hombres, hiciera un sacrificio condigno. Judas Iscariote fue ese hombre.
Judas, único entre los apóstoles intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito de Jesús. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator (el peor delito que la infamia soporta) y ser huésped del fuego que no se apaga. El orden inferior es un espejo del orden superior; las formas de la tierra corresponden a las formas del cielo; las manchas de la piel son un mapa de las incorruptibles constelaciones; Judas refleja de algún modo a Jesús. De ahí los treinta dineros y el beso; de ahí la muerte voluntaria, para merecer aun más la Reprobación. Así dilucidó Nils Runeberg el enigma de Judas.
Juiciosos análisis en defensa de Judas
James M. Robinson, anota, siempre en la página 170 de su obra, lo siguiente: “¿Qué sucede en el caso de Judas? Varios libros recientes acerca de Judas han expresado simpatía hacia él pues consideran que, después de todo, lo que se dice que tuvo que hacer no estuvo tan errado. (…)El libro de William Klassen, «Judas: ¿traidor o amigo de Jesús?» Defiende la tesis de que Judas fue más un amigo que un traidor”.
Otro investigado, Émile Gillabert, autor de varios libros relativos a los Evangelios Gnósticos y el pensamiento oriental, en la introducción a una de sus obras: “Judas ¿traidor o iniciado?” Publicado en español por Ediciones Obelisco en 2007, explica que: emprender la rehabilitación del personaje más vilipendiado de la historia, aquel cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de traidor, aquel que, como un confidente ambicioso, ha pasado por haber vendido a su Maestro, puede parecer un desafío.
Más adelante afirma que: el intento de rehabilitar a Judas aparece justamente en una época en la que el espíritu de la gnosis se manifiesta de nuevo. Y finaliza su introducción diciendo: ¿Acaso la exigencia de la verdad no pide que se reabra el expediente de Judas, que parecía encontrarse definitivamente cerrado? Si la dignidad humana está en juego, no es cuestión de pasarlo por alto.
Gillabert, cita en las páginas 28 y 29 de su libro al investigador Carlo Suarès, quien publicó, entre sus obras, una titulada: «La Biblia restituida» y publicada por Du Mont-Blanc en 1967. Según el autor, Suarès acude al pasaje del capítulo 13 del Evangelio de Juan en el que Jesús responde que el traidor “es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.
Gillabert, transcribe lo siguiente: En su interpretación, Carlo Suarès precisa: «Este texto es tan simple y claro que hace falta ser obstinadamente ciego para interpretarlo como se ha hecho. Jesús que, como sabemos no puede entregarse a sí mismo, enviará a uno de los suyos para que lo entregue a él, la luz, a las tinieblas del mundo. Este “entregador”, el encargado de entregarlo, será el portador de esa luz, (…) Esta extraordinaria misión será confiada a uno de los doce. Y se trata de algo de naturaleza tan sublime que los apóstoles, lejos de pensar que le corresponderá a Judas, se miran unos a otros, sin saber quién será el elegido […]. Jesús responde que será aquel con quien él comulgue y, por más que le pese a dos mil años de sucesión episcopal, el único con el que comulgó fue Judas».
Más adelante Gillaber continúa con sus comentarios de la obra de Suarès y transcribe: La mirada que Carlo Suarès dirige sobre Jesús y sobre la Iglesia, es la de un testigo, en muchos aspectos, privilegiado. Gracias a su conocimiento del pensamiento oriental (…) y a sus estudios sobre la Cábala, Suarès se eleva por encima del judaísmo de su infancia. Ve en Jesús al rabí que ha venido a cumplir las Escrituras, y ve en Judas al continuador de Jesús. Pero Jesús, ¿tiene una misión que cumplir por mediación de Judas?.
En la página 44 de la obra citada, Gillabert explica que: el «bocado» es una antigua costumbre, aún practicada en la India, mediante la cual un maestro honra a un discípulo o un visitante. Es, pues, un homenaje, pero también un signo de transmisión iniciática, por el cual el Uno se revela al uno: sólo aquel que haya «bebido» de la «boca» del maestro puede, lógicamente, recibir el «bocado».
Del Todo y de todas las cosas y Gurdjieff
El tigre del Turkestán, también conocido como el maestro G: George Ivanovich Gurdjieff, en el tomo II de su obra: «Del todo y de todas las cosas«, hace un análisis impresionante del papel que le tocó representar a Judas Iscariote.
En dicha obra, el venerable maestro G, construye una serie de relatos que un ser extraterrestre narra a su nieto durante un largo viaje espacial. Este ser extraterrestre, tiene una larga, muy larga existencia y por determinadas circunstancias le tocó vivir durante miles de años terrestres en el vecino planeta Marte, desde ahí se interesó por el “singular psiquismo de los terrícolas” y llegó a conocer toda la historia de la humanidad. A continuación, el relato acerca de Judas:
Quiero hablar de lo que está dicho en las Santas Escrituras, tal como éstas les han llegado —supuestamente sin haber sufrido la menor alteración— del más importante, del más sensato, del más devoto de esos seres, directamente iniciados por ese Individuum sagrado, que llaman sus «apóstoles». Ese discípulo devoto, amado de Jesucristo, se llama «Judas». Con arreglo a la versión actual de esas Escrituras Santas, aquel que va a sacar de allí el conocimiento de la verdad adquiere en su esencia la convicción de que ese Judas era el ser más cobarde, el más vil, y el traidor más pérfido que se puede concebir.
En realidad. Judas no sólo fue el más fiel y el más devoto, entre los adeptos más próximos a Jesucristo, sino que sólo su inteligencia, su ingeniosidad y su presencia de ánimo permitieron que ese Individuum sagrado realizara todos los actos cuyo resultado, si bien no llegó a destruir completamente en ellos las consecuencias de las propiedades del órgano kundabúffer (más conocido por kundartiguador entre los gnósticos), alimentó e inspiró sin embargo, durante una veintena de siglos, el psiquismo de la mayoría de ellos, e hizo al menos su triste existencia más o menos soportable.
Para que puedas representarte mejor la verdadera individualidad de Judas, y el alcance de su manifestación, debes saber que después de la formación definitiva de Jesucristo en cuanto a ser responsable, ese Individuum sagrado, habiendo revestido el cuerpo planetario de un ser terrestre, resolvió, para realizar la misión que le había sido asignada desde Lo Alto, iluminar la razón de los seres terrestres tri-cerebrales por intermedio de doce de ellos, pertenecientes a diferentes tipos, a quienes él se puso a iniciar y preparar personalmente.
Ahora bien, en el momento más intenso de sus divinas actividades, unas circunstancias que le eran ajenas le obligaron, antes de haber llevado a cabo todos sus designios —es decir, antes de haber tenido tiempo de explicarles ciertas verdades cósmicas y de darles las instrucciones necesarias para el porvenir— a dejar que se realizara la ruptura prematura de su existencia planetaria.
Decidió entonces, de acuerdo con los doce seres terrestres que había iniciado intencionalmente, recurrir al misterio sagrado de almtznoshinu —del cual conocían todos ya el proceso de realización, y para cuya ejecución habían adquirido todos los datos requeridos— con el fin de conservar la posibilidad, mientras durase el estado de individualidad cósmica en que se encontraba, de llevar a cabo el trabajo de preparación conforme al plan que él se había trazado para cumplir la misión que le había sido asignada desde Lo Alto.
Pero después de haber tomado esa decisión, cuando estuvieron listos para intentar la preparación requerida para este misterio sagrado, se dieron cuenta que no podía hacerse, pues ya era muy tarde.
Estaban cercados por «soldados», y esperaban de un momento a otro su detención con todas sus consecuencias. Fue entonces cuando intervino Judas.
Ese futuro santo, inseparable y fiel asistente de Jesucristo, fue «maldecido» y «execrado» por los extraños seres de tu planeta, en su cándida estupidez, cuando habría merecido al contrario la gratitud de los seres terrestres tri-cerebrales de todas las siguientes generaciones porque él les hizo un inmenso servicio objetivo.
Ese acto sensato, valeroso, cuya iniciativa tomó con devoción desinteresada, consistió en esto: en el momento en que se quedaban sin esperanza de poder efectuar la preparación necesaria para el cumplimiento del almtznoshinu sagrado, el que es hoy en día San Judas se levantó de pronto y se apresuró a decir:
«Yo iré y haré lo necesario para que usted tenga la posibilidad de cumplir sin obstáculo esa preparación sagrada; los demás, manos a la obra, sin tardar». “Dicho esto, se acercó a Jesucristo, y después de haber hablado con él en voz baja unos instantes, recibió su bendición y se fue”.
“Los demás pudieron llevar a cabo todo lo que exigía la realización del proceso sagrado de almtznoshinu. Después de lo que acabo de decirte comprenderás sin duda cómo los seres tri-cerebrales pertenecientes a los dos tipos de que te he hablado, han falsificado todas las verdades para satisfacer sus fines egoístas, hasta el punto de cristalizar en la presencia de los seres de todas las generaciones siguientes una representación tan manifiestamente injusta de Judas —ese Santo gracias al cual se han beneficiado durante veinte siglos, de un hogar de paz bienhechora en el corazón de su existencia desolada.
Pienso incluso que si han presentado así a Judas en sus «Santas Escrituras», fue que uno de ellos tuvo la necesidad, por cualquier razón, de minimizar la importancia de Jesucristo. Al parecer, él era tan cándido, tan incapaz de prever nada, de presentir nada, en pocas palabras tan imperfecto, que aun habiendo vivido largos años con Judas, demostró ser incapaz de mentir y de comprender que su discípulo más próximo era un pérfido traidor que lo vendería por treinta miserables denarios.
Gurdjieff, en la misma obra, explica además que significa el sagrado proceso de Almtznoshinu: Se llama «almtznoshinu sagrado» el proceso gracias al cual ciertos seres tri-céntricos —que, después de haber revestido su propio cuerpo kessdyan, han logrado llevarlo a un funcionamiento perfecto, así como a un grado de Razón bien determinado— realizan intencionalmente la «materialización» del cuerpo kessdyan de un ser que ya ha dejado de existir, hasta una densidad tal que ese segundo cuerpo adquiere de nuevo, por cierto tiempo, la posibilidad de manifestarse a través de ciertas funciones propias de su antiguo cuerpo planetario. Es posible efectuar ese proceso sagrado en el cuerpo kessdyan de un ser que, en el curso de su existencia, también él, ha llevado ese cuerpo eseral superior hasta un funcionamiento perfecto”.El sagrado almtznoshinu es uno de los diversos procesos iniciáticos, relacionados con la Resurrección. El cuerpo astral es el mismo cuerpo kessdyan
Judas y los maestros de la Gnosis contemporánea
En el libro: “Ciencia Gnóstica«, en una entrevista que se le hizo, el V.M. Rabolú respondió lo siguiente: a través de las sectas religiosas o creencias, siempre se ha tenido a Judas como un elemento perverso, dañino, malo, y en realidad, ante las Jerarquías Cósmicas (y yo soy muy testigo de eso) lo que le tocó a los Apóstoles fue un Drama Cósmico para darnos la Enseñanza viva, de la que tenemos que realizar cada uno de nosotros. En realidad, de todos los Apóstoles del Maestro Jesús, el más adelantado, o no digamos adelantado, sino el de categoría superior fue Judas. A quién le tocó representar el papel más terrible.
En dicha obra el Maestro explica además que: cuando el Maestro Jesús obligó, destinó a Judas para representar ese papel y Judas no se sentía en capacidad de hacerlo. Entonces se arrodilló ante el maestro Jesús, y llorando le dijo que no le permitiera representar ese papel, porque él no se sentía capacitado. Pero Jesús le respondió: tú tendrás que hacerlo, tú eres el único preparado para ello”.
El maestro Rabolú explica además que el gran iniciado Judas, trabaja en los mundos infiernos bajo las órdenes del Padre que está en secreto. Ahí se esfuerza por redimir a los arrepentidos. El lucha por sacar almas del Abismo, para que aquí (en el mundo físico) se revolucionen (…) pero no obstante, toda palabra que pronuncian aquí los religiosos y creyentes contra Él, la siente, todo lo siente allá: las frases hirientes, como cuando una persona traiciona a otra y la llama “judas”. El siente aquello, lo siente en carne viva. Porque se desconoce realmente su elevada Jerarquía.
Varios estudiosos han remarcado las razones de por qué en los relatos de los Evangelios Canónicos, no aparece el momento en el que Jesús llama a Judas. Algunas tradiciones afirman que esto se debía a que Jesús venía con Judas de su preparación iniciática por las escuelas iniciáticas de el Mediterráneo, Egipto y Tibet. Otros afirman que Judas, tenía otros nombres y que en los distintos Evangelios, tanto Canónicos, como Apócrifos, sus nombres se entremezclan.
Según algunos de estos investigadores, Judas era a la vez Tomás y Dídimo y que era uno de los hermanos del mismo Jesús. Acuden al enigmático y controversial pasaje del Evangelio de Marcos: “¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están ´también aquí con nosotros sus hermanas?”. (Mr 6:3). Este versículo que quieren esconder los creyentes de algunas religiones cristianas y otros lo malinterpretan, está ampliamente aclarado en los Apócrifos de la Infancia en donde se explica que efectivamente, Jesús tuvo hermanos, todos hijos de un matrimonio anterior de José el carpintero.
En la explicación profundamente gnóstica del papel que representan los apóstoles, se entiende que Pedro tiene las llaves del Cielo y Judas, las llaves del Inferno. Pedro nos abre la puerta para entrar, cuando abandonamos la fornicación y aprendemos a manejar conscientemente el Ens seminis, mediante la práctica del tantrismo blanco. Mientras Judas nos abre las puertas del Infierno y nos da la clave para salir de nuestros propios infiernos psicológicos, comprendiendo que, como también lo enseñaran Krisna y Buda, en el apego y en el deseo se encuentran los asideros del Ego que urge decapitar o ahorcar.
En el Mensaje de Navidad 1973-1974, titulado: Sí hay Infiero, Sí hay Diablo, Sí hay Karma, el Kalki Avatar, Samael Aun Weor, explica lo siguiente: Todos, de niños, hemos recibido cierta educación, y entonces se nos inculcaron ideas negativas y perjudiciales, erróneas y absurdas. Continúa explicando el Buda Maitreya que en la Edad Media existió la comunidad gnóstica de los Iscariotes y que los adeptos de esta comunidad “fueron quemados vivos en la hoguera de la Inquisición”.
Sigue explicando el Avatar de la Era de Acuario, que: También causa cierto dolor el hecho concreto de que Judas Iscariote, hasta la fecha actual, es considerado realmente como un discípulo traidor”. “Judas Iscariote es otro caso muy interesante. Realmente este Apóstol jamás traicionó a Jesús el Cristo; sólo representó un papel, y éste se lo enseñó su Maestro Jesús.
Así pues, cada uno de los doce Apóstoles de Jesús de Nazaret, tuvo que representar su papel en la escena. Judas no quería ejecutar el que le tocó; solicitó el de Pedro, mas Jesús ya tenía establecido firmemente la parte que cada discípulo tenía que simbolizar. El papel que Judas representó tuvo que aprendérselo de memoria, y le fue enseñado por su Maestro.
Judas Iscariote nunca pues traicionó al Maestro. El Evangelio de Judas es la disolución del Ego; sin Judas no es posible el Drama Cósmico. Es pues, este Apóstol el más exaltado Adepto, el más elevado de todos los Apóstoles del Cristo Jesús.
Indubitablemente, cada uno de los doce tuvo su propio Evangelio. No podríamos negar a PATAR, Pedro. Él es el Hierofante del Sexo, aquel que tiene las Llaves del Reino en su diestra, el Gran Iniciador. ¿Y qué diremos de Marcos, quien guardara con tanto amor los Misterios de la Unción Gnóstica? ¿Y qué de Felipe, aquel Gran Iluminado cuyo Evangelio nos enseña a salir en Cuerpo Astral y a viajar con el Cuerpo Físico en Estado de Jinas? ¿Y qué de Juan, con la Doctrina del Verbo? ¿Y qué de Pablo con la Filosofía de los Gnósticos? Sería muy largo narrar aquí todo lo que se relaciona con los doce y el Drama Cósmico.
¡Ha llegado el momento de eliminar de nuestras mentes la ignorancia y los viejos prejuicios religiosos! ¡Ha llegado el instante de estudiar a fondo el Esoterismo Crístico!