Contenido:
Introducción
Etimología
Antecedentes históricos
La Saturnalia
Las fiestas medievales y el Carnaval
El buey Apis
El Carnaval, la onda dionisíaca y los misterios
Significado oculto del Carnaval
El falismo sagrado
Introducción
Después del dos de Candelaria y próximo a Semana Santa, en muchas ciudades, se celebra el Carnaval, una fiesta pública que debe ocurrir antes del inicio de la Cuaresma Católica. El Carnaval, se reconoce mundialmente como una fiesta altamente erótica, de gran libertad o incluso libertinaje y “un período de permisividad y cierto descontrol” que puede llegar hasta el desenfreno, la exageración, las bromas, el desafío y hasta los insultos.
Son famosas las fiestas de Carnaval en Río de Janeiro, Barranquilla, Venecia, Santa Cruz de Tenerife, Veracruz, Montevideo, entre otras. En muchos lugares su celebración ocurre durante los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza. Sin embargo, en otros países, dura siete días e inicia en lo que se denomina: el Jueves Lardero o Jovelardero. En ciudades como Montevideo, la fiesta del Carnaval, es más prolongada.
La celebración del Carnaval o las carnestolendas, en muchos casos, tiene un carácter lúdico y en ella, se involucran con entusiasmo niños y adolescentes. Así, es común que en algunos lugares, se combine con fiestas callejeras, desfiles de carrozas y comparsas, baile de disfraces, el uso de máscaras que oculten la identidad del portador y elección del rey del Carnaval. En muchos carnavales, los participantes practican diversos juegos con harina, cascarones de huevo rellenos de retazos de papel (pica pica), serpentinas y agua. En Guatemala, por ejemplo, los cascarones son pintados con variedad de colores, lo que de alguna manera, rememora la celebración de los huevos de Pascua en Estados Unidos.
Muchos estudiosos de la Antropología y la Etnología, en sus investigaciones de los orígenes del Carnaval, “consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el cristianismo, el tiempo de «carnestolendas» ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma cristiana”.
A la luz de la Antropología Gnóstica, debemos entender que las arcaicas fiestas que inspiraron el Carnaval, tenían principios anímicos y espirituales muy distintos que con el tiempo se vulgarizaron y degeneraron.
De acuerdo con los estudios gnósticos, el “Carnaval es sinónimo de agua, reinas, disfraces, desenfreno y cero espiritualidad. Toda festividad tiene dos polos, positivo y negativo. Existen las fiestas del alma y existen también las fiestas de la carne. Toda tradición tiene su origen en el culto a la divinidad, pero todo cambia y regularmente degenera. Las Saturnales eran la festividades romanas en honor a Saturno donde el amo servía al esclavo y había plena libertad, esa costumbre degeneró mas tarde en orgías”.
Etimología
Ya desde la Edad Media, la iglesia Católica dio al Carnaval, el significado de “abandonar o quitar la carne”, tomándolo del latín vulgar: carne-levare, en alusión a los ayunos y abstinencias que se recomiendan los viernes de Cuaresma. También, la palabra Carnaval, se asocia al vocablo italiano: carnevale, que designa el tiempo en “el que se puede comer”.
Por otro lado, se asocia un significado pagano a la fiesta. Entre los celtas, se rindió culto a Carna, la diosa de las habas y el tocino. En el Mahabhárata, se menciona al dios Karna, hermano mayor de los Pándavas e hijo del Sol y de la reina Kunti. Otros relacionan la celebración con el demonio Baal (carna-baal), la fiesta en la que “todo vale”. Los que buscan etimologías más antiguas, sostienen que viene de Carrus navalis, el carro naval, que en el antiguo Egipto, hacía referencia al aparecimiento de Ra, el Sol, en el firmamento, en clara alusión al período que marca la cercanía de la primavera, después del dos de Candelaria. Por esta época se incrementa el período de luz solar durante el día. Las noches, son cada vez más cortas a medida que se acerca el equinoccio de primavera, el 21 de marzo y la época de la conmemoración del Drama Cósmico.
Antecedentes históricos
Los vestigios del Carnaval, se pierden en la noche de los siglos. Así, en la antigua Roma, se celebró la fiesta de invierno (Saturnalia) y las fiestas en honor a Baco, el dios del vino (las Bacanales) y las lupercales. En la Grecia clásica fueron famosas las celebraciones de las Dionisíacas. En el antiguo Egipto, existieron también las celebraciones en honor al buey Apis. Es indudable, que los orígenes de estas celebraciones, son antiquísimos y que en muchos casos, se asocien al tiempo comprendido entre la fiesta de Navidad y la llegada de la Primavera.
Los historiadores han encontrado reminiscencias de la fiesta del Carnaval, en la antigua Sumeria, Babilonia y Asia Menor. Así se habla de la fiesta de “Las Purullivas”, una antiquísima celebración de la primavera por parte de los hititas o hebeos, un pueblo antiguo de la región de Anatolia, en la actual Turquía. Dicha celebración, ocurría hasta la época de las flores y el amor.
En la ciudad de Menphis, en el antiguo Egipto, se hacía una fiesta en honor del buey Apis, poco tiempo antes de la llegada de la primavera. Durante la fiesta, se adornaba al buey Apis, con guirnaldas de flores y se le ofrendaba trigo y frutos. Esta y otras fiestas, se celebraban en la luna nueva o llena. Esta celebración se realizaba cuando nacía un nuevo buey Apis. Primero, los sacerdotes salían en su búsqueda, luego al encontrarlo, lo conducían a Heliópolis. Ahí permanecía cuarenta días y finalmente, lo trasladaban en una balsa dorada a Menphis. En algunas ocasiones especiales, se le paseaba en las calles para que el pueblo le rindiera culto. Cuando moría, era un día de luto y una fiesta fúnebre en todo Egipto.
A inicios de febrero, los antiguos celtas en Irlanda, Escocia y Escandinavia, celebraron el Imbolc, festividad que indicaba que, por esa fecha, el Sol se encontraba a mitad del camino entre el Solsticio de invierno y el Equinoccio de primavera. Para entonces, los días son cada vez más largos y se anuncia la proximidad de la primavera y con ella se anuncia que está por venir
el buen tiempo.
En la Grecia clásica, hubo celebraciones en honor al dios del vino: Dionisos. Fueron las Dionisíacas. En la antigua Roma, las Dionisíacas, se denominaron: Bacanales, ya que para los romanos, el dios del vino recibía el nombre de Baco. Con el correr del tiempo, las Bacanales, degeneraron y los asistentes bebían vino hasta perder la conciencia. Se organizaban orgías y las “Bacantes” se entregaban a toda clase de excesos. También existieron las Lupercales en honor a fauno Luperco, quien convertido en loba, amamantó a Rómulo y Remo. Estas fiestas se celebraban a mediados de febrero. La festividad iniciaba con el sacrificio de una cabra, que nos recuerda al Macho Cabrío de la ciudad de Mendes en el antiguo Egipto. Al degenerarse esta fiesta, abundó la euforia, el frenesí y el desenfreno.
La Saturnalia
Entre las diferentes fiestas romanas de carácter público y religioso, se organizaban procesiones multitudinarias en las que los participantes portaban máscaras. Las Saturnales (del latín: Saturnalia), también recordadas como las “fiestas de los esclavos”; contenían elementos, que hoy corresponden en algunos casos a las tradiciones de Navidad y en otros al Carnaval. Las Saturnales, se festejaban a comienzos de año y como en su etimología se infiere, en honor al dios Saturno. También se realizaban en celebración de grandes triunfos militares.
En sus orígenes, se celebraban en honor a Saturno (Cronos para los griegos), durante siete días, del 17 al 23 de diciembre, a la luz de velas y antorchas. Conforme al Mito solar, esa fiesta coincidía con la época del Solsticio de invierno y la noche más larga. Culminaba con el nacimiento del Sol Invictus, el 25 de diciembre. Coincidía también con el final de la época de siembra en invierno.
Durante estas fiestas, se permitía un intercambio de obligaciones y los esclavos, eran temporalmente liberados. Los amos pasaban a ser esclavos y estos a fungir como amos. Algunos afirman que este intercambio de papeles, rememora la Edad de Oro, la época de Saturno, los tiempos en que los ríos manaban leche y miel y no había distinciones entre los seres humanos.
Con el tiempo y según cuentan los historiadores, por la época de las guerras púnicas, la sociedad romana entró en decadencia y las Saturnales comenzaron a degenerar. Durante ese tiempo, había muchas diversiones, bullicio, abundante comida y hasta intercambio de regalos entre familiares y amigos. Iniciaba la fiesta en el templo de Saturno, continuaba con un banquete público. Los romanos se relajaban y se liberaban de las leyes y reglas que regían el resto del año. Las familias elegían un “Rey de la Saturnalia, o Señor del Desgobierno, que podía ser un niño. Ese “rey de mentira” presidía las fiestas, y se le tenía que hacer caso, por muy extravagantes y absurdas que fuesen sus órdenes”.
Ya en la época de la corrupción romana, durante estas fiestas, se permitía todo tipo de excesos con la bebida y la comida. “Era la fiesta de la libertad y la desinhibición”. Era un período en el que “toda Roma se volvía loca” y en que “la multitud se dejaba llevar por los placeres”.
Un historiador cita lo siguiente: “En las Saturnales se jugaba al mundo al revés y se caricaturizaban leyes y cargos públicos. La dignidad de rey de las Saturnales, que presidía aquel enloquecido ajetreo provisto de la autoridad suprema, se echaba a suertes”. «Y una vez que los dados te dan la suerte de ser rey, sólo en virtud de esa dignidad tienes el derecho a que no se te impongan órdenes ridículas, mientras que tú puedes ordenar a uno que declare algo vergonzoso de sí mismo, a otro que baile desnudo, a un tercero que cargue con la flautista y la lleve a hombros tres veces por toda la casa; todo ello es, sin duda, una prueba de que puedo repartir dones importantes.»
Francisco Bertolini, en su voluminosa obra: «Historia de Roma«, dedica un capítulo aparte a la corrupción de la sociedad romana y otro a las degeneradas Bacanales y al completo cambio de rumbo que tuvieron los misterios. Es así como leemos: Entre los cultos griegos importados en Italia, el de Baco fue el que tuvo mayor difusión, aunque también degeneró luego más fácilmente; lo hallamos en Sicilia, en Apulia, en la Campania, en Etruria, y pronto en Roma, interesante y popular. Inofensivo al principio, llegó a ser más tarde, por la perfidia de hombres astutos y aun de alguna mujer, (….) escuela de misterios en que se disfrazaban con el aspecto de la religión la más abyecta obscenidad y los más inicuos delitos (…) las fiestas que antes se celebraban sólo tres veces al año, se multiplicaron hasta celebrarse cinco cada mes; en vez del día, se fijó la noche para celebrarlas.
Las fiestas medievales y el Carnaval
Ya en el Medievo, el Carnaval, constituye una expresión popular viva contraria a la rigurosidad y seriedad de la Iglesia, así como de las leyes, normas y la vida cotidiana propia de esa época. En el Carnaval medieval, es común la parodia, las reglas son rotas y desaparece el principio de orden. Aflora la transgresión, el exceso sin remordimientos y la dispensa para romper con lo establecido y las prohibiciones. Por esa época, se celebran además, otras fiestas, como la Fiesta de los locos o de los tontos y la Fiesta del asno.
Fulcanelli, en su monumental obra: «El misterio de las catedrales«, entre diversas fiestas medievales, hace alusión al Carnaval, en el siguiente párrafo: “Una de ellas era la Fiesta de los locos -o de los sabios-, kermesse hermética procesional, que salía de la iglesia con su papa, sus signatarios, sus devotos y su pueblo -el pueblo de la Edad Media, ruidoso, travieso, bufón, desbordante de vitalidad, de entusiasmo y de ardor-, y recorría la ciudad… Sátira hilarante de un clero ignorante, sometido a la autoridad de la Ciencia disfrazada, aplastado bajo el peso de una indiscutible superioridad. ¡Ah, la Fiesta de los locos, con su carro del Triunfo de Baco, tirado por un centauro macho y un centauro hembra, desnudos como el propio dios, acompañado del gran Pan; carnaval obsceno que tomaba posesión de las naves ojivales! ¡Ninfas y náyades saliendo del baño; divinidades del Olimpo, sin nubes y sin enaguas: Juno, Diana, Venus y Latona, dándose cita en la catedral para oír misa! ¡Y qué misa! Compuesta por el iniciado Pierre de Corbeil, arzobispo de Sens, según un ritual pagano, y en que las ovejas de 1220 lanzaban el grito de gozo de las bacanales: ¡Evohé! ¡Evohé!, y los hombres del coro respondían, delirantes:
Haec est clara dies clararum clara dierum!
Haec est festas dies festarum festa dierum!» (2)
Líneas más adelante, el citado maestro de la Alquimia comenta otra fiesta medieval asociada al Carnaval: “Había, en fin, ciertas costumbres chocantes que traslucen un sentido hermético a menudo muy duro, que se repetían todos los años y que tenían por escenario la iglesia gótica, como la Flagelación del Aleluya, en que los monaguillos arrojaban, a fuertes latigazos, sus sabots (4) zumbadores fuera de las naves de la catedral de Langres; el Entierro del Carnaval; la Diablería de Chaumont; las procesiones y banquetes”.
El buey Apis
Veamos a continuación que nos enseña el esoterismo en relación con el buey Apis. Henri Durvill, en su obra: «Los Misterios Iniciáticos«, explica que algunos animales “merecieron una especialísima veneración, tal como (…) el fénix de Heliópolis; el buey de Mnevis, el «alma de Ra»; y el buey Apis, de Memphis. La muerte de este último se lloraba durante 70 días; si bien no se dejaba que el animal viviese más de 25 años. Sus restos se embalsamaban según el procedimiento empleado para las momias de más elevada condición. Suponíase que el buey Apis había nacido de una vaca primeriza, fecundada por un rayo del sol, y que al morir, su doble pasaba al cuerpo de otro toro. De esta forma quedaba reconocida su inmortalidad, puesto que siempre era el mismo”.
El abate francés Alphonse Louis Constant, más conocido como Eliphas Levi, en su obra: «Historia de la Magia«, explica que: “Apolonio encontró a una mujer blanca de los pies hasta los pechos, y negra en la parte superior. Sus discípulos se alarmaron ante el prodigio, pero el maestro le extendió su mano, pues la conocía. Les dijo que se trataba de la Venus de la India, cuyos colores eran los del toro Apis, adorado por los egipcios. Este arlequín femenino es la ciencia mágica, cuyos blancos miembros —o formas creadas— revelan la cabeza negra, o la causa suprema desconocida por el hombre en general”.
El esoterista español, Mario Roso de Luna, en su obra: “El libro que mata la muerte o libro de los jinas”, hace una extensa recomendación para estudiar la Historia de las religiones y aprender a aplicar el método de la Religión comparada, para comprender símbolos esotéricos en las tradiciones de diferentes pueblos, entre ellos, el culto a la Vaca sagrada. En dicha obra, afirma lo siguiente: “Quien ignore esto, ignora de hecho la historia entera religiosa. Si no, que aquilate y apure estas sintéticas referencias: 1ª-, el dios Jano-Saturno, greco-romano, baja a la tierra desterrado por su hijo Io-Pithar, o Júpiter, y con la domesticación del toro y de la vaca, que unce a su arado Triptolemo, enseña a los hombres la agricultura; 2ª-, estos misterios de Jano-Saturno son los mismos misterios parsis del Toro de Mithra, de nuestros Taurobolios emeritenses y antes de aquella especie de «corrida de toros» con la que, según el Timeo de Platón, terminaban sus asambleas religioso-políticas los diez reyes de la Atlántida; 3ª.-, los mismos Misterios eran igualmente los del sagrado buey Apis, egipcio, tanto que el «bisonte» altamirano no es sino un sucesor, o, si se quiere, un precursor del buey Apis mismo; 4ª.-, el divino Siddharta Sakya-Muni, cuando se retiró al desierto antes de lanzarse a la predicación, vivió alejado del mundo durante dos años, según la leyenda sustentado «de la leche de la vaca«; es decir, que se inició en los Misterios de ella…”
La venerable maestra Helena Petronila Blavatsky, en el tomo I de su «Doctrina Secreta«, al final de la Estancia V, explica que: “en la interpretación exotérica de los ritos egipcios, el alma del difunto — descendiendo desde el Hierofante hasta el buey sagrado Apis— se convertía en un Osiris, o era osirificado” y en el tomo II de esa monumental obra, explica que el buey Apis “pronunció oráculos que se referían al nacimiento del Salvador”. Explica además, la insigne fundadora del Movimiento teosófico que el toro tenía “un sentido por completo fálico y fisiológico”.
Ya en el tomo III de la obra citada, madame Blavatsky, amplía la explicación del simbolismo del buey Apis, indicándonos que “el prolífico dios del amor, Cupido”, era al mismo tiempo, el Logos, “cuyo símbolo, entre los egipcios y los indios, fue el Toro, como lo atestiguan el buey Apis y los toros indos de los templos más antiguos”. Afirma, además la venerable Maestra, que: En la Filosofía Esotérica, la Vaca es el símbolo de la Naturaleza Creadora, y el toro (su ternero) el Espíritu que la vivifica o el “Espíritu Santo”, como lo indica el Dr. Kenealy. De aquí el símbolo de los cuernos. Estos eran también sagrados entre los judíos, quienes colocaban en el altar cuernos de madera de Setin, y los criminales que los cogían aseguraban su salvación.
En el tomo III de Isis sin Velo, la Maestra HPB, explica la íntima relación entre Saturno, Siva Jehová, el evangelista Lucas y el buey Apis: “La identidad de Saturno y Siva está corroborada por el emblema del damara o reloj de arena que simboliza el curso del tiempo personificado en la potencia destructora del dios. El buey Nardi, vehículo (vâhan) de Siva y su más sagrado emblema, se reproduce en el Apis egipcio y en el toro que crea Ormazd y mata Ahriman. El pueblo de Eritene profesaba la religión zoroastriana derivada de la doctrina secreta, pues era la religión de los persas cuando conquistaron la Asiria. Desde entonces pasa de sistema en sistema religioso el emblema de Vida figurado en el toro. Los magos lo aceptaron al advenimiento de la dinastía persa y de Daniel se dice que fue adivino principal de los magos y astrólogos de Babilonia. Así vemos en los querubes de los judíos talmudistas una leve modificación de los becerros y otros atributos de Siva, como también el buey Apis en las esfinges o querubes del Arca de la Alianza, para encontrarlo algunos miles de años más tarde en compañía del evangelista San Lucas”.
Cerramos esta serie de citas de eminentes estudiosos del esoterismo, relativas al buey Apis, con la que aparece en el Glosario teosófico, en la que se lee lo siguiente: “Apis o Hapi-ankh (egipcio).- “El muerto viviente”, o sea Osiris encarnado en el sagrado Toro blanco. Apis era el dios-toro, a quien dieron muerte con mucha ceremonia al llegar a la edad de veintiocho años, edad en que Osiris fue muerto por Tifón. No se adoraba al Toro, sino al símbolo de Osiris; exactamente lo mismo que los cristianos en sus templos doblan ahora la rodilla ante el Cordero, símbolo de Jesucristo”.
Desde la perspectiva profundamente gnóstica, el Avatara de la Era de Acuario, Samael Aun Weor, explica el culto y los misterios del buey Apis, en su obra: «Tratado de Astrología Hermética» en la que se lee lo siguiente: “El sagrado toro Apis entre los antiguos egipcios, debía ser joven, sano y fuerte para simbolizar la Piedra filosofal. (el sexo)».
«Los griegos instruidos por los hierofantes egipcios representaban así también la Piedra filosofal, con uno o varios toros, como se ve también en la fábula del Minotauro cretense. Igual significación alquímica tuvieron los toros que Hércules robó a Gerión el mismo simbolismo lo encontramos en la leyenda de los sagrados bueyes del Sol que pacían tranquilos en la isla de Sicilia y que fueron robados por Mercurio«.
«No todos los toros sagrados eran negros o blancos; algunos eran rojos como los de Gerión y como los sacrificados por el sacerdote israelita, porque la Piedra filosofal, en cierto momento alquímico es roja y esto lo sabe todo alquimista. El famoso buey APIS, tan adorado en los misterios egipcios, era el creador y el fiscal de las almas. El buey Apis simbólico fue consagrado a Isis, porque de hecho se halla relacionado con la Vaca sagrada, la Madre Divina, Isis, a quien ningún mortal ha levantado el velo«.
«Para que un buey tuviese el alto honor de ser ascendido a tal categoría, era preciso que fuese negro y tuviese en la frente o en una de las paletas, una mancha blanca en forma de creciente lunar. Es también cierto y del todo verdad, que dicho buey sagrado debía haber sido concebido bajo la impresión del rayo y tener bajo la lengua la marca del escarabajo sagrado«.
«Apis era el símbolo de la Luna, tanto a causa de sus cuernos en forma de creciente lunar, cuanto porque durante, salvo el plenilunio, este astro tiene siempre una parte tenebrosa indicada por el negro de la piel y otra resplandeciente, simbolizada por la mancha blanca».
«Apis es la Materia filosofal, el Ens seminis (semen), esa sustancia semisólida, semilíquida, ese Vitriolo de los alquimistas. Dentro del Ens seminis se encuentra todo el Ens virtutis del fuego. Es necesario transformar la Luna en Sol, es decir, fabricar los cuerpos solares«.
«Estos son los misterios de Isis, los misterios del buey Apis. Cuando en el viejo Egipto de los faraones se estudiaba la runa Is, se analizaban sus dos aspectos masculino-femenino, porque la sagrada palabra Isis se descompone en dos sílabas Is-Is; la primera sílaba es masculina y la segunda es femenina. El buey Apis es el buey de Isis, la Piedra filosofal. El hombre y la mujer deben trabajar en su laboratorium oratorium con esa Materia filosofal, transformar a la Luna en Sol”.
El Carnaval, la onda dionisíaca y los misterios
El esoterismo gnóstico nos enseña que detrás de las Saturnales, Dionisíacas y el culto al buey Apis, se escondían los auténticos misterios, todavía no profanados. A este respecto, P.D. Ouspensky, en su obra: «Un Nuevo modelo del Universo«, explica lo siguiente: “es necesario tener en cuenta que en muchos países antiguos, Egipto y Grecia por ejemplo, existían dos religiones una junto a otra: una dogmática y ceremonial, la otra mística y esotérica. Una consistía en los cultos populares, que representaban las formas parcialmente olvidadas de antiguos mitos místicos y esotéricos, en tanto que la otra era la religión de los Misterios. Esta última religión iba más allá de los cultos populares, explicando el significado alegórico y simbólico de los mitos, y uniendo a aquellos que estaban conectados con el círculo esotérico, o que se esforzaban por llegar a él”.
“Se sabe relativamente poco acerca de los Misterios. Su lugar en la vida de las comunidades antiguas, el papel que jugaron en la creación de las culturas antiguas, es completamente desconocido para nosotros. Por más que son precisamente los Misterios los que explican muchos enigmas históricos y, entre otros, quizá el más grande enigma histórico y, la repentina aparición de la cultura griega en el siglo VII, sucediendo a los completamente oscuros siglos IX y VIII”.
“En la Grecia histórica los Misterios eran atributo de sociedades secretas de una clase especial. Estas sociedades secretas de sacerdotes e iniciados, establecían cada año, o cada determinado intervalo de tiempo, fiestas especiales, en las que también se daban funciones teatrales alegóricas. Estas funciones teatrales, a las que en particular se les dio el nombre de Misterios, se llevaban a cabo en diferentes lugares, —los más famosos eran los de Delfos y Eleusis en Grecia, y en la isla de Phile en Egipto. El carácter de las funciones teatrales y los dramas alegóricos que se representaban era más o menos constante. Tanto en Grecia como en Egipto, la idea era siempre la misma, a saber, la muerte del dios y su resurrección. El sentido de esta idea estaba presente en todos los Misterios”
Gracias a las explicaciones que brinda la divina Gnosis, entendemos que: «en los primeros tiempos de los bacanales. Estos se celebraron en la antigua Roma, en honor a Baco, dios del vino y la vegetación, similar al Dioniso griego que representaba la resurrección de los muertos. Los bacantes representaban a Minerva recogiendo los pedazos de Baco, destrozado en la lucha, y llevándolo ante Zeus, el padre, que los juntaba y lo resucitaba luego de pasar tres días en el averno. Dioniso moría en invierno y resucitaba en primavera y durante cinco días se celebraban las dionisiacas que fueron festines, donde el vino era el motivo principal para adorar a Dioniso en Grecia, y a Baco en Roma que luego se unificaron como un solo dios. Estos festines fueron creciendo en efervescencia y degeneración y fueron los bacanales prohibidos por el senado romano, sin embargo las dionisiacas continuaron celebrándose en secreto«.
Era la época en la que la onda dionisíaca vibraba intensamente. Esta onda con sus dos polos, negativo y positivo ha influido a la humanidad en distintas épocas. El polo negativo de la onda dionisiaca atrae festines, drogas, orgías, y desbordada infrasexualidad. El polo positivo de esa onda es el vino de la meditación, éxtasis espiritual, escuelas de regeneración espiritual, que han incentivado apartar los dogmas religiosos y proponerse a estudiar los defectos psicológicos (el Ego) y eliminarlos para lanzarse a la conquista del Ser. En un polo de la onda dionisíaca, están los excesos y la permisividad del Carnaval y en el otro la preparación del iniciado en la Cuaresma y su Auto realización en Semana Santa.
Significado oculto del Carnaval
El carnaval es la fiesta de la carne antes de iniciar la Cuaresma Católica, es decir comer carne antes del ayuno y abstinencia, que se inicia el Miércoles de ceniza, y es una preparación para la Pascua de Resurrección. Esta festividad de origen religioso, ha perdido el vinculo con la Semana Santa y está simbolizada actualmente con agua, reinas, mascaras, comparsas papelillos, playas bikinis y desenfreno; relacionándose con los degenerados bacanales y saturnales.
En la onda del desenfreno se adoptó el mojar con agua, que está relacionado con las aguas de vida, las aguas espermáticas, que encierran la fuerza del varón y de la hembra, que se ha cuidado en las escuelas de misterios mayores como el fuego sagrado de Pentecostés, que derramarlo significa la pérdida de los poderes que divinizan, pero en la temporada del desenfreno del carnaval, el supuesto hombre busca a cualquier mujer y viceversa para vaciar sus aguas, tirar a la basura el Ens seminis y pecar contra el Espíritu Santo.
Las máscaras ayudan a dormir la conciencia de quienes las usan, y representan la falsa personalidad. Las máscaras, la peleas, las corazas, los aires de don Juan o de reina, van formando los antifaces de la falsa personalidad, escondiendo o impidiendo la manifestación de la Esencia. La variedad disfraces se corresponde con la multiplicidad del Ego o yo psicológico. Los cascarones de lo que un día fuera un huevo, también tienen un significado oculto: el cascarón perdió su esencia, es puro ego, muy atractivo, bonito e ilusorio; útil para bromas, para manchar e irritar. La harina regada, simboliza a nuestra propia semilla, nuestra simiente, hecha polvo, desperdiciada miserablemente. En algunas ciudades, en el desfile del Carnaval, aparece un gigante relleno de paja o de heno que al final arde entre el fuego, en clara alusión de la necesidad de la muerte del Ego mediante el fuego sagrado.
El martes de Carnaval, es el último día que se permite comer carne, pero también invita a la fornicación, al “otro consumo de carne”. Luego vendrá el Miércoles de Ceniza, el momento de reducir a cenizas al yo pluralizado e iniciar un proceso de purificación antes de vivir los siete días sagrados de Semana Santa. Recordemos que la ceniza se ha recolectado un año antes. Es producto de las palmas usadas en la conmemoración de la entrada triunfal en Jerusalén, en Domingo de Ramos.
El falismo sagrado
Es indudable la inspiración sexual del Carnaval. Lo lamentable de la fiesta es el culto a la fornicación y la justificación de los bajos placeres. Los estudiosos del Gnosticismo Universal, no nos pronunciamos contra el sexo, sino contra el mal uso o contra el abuso de las fuerzas sexuales.
En este sentido, el Kalki Avatar, Samael Aun Weor, en el capítulo titulado “Falismo Sagrado” de su obra: «El Matrimonio Perfecto«, explica que: “toda religión tiene origen sexual. En África y Asia es corriente la adoración al Lingam Yoni y Pudenda. (…) Existen muchas divinidades fálicas. Siva, Agni, Sacti en la India, son divinidades fálicas. Legba en Africa; Venus, Baco, Priapo y Dioniso en Grecia y Roma, fueron divinidades fálicas”.
“Los judíos tenían dioses fálicos y bosques sagrados consagrados al culto sexual. A veces los sacerdotes de los cultos fálicos se dejaron caer miserablemente y cayeron en el desenfreno de las orgías bacanales. Herodoto refiere: todas las mujeres de Babilonia tenían que prostituirse con los sacerdotes en los templos de Milita. Mientras que en Grecia y Roma, en los templos de Vesta, Venus Afrodita, Isis, etc., las sacerdotisas ejercían su santo sacerdocio sexual, en Capadocia, Antioquía, Pamplos, Chipre y Bylos, las sacerdotisas celebraban grandes procesiones portando, con infinita veneración y mística exaltación, un gran falo, cual dios o cuerpo generatriz de la vida y de la simiente”.
«La Biblia tiene también muchas alusiones al culto fálico. El juramento, desde la época del patriarca Abraham, lo hacían los judíos apoyando la mano bajo el muslo, o sea sobre el miembro sagrado. La Fiesta de los Tabernáculos era una orgía semejante a las famosas Saturnales de los romanos. El rito de la circuncisión es fálico totalmente».
«La historia de todas las religiones está llena de símbolos y amuletos fálicos, tales como el Mizpah hebreo, el Poste de Mayo cristiano, etc. En tiempos antiguos se veneró profundamente piedras sagradas de formas fálicas, a veces semejantes al miembro viril, otras veces semejantes a la vulva, piedras de pedernal y de sílice, que se tenían por sagradas, por cuanto con ellas producían el fuego, ocultamente desarrollado en la médula espinal de los sacerdotes paganos, como divino privilegio.
«En el cristianismo encontramos mucho falismo. La circuncisión de Jesús, la fiesta de los Reyes Magos, el Corpus Christi, etcétera, son fiestas fálicas heredadas de las santas religiones paganas.
La paloma, símbolo del Espíritu Santo y de la voluptuosa Venus Afrodita, se la representa siempre como instrumento fálico que utilizó el Espíritu Santo para fecundar a la Virgen María. La misma palabra sacrosanto proviene de sacro, y por lo tanto es de origen fálico”.