Hoy, con mucho júbilo por el reinicio de la actividad de este blog, hemos decidido desempolvar un viejo poema del hermano gnóstico: Jorge G. y que se presentó en la década de los años ochenta a un concurso de poesía en la entonces, sede de la Juventud Gnóstica Guatemalteca con motivo de un aniversario del advenimiento del Logos Samael a la Tierra.
A los eones
Oscuro misterio gnóstico,
canto perdido en el firmamento,
constelación de estrellas
fundidas en el pléroma.
¡Oh potencias de la eternidad!
Emanaciones del postrer aliento
del Demiurgo creador…
¡Constitución divina de los cosmos…!
Benditos heraldos de la aurora,
príncipes de los interiores
de los interiores y de los exteriores
de los exteriores del infinito,
del incomprensible y profundamente
ignoto, único misterio…
¡Hijos de la Luz de las luces!
Regiones celestiales en caída pleromática
manifestando en su paso, la creación del Uno
desde lo invisible hasta el caos.
Desde el primer gran escalón
hasta el decimotercer piso
de la morada de Barbelo.
Seres míticos que en legendario recuerdo
evocan el descenso del poder luminoso
del Omni misericordioso Rey de la Creación,
hasta plasmarse en el mundo,
la materia y el submundo
para crear con su ígneo poder
y volver nuevamente a crear…
Regiones celestiales, supra celestiales,
trascendentales que marcan la guía luminosa
del ascenso redentor de los arrepentidos
desde la materia al espíritu,
del pecado a la virtud,
de lo incomprensible a lo comprensible,
de la fe a la sabiduría…
(J.G.)