La oración consciente

 Contenido

  • Introducción
  • Orar conscientemente
  • La oración y el recuerdo de sí.
  • La oración en el trabajo psicológico
  • Carácter individual de la oración
  • El publicano y el fariseo
  • La oración mental y las oraciones de repetición
  • La Philokalia y la oración continua
  • Los centros ceremoniales y de peregrinación

Introducción

 Continuamos con el estudio de la Oración, después de que a la luz de la Gnosis, brindamos una explicación más o menos profunda respecto de el Poder de la Oración y de haber analizado el hondo contenido espiritual encerrado en la oración de El Padre Nuestro. Iniciamos este tema citando a Annie Wood Besant (Londres 1847 –India 1933), quien fuera doctora en Filosofía y Letras, colaboradora de madame Blavatsky, así como Presidenta de la Sociedad Teosófica. La señora Besant cuenta un caso del Gurú hindú Nanak ((1469-1538), fundador del Sikismo o Sijismo, la religión Sikia que bien vale la pena transcribir.

«Era viernes aquel día, y al llegar la hora de la oración, encamináronse amo y criado a la mezquita. Cuando el Kari, empezó las oraciones, el nabab (hombre rico, príncipe o gobernador de provincia en la  India) y su séquito se prosternaron, según prescribe el rito mahometano, Nanak permaneció de pie, inmóvil y silencioso. Terminada la plegaria, el nabab se encaró con el joven y le preguntó indignado: ¿Por qué no has cumplido las ceremonias de la Ley?. Eres embustero y farsante. No debías haber venido aquí para quedarte como un poste».

Nanak replicó: «Os prosternasteis rostro en suelo mientras que vuestra mente vagaba por las nubes, porque estabais pensando en traer caballos de Candar no en recitar la plegaria. En cuanto al sacerdote, practicaba automáticamente las ceremonias de la prosternación, al paso que ponía su pensamiento en salvar la borrica que parió días pasados. ¿Cómo iba yo a orar con gentes que se arrodillan por rutina y repiten las palabras como una cotorra?»

«Confesó el nabab que en efecto había estado pensando durante toda la ceremonia en la proyectada compra de caballos. Por lo que toca al Kari, manifestó abiertamente su disgusto y apremió con muchas preguntas al joven».

El Kalki Avatar, en la lección de Leo de su obra: “Tratado de Astrología Hermética”, al comentar esta historia explica: “realmente es necesario aprender a orar científicamente; quien aprenda a combinar inteligentemente la oración con la meditación, obtendrá resultados objetivos maravillosos. Pero es urgente comprender que hay diferentes oraciones y que sus resultados son diferentes. Existen oraciones acompañadas de peticiones, mas no todas las oraciones van acompañadas de peticiones. Hay oraciones muy antiguas que son verdaderas recapitulaciones de acontecimientos cósmicos y podemos experimentar todo su contenido si meditamos en cada palabra, en cada frase, con verdadera devoción consciente”.

Orar conscientemente

En los Estudios Gnósticos, Orar es tan importante como meditar, pero hay que aprender a esforzarse por llevar estas prácticas a la conciencia. Anthony de Mello en su obra “Sadhana, un camino de oración” indica que para él “la oración es un ejercicio que confiere plenitud y satisfacción, y que es perfectamente legítimo buscar ambas cosas en la oración. Otra es que la oración debe hacerse menos con la cabeza que con el corazón. De hecho, cuanto antes se prescinda de la cabeza y del raciocinio, tanto más jugosa y provechosa será la oración. Muchos sacerdotes y religiosos equiparan oración y raciocinio. Aquí radica su fracaso”. Dice además de Mello que “orar puede ser tan sencillo como respirar” y que tener presente que mientras se ore, se aspira y espira a Dios, se puede descubrir “una profundidad, una satisfacción y un alimento espiritual que jamás había encontrado anteriormente” cuando oraba.

P.D. Ouspensky, en su obra: “Fragmentos de una enseñanza desconocida», traslada las palabras del Venerable Maestro G respecto de la oración consciente:

“Debemos aprender a orar, exactamente como debemos aprender todas las otras cosas. Para aquel que sabe orar y es capaz de concentrarse en forma adecuada, la oración puede dar resultados. Pero comprendamos que hay diferentes oraciones, y que sus resultados son diferentes. Esto es muy conocido, aun por la liturgia ordinaria. Pero cuando hablamos de la oración, o de sus posibles resultados, no consideramos más que una clase de oración: la de petición; o bien pensamos que la petición puede asociarse a todas las otras clases de oraciones”.

“Evidentemente, esto no es verdad. La mayoría de las oraciones no tiene nada en común con las peticiones. Hablo de antiguas oraciones, de las cuales algunas se remontan más allá del Cristianismo. Estas oraciones son por así decirlo recapitulaciones; al repetirlas en voz alta o mentalmente, el hombre se esfuerza por experimentar todo su contenido, con su pensamiento y su sentimiento. Por otra parte, un hombre siempre puede componer oraciones nuevas para su propio uso. Dirá, por ejemplo: «Quiero ser serio». Todo depende de la manera en que lo diga. Podrá repetirla diez mil veces al día, pero si se pregunta cuándo terminará, y qué es lo que tendrá luego para comer, esto no será orar, sino mentirse a sí mismo”.

“Sin embargo, estas mismas palabras pueden convertirse en oración, si el hombre las recita así: «Yo» — y al mismo tiempo piensa en todo lo que sabe sobre «Yo». Este «Yo» no existe, no hay un solo «Yo», sino una multitud de pequeños «yoes» clamantes y pendencieros. Por lo tanto, él quiere ser un verdadero «Yo»; quiere ser el amo. Y se acuerda del carruaje, del caballo, del cochero, y del amo. «Yo» es el Amo. «Quiero» — y el piensa en el significado de «Yo quiero». ¿Es capaz de querer? En él constantemente «ello quiere», y «ello no quiere»; pero él hará el esfuerzo de oponer a «ello quiere» y «ello no quiere» su propio «Yo quiero», que está ligado a la meta del trabajo sobre sí”.

“En otros términos, tratará de introducir la tercera fuerza en la combinación habitual de las dos fuerzas: «ello quiere» y «ello no quiere». «Ser» — él pensará lo que significa, el «ser». El ser de un hombre automático, para el cual todo sucede. Y el ser de un hombre que puede hacer. Es posible «ser» de muchas maneras. Él quiere «ser» no solamente en el sentido de existir, sino en el sentido de grandeza, de poder con grandeza. Entonces la palabra «ser» toma un peso, un sentido nuevo para él. «Serio» — se interroga sobre el significado de estas palabras: «ser serio». La manera en la cual se responde es muy importante. Si comprende lo que dice, si es capaz de definirse correctamente lo que quiere decir «ser serio», y si siente que lo desea verdaderamente, entonces su oración puede tener resultados: primeramente puede recibir una fuerza. Luego podrá más a menudo darse cuenta en qué momentos no es serio, y por último tendrá menos trabajo en vencerse a sí mismo. Por consiguiente, su oración lo habrá ayudado a volverse serio”.

Más adelante afirma: “»En el culto cristiano, hay innumerables oraciones exactamente parecidas a éstas, en las que es necesario reflexionar sobre cada palabra. Pero pierden todo su alcance, toda su significación, cuando son recitadas o cantadas mecánicamente”.

En su obra: «El cuarto Camino», Ouspensky explica que: “Las oraciones, en su mayoría, tienen como objetivo mantener la mente sobre ciertas ideas: una forma de meditación”.  Explica además que: “Si uno pudiera realmente rezar de continuo, eso crearía la consciencia de sí. Toda la cuestión consiste en que no podemos. Un hombre decide rezar y cinco minutos después eso se convierte en una repetición mecánica de palabras. Si uno pudiera rezar, la oración podría hacerlo, pero uno no puede, porque uno no es. El hombre podría hacer muchas cosas si él fuera, esto es, si fuera permanente».

La oración y el recuerdo de sí.

La oración puede y debe realizarse en forma consciente, es decir, con el tercer estado de conciencia. Pero a la vez, puede llevar al practicante hacia el despertar. En este sentido es importante hacer enormes esfuerzos por desarrollar la capacidad de prestar atención, de desarrollar la fuerza de atención y aprender a sentirse, es decir a recordarse a sí mismo. Esto no sería posible sin otra herramienta sumamente importante: la voluntad o grado de poder sobre sí mismo.

Maurice Nicoll en el Tomo I de sus Comentarios psicológicos afirma que: “En la enseñanza del Trabajo la idea de la Oración y la idea del Recuerdo de Sí están relacionadas de un modo tan estrecho que no se pueden separar una de la otra. Sin Recuerdo de sí, la Oración es imposible. Examinemos el significado de esto. El hombre tal como es no puede orar. Es decir, un hombre en su estado cotidiano ordinario no puede orar. Con el fin de orar un hombre debe estar en un estado de Recuerdo de Sí. Orar en el estado en que se está, en el estado ordinario, es orar en estado de sueño, y orar en estado de sueño es inútil. Nada puede suceder. Tal Oración no será contestada, porque no conduce a ningún lado”.

En este sentido, en Sadhana, Anthony de Mello da una clave maravillosa para el que tenga entendimiento: “para tener éxito en la vida de oración es decisivo desarrollar la capacidad de entrar en contacto con el presente y de permanecer en él. Y el mejor método que yo conozco para permanecer anclado en el presente es salir de la cabeza y volver a los sentidos”.

La oración en el trabajo psicológico

Samael Aun Weor, en su obra «Psicología Revolucionaria» explica: “Oración en el trabajo psicológico es fundamental para la disolución. Necesitamos de un poder superior a la mente, si es que en realidad deseamos desintegrar tal o cual «Yo». La mente por si misma nunca podría desintegrar ningún «Yo», esto es irrebatible, irrefutable. Orar es platicar con Dios. Nosotros debemos apelar a Dios Madre en Nuestra Intimidad, si es que en verdad queremos desintegrar «Yoes», quien no ama a su Madre, el hijo ingrato, fracasará en el trabajo sobre sí mismo”.

“Cada uno de nosotros tiene su Madre Divina particular, individual, ella en sí misma, es una parte de nuestro propio Ser, pero derivado. Todos los pueblos antiguos adoraron a «Dios Madre» en lo más profundo de nuestro Ser. El principio femenino del Eterno es Isis, María, Tonantzin, Cibeles, Rea, Adonía, Insoberta, etc., etc., etc.”

“Si en lo meramente físico tenemos padre y madre, en lo más hondo de nuestro Ser tenemos también a nuestro Padre que está en secreto y a nuestra Divina Madre Kundalini. Hay tantos Padres en el Cielo cuantos hombres en la tierra. Dios Madre en nuestra propia intimidad es el aspecto femenino de nuestro Padre que está en secreto. Él y Ella son ciertamente las dos partes superiores de nuestro Ser intimo. Indubitablemente Él y Ella son nuestro mismo Ser Real más allá del «Yo» de la Psicología. Él se desdobla en Ella y manda, dirige, instruye. Ella elimina los elementos indeseables que en nuestro interior llevamos, a condición de un trabajo continuo sobre sí mismo”.

“Cuando hayamos muerto radicalmente, cuando todos los elementos indeseables hayan sido eliminados después de muchos trabajos conscientes y padecimientos voluntarios nos fusionaremos e integraremos con el «Padre-Madre», entonces seremos Dioses terriblemente divinos, más allá del bien y del mal.

Nuestra Madre Divina particular, individual, mediante sus poderes flamígeros puede reducir a polvareda cósmica a cualquiera de esos tantos «Yoes», que haya sido previamente observado y enjuiciado. En modo alguno sería necesaria una fórmula específica para rezarle a nuestra Madre Divina interior. Debemos ser muy naturales y simples al dirigirnos a Ella. El niño que se dirige a su madre, nunca tiene fórmulas especiales, dice lo que sale de su corazón y eso es todo”.

“Volveos introvertidos, dirigid vuestra plegaria hacia adentro, buscando dentro de vuestro interior a vuestra Divina Señora y con súplicas sinceras podéis hablarle. Rogadle desintegre aquel «Yo» que hayáis previamente observado y enjuiciado”.

Carácter individual de la oración

Jorge Adoum en “La Magia del Verbo” advierte lo siguiente: “escuchad, amados aspirantes, lo que dice Jesús respecto a la oración, invocación o peticiones al Íntimo Dios. Pero antes de las citas debemos recordar lo que habíamos estudiado en “Las llaves del Reino Interno” que el cielo está en la cabeza del hombre y el infierno reside en lo inferior de su vientre en donde pululan los deseos inferiores  en donde mora el enemigo secreto. Después de esta pequeña advertencia, ya podemos tomar el capítulo VI del Evangelio de San Mateo y leer desde el versículo quinto que dice: “y cuando oráis, no seréis como los hipócritas, que aman el orar en pie en las sinagogas y en los cantones de las plazas, para ser vistos de los hombres. En verdad os digo, recibieron su galardón. Mas tú, cuando orares, entra en tu aposento (en tu mundo interno) y cerradas las puertas (de tus sentidos, para que no te perturben por su atención al mundo externo) ora a tu padre (El Íntimo); que ve en lo secreto, te recompensará. Y cuando oraréis, no habléis mucho, como los gentiles; pues piensan que por mucho hablar serán oídos. Pues no queréis semejaros a ellos, porque vuestro Padre sabe lo que habéis menester, antes que se lo pidáis. Vosotros así habéis de orar” Y a continuación viene la gran enseñanza del Padre Nuestro, al que nos referiremos más adelante.

En tal sentido, es conveniente no olvidarnos de los consejos que da Anthony de Mello en su obra: “Liberación interior”: “Dios no se encuentra en el templo, sino en la vida. La oración se hace para que tengas cada vez más conciencia de ti”.

“La mejor manera de acercarte a la verdad es que pases un tiempo miran­do el mar, el campo, la naturaleza y, sobre todo, que repares en las perso­nas como seres nuevos, sin concep­tos, sin memoria, y que las escuches desde adentro con tu corazón abierto de par en par, comprendiéndolas, amándolas. Ésta es la mejor oración. Un día sentirás el asombro de haber estado prisionero de los conceptos y de tu ego”.

El publicano y el fariseo

En Psicología Revolucionaria, encontramos los siguientes párrafos del Avatar de la Era de Acuario y que resultan muy oportunos de citar ahora y que se refiere a: “aquella parábola de Jesús el Gran Kabir, acerca de los dos hombres que oraban. Fue dicha a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros”.

“Jesús el Cristo, dijo: «Dos hombres subieron al Templo a orar; uno era Fariseo y el otro Publicano. El Fariseo, puesto en pie oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este Publicano; Ayuno dos veces a la semana, doy diezmo de todo lo que gano. Más el Publicano estando lejos, no quería ni alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Dios sé propicio a mí, pecador». Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido». (Lucas XVIII, 10-14)”

“Empezar a darse cuenta de la propia nadidad y miseria en que nos encontramos, es absolutamente imposible en tanto exista en nosotros el concepto ese del «más». Ejemplos: Yo soy más justo que aquél, más sabio que fulano, más virtuoso que zutano, más rico, más experto en las cosas de la vida, más casto, más cumplidor de sus deberes, etc., etc., etc. No es posible pasar a través del ojo de una aguja mientras seamos «ricos», mientras en nosotros exista ese complejo del «más». «Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios».

“Eso de que tu escuela es la mejor y que la de mi prójimo no sirve; eso de que tu Religión es la única verdadera, la mujer de fulano es una pésima esposa y de que la mía es una santa; Eso de que mi amigo Roberto es un borracho y que yo soy un hombre muy juicioso y abstemio, etc., etc., etc., es lo que nos hace sentirnos ricos; motivo por el cual somos todos los «camellos» de la parábola bíblica con relación al trabajo esotérico”.

“Es urgente auto-observarnos de momento en momento con el propósito de conocer claramente los fundamentos sobre los que descansa. Cuando uno descubre aquello que mas le ofende en un instante dado; la molestia que le dieron por tal o cual cosa; entonces descubre las bases sobre las cuales descansa psicológicamente. Tales bases constituyen según el Evangelio cristiano «las arenas sobre las cuales edificó su casa».

“Es necesario anotar cuidadosamente cómo y cuándo despreció a otros sintiéndose superior tal vez debido al título o a la posición social o a la experiencia adquirida o al dinero, etc., etc., etc. Grave es sentirse uno rico, superior a fulano o a zutano por tal o cual motivo. Gente así no puede entrar al Reino de los Cielos. Bueno es descubrir en que se siente uno halagado, en que es satisfecha su vanidad, esto vendrá a mostrarnos los fundamentos sobre los que nos apoyamos. Sin embargo, tal clase de observación no debe ser cuestión meramente teórica, debemos ser prácticos y observarnos cuidadosamente en forma directa, de instante en instante. Cuando uno comienza a comprender su propia miseria y nadidad; cuando abandona los delirios de grandeza; cuando descubre la necedad de tantos títulos, honores y vanas superioridades sobre nuestros semejantes, es señal inequívoca de que ya empieza a cambiar”.

La oración mental y las oraciones de repetición

Algunas oraciones se repiten una y otra vez. Muchas veces, de manera incesante durante un largo tiempo, como es el caso del Rosario del Cristianismo o el mantra: Om Mani Padme Jum del Budismo. Son oraciones de repetición que tienen una finalidad específica. Pedro Demianovich Ouspensky, comenta en “Fragmentos de una enseñanza desconocida”, que por la época que culminó sus estudios al lado del maestro G, realizó una serie de ejercicios muy intensos, que incluyeron ayunos de corta duración y ejercicios de respiración. Según sus palabras, incluyó: “la «repetición» según los métodos de la «oración mental», que antes le habían ayudado mucho a concentrarse y a observarse. Se entregó a una serie de ejercicios mentales, bastante difíciles, para disciplinar su atención.

Ouspensky, en su obra: “Un Nuevo modelo del Universo”, comenta lo siguiente: “Las Narraciones de un Peregrino” contiene una explicación esquemática de los principios de un ejercicio especial de Bhakti-Yoga, al que se llama oración constante o mental, y una descripción de los resultados que produce esta oración. El “peregrino” repetía su oración, “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí”, primero tres mil veces consecutivas en un día, luego seis mil veces, después doce mil y finalmente un número indefinido. Cuando la oración se había convertido en algo automático en él, cuando no requería ningún esfuerzo y era repetida involuntariamente, empezaba a “llevarla al corazón”, es decir, a hacerla emocional, a conectar un sentimiento determinado con ella. Después de cierto tiempo la oración empezaba a evocar este sentimiento y a fortalecerlo, enriqueciéndolo en un grado extraordinario de potencia e intensidad”

“Las Narraciones de un Peregrino” no pueden servir como manual para el estudio practico de la “oración mental”, porque la descripción del método de estudio contiene una cierta deficiencia, probablemente intencional, consistente en una demasiado grande facilidad y rapidez en el estudio del peregrino de la “oración mental”. De todos modos, este libro da una idea muy clara de los principios del trabajo sobre uno mismo según los métodos del Bhakti-Yoga y es, en muchos respectos, la única producción de esta clase”.

La Philokalia y la oración continua

En los textos de la Philokalia, correspondientes a la época de la Patrística y de los cuales se refiere el Buda Maitreya en su obra: “Educación Fundamental”, se habla de “transmitir a todos la doctrina de la oración continua” y que el “respiro profundo de la oración continua debe ser –mas allá de las distintas formas que pueda asumir- la expresión viva de una vida cristiana alimentada por los sacramentos y, a la vez, un medio poderosísimo para la unión divina. Una oración, sin embargo, que como vemos nace, avanza y alcanza su plenitud solo mediante la constante disposición a la sobriedad del corazón y del intelecto. La sobriedad es ese estado de vigilancia continua que mantiene el alma en una especie de ayuno espiritual, no excitado por los pensamientos y por las imaginaciones que producen pasiones, las que perjudican la oración y corrompen la sanidad transmitida por los sacramentos, obstaculizando su potencia deificante…” En estos textos se afirma que la “oración pura, rehúye la cólera”, además recomienda que: “sé vigilante en la oración y aleja de ti el rencor”. “Se encuentra la buena conciencia mediante la oración; y la oración pura, mediante la conciencia. Según natura una cosa necesita de la otra”.  La oración libre de divagaciones es una señal del amor de Dios para el que persevera en ella. Pero ser negligentes y descuidados en la oración es índice de amor al placer”.

En el “Discurso de la Oración de esta serie de textos pertenecientes a la Philokalia, encontramos lo siguiente: “el modo de la oración tiene que ser doble: uno es activo y el otro es contemplativo. Y así sucede también respecto del numero: lo inmediato es la cantidad, pero el significado es la calidad” “Lucha por mantener sordo y mudo tu intelecto en el tiempo de la oración, y así podrás rezar”. Si quieres rezar dignamente, reniega de ti mismo en todo momento, y si tuvieras que sufrir todo tipo de males, acéptalos con sabiduría por amor a la oración”. “No podrás orar con pureza si te encuentras inmiscuido en asuntos de cosas materiales, y agitado por continuas preocupaciones. Pues la oración es la remoción de los pensamientos”.

Ouspensky, en “Un nuevo modelo del Universo”, traslada una descripción de las prácticas religiosas en el monte Athos y que realizó B. Zaitseff: “Luego sigue el “trabajo de celda”, esto es, oraciones con inclinaciones en la celda. Después de cada oración corta el monje corre una cuenta de su rosario y hace una inclinación desde la cintura. A la decima primera inclinación, una inclinación grande, se agacha hasta el suelo. De este modo, un monje de sotana (el grado más bajo) hace diariamente cerca de seiscientas inclinaciones desde la cintura; un monje de “manto” hace cerca de mil; un monje investido de esquema hace cerca de mil quinientas (sin contar las correspondientes inclinaciones hasta el suelo)”.

“En el caso de un monje con sotana es necesaria una hora y media más o menos para realizar estas inclinaciones, en el caso de un monje del más alto rango son necesarias de tres a tres horas y media. Por lo tanto un monje de sotana queda libre más o menos a las diez y los demás cerca de las once. Hasta la una en punto, en que los Maitines empiezan, es la hora de dormir (dos o tres horas). A esta a veces se aumenta una hora en la mañana, y quizás una hora en la tarde, después del té. Pero como cada monje tiene sus pequeñas cosas que hacer, y estas toman algún tiempo, se supone que los monjes no duermen más de cuatro horas, o aun menos. “Para nosotros, los profanos que hemos visto esta vida, cuya esencia es que los monjes rezan durante toda la noche, trabajan durante todo el día y duermen y comen muy poco, es un misterio como pueden sostenerse en pie. Y sin embargo viven, y viven hasta una edad muy avanzada (actualmente la mayor parte de ellos son viejos). Aún más, el tipo más común en el Monte Athos tiene un aspecto saludable, tranquilo y bien balanceado”.

Los centros ceremoniales y de peregrinación

Eliphas Levi en su obra: “Dogma y Ritual de la alta magia” explica que: “Con la fe, decía el gran maestro, se trasplantarían árboles en el mar y se cambiarían montañas de su sitio. Una práctica, aun supersticiosa, aun insensata, es eficaz por cuanto es una realización de la voluntad. Por esto mismo es por lo que es una oración tanto más poderosa, cuanto con más voluntad sea dirigida en la iglesia y no en el domicilio propio y por lo que obtendrá milagros, si, por hacerla en un santuario acreditado, es decir, magnetizado con gran corriente por la afluencia de los visitantes, se caminan cien o doscientas leguas, para ello, pidiendo limosna y con los pies descalzos. Se ríen de la pobre mujer que se priva de unos cuantos céntimos de leche todas las mañanas y que va a llevar a los triángulos mágicos que hay en las iglesias o capillas, una velita de otros tantos céntimos, y deja que luzca mientras que ella reza. Son los ignorantes los que ríen, y la buena mujer no paga demasiado caro lo que adquiere con resignación y valor dignos de encomio.

Más adelante, el abate Constant explica: “La oración hecha en comunidad y conforme a la fe ardiente constituye verdaderamente una corriente magnética, siendo lo que entendemos por magnetismo ejercido en círculos”.

Algunos estudiosos hablan de la geobiología y que los antiguos poseían el conocimiento de corrientes de fuerzas cosmo-telúricas de la Naturaleza. Esos  estudios apuntas a que los iniciados de tiempos antiguos aprendieron a ubicar “lugares cumbre de nuestro globo, donde el campo de intensidad vibratoria se ha mantenido intacto a través de los siglos, incluso los milenios y ha conservado un impacto poderoso sobre los individuos de nuestra era”.

Así lo afirma Blanche Merz en su obra: “Pirámides, catedrales y monasterios –Los lugares mágicos y santos, y sus misteriosas vibraciones”. Título publicado por Ediciones Martínez Roca. Barcelona, (1987) en la colección: La otra ciencia. Según este autor, los antiguos sabían de la existencia de “lugares cumbre” donde se percibe con fuerza al Genios Luce de los romanos o Genio del lugar. En dicha obra, habla de una red telúrica poco común, descubierta por Ernst Hartmann. “Dicha red se ajusta como una cuadrícula a toda la superficie del globo”. Esta red de fuerzas cosmo-telúricas ayudaría a explicar observaciones de los arqueo astrólogos respecto de diferentes sitios arqueológicos orientados hacia puntos específicos del Universo en una de las ocho principales posiciones del Sol: solsticios, equinoccios y sus fechas intermedias.

Además de los tradicionales sitios de veneración, como Tikal, Yaxhá, El Mirador, Chichén  Itzá, Teotihuacan, Machu Pichu, las pirámides de Guiza, Delfos, Chartres, entre otros; hay otros sitios sumamente interesantes para el estudio de las fuerzas cosmo-telúricas. Algunos de estos sitios son: el antiquísimo pasaje funerario de  Newgrange y que forma parte del complejo Brú na Bóinne en Irlanda. La entrada principal de Newgrange es iluminada por los rayos del Sol, únicamente durante algunos minutos en la mañana del solsticio de invierno. Según algunos arqueoastrónomos, el sitio está relacionado con la constelación del Cisne o cruz del Norte. Llama la atención que el plano de Newgrange tiene forma de cruz.

Otro sitio que también podemos relacionar con la arqueo-astronomía y las fuerzas cosmo-telúricas, se encuentra en Dinamarca. Corresponde a las fortalezas vikingas de Trelleborg. Son fortificaciones circulares. Según las observaciones realizadas, sus puertas se orientan hacia los cuatro puntos cardinales.

Es indudable que los grandes lugares de peregrinación de las diferentes civilizaciones y de las grandes religiones antiguas, reúne dos tipos de influencia: la específica del lugar, asociada a las fuerzas cosmo-telúricas ya anotadas y al diseño arquitectónico de la construcción. Según Merz, invariablemente están asociados al elemento agua, como “sangre de la tierra” y que el visitante contemporáneo al lugar de peregrinación, “aunque no llegue a sentir la penetración sutil y cautivadora tan deseada, se verá al menos captado por un momento en una vibración de alto nivel, que le  proporcionará la mini-recompensa y el sentimiento de llevarse una parte de esta manifestación de fuerza suprapersonal”. De ahí que estos grandes centros ceremoniales se asocien también a curaciones milagrosas.

Muchos centros de peregrinación de la religión cristiana, fueron también, en tiempos antiguos, centros ceremoniales de antiguas religiones tanto de Europa, como de América. Louis Charpentier, en su obra: “El enigma de la Catedral de Chartres”, publicada en español por Plaza & Janes. Barcelona (1970), explica que el cerro sobre el cual se yergue dicha catedral gótica, fue, en tiempos antiguos, lugar de peregrinación para galos y celtas. Afirma el autor que ahí se adoraba desde tiempos inmemoriales a la Virgen negra y que entre el monte, se encontraba la “gruta druídica” y el “pozo de los fuertes”.

Charpentier, en las páginas 27 y 28, explica los motivos de los peregrinos para acercase a esos santos lugares: “era necesario que supiesen encontrar, en el lugar de la peregrinación, una virtud, una influencia benéfica…

“Antaño, como tampoco ahora, y aún menos quizá, no se era peregrino sin esperanza de beneficio. Se va en busca de algo que no se puede conseguir a domicilio. Se va a buscar el don de la Tierra, lo que la Tierra da como una Madre. Se va de peregrinación como a una cura. Los enfermos se dirigen a los lugares donde el agua –o bien el fango- brotada de la tierra, posee algún poder de curación. Como la peregrinación es de esencia religiosa, es, pues, un beneficio religioso lo que se busca en ella. Es el «Espíritu» lo que se quiere encontrar”.

“«Hay lugares –decía Barrès- donde alienta el espíritu.» Lugares donde el hombre puede impregnarse de espíritu, o, si se prefiere, donde se desarrolla en él el sentido de lo divino; y éste es el mayor don de la Tierra y del Cielo al hombre”.

«Para los antiguos, el hombre no era verdaderamente hombre más que cuando sus facultades espirituales estaban despiertas. Ello se obtenía, ya por don innato, ya por ascesis, embrujo rítmico o somático; pero siempre ocupa lugar aparte el despertar adquirido por acción terrestre en los lugares de peregrinación. Todas las religiones, antiguas o modernas, han tenido siempre sus lugares de peregrinación; antiguos y modernos que por lo general –y normalmente- son los mismos”.

“Más sensibles que nosotros a la acción y a las virtudes de las fuerzas naturales, los antiguos conocían mucho mejor esos lugares que nosotros, y nosotros nos vemos obligados, para encontrarlos, a buscar las huellas que ellos dejaron: megalitos, dólmenes o templos. Tal es, ciertamente, el lugar de Chartres”.

Similares explicaciones encontramos en Carlos Sanguino, en su obra: “Secretos gnósticos en los misterios de Litaï  y Ergon” cuando dice: “las catedrales son el templo de Dios, de igual manera los maestros constructores, conocedores de que es también la imagen del cuerpo humano, realizaron una estructura arquitectónica que se convirtiese en una caja de resonancia del cosmos, amplificando los efectos  magnéticos, energéticos, telúricos y de fuerzas espirituales, estimulándose a los fieles, y ayudando así a los iniciados a desarrollar las facultades divinas latentes en todo ser humano, a la vez que transmiten las normas, leyes y enseñanzas con las cuales debemos guiarnos en nuestra obra interior”.

 

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