Trofología y dieta disociada

Contenido

Introducción

Qué es la Trofología y qué es la dieta disociada

Volver a la Naturaleza

El pan blanco y las féculas refinadas

Principios básicos de la Trofología

Otros consejos universales

Apuntes finales

 

Introducción

En la vida diaria es usual encontrar personas que se quejan de enfermedades, dolencias y problemas de salud en general. Algunos males serán de relativo cuidado, otros mucho más severos, como diversos tipos de cáncer y diabetes. Quienes los padecen, usualmente siguen de una o de otra manera indicaciones médicas. Pero muchos de ellos por ningún motivo están dispuestos a cambiar sus hábitos alimenticios, a dejar de lado tradiciones, y costumbres  hondamente arraigadas a pesar que sus conductas los enfermen más y más. Pocos, realmente pocos  se deciden a vencer a su gula que en la mayoría de los casos es la responsable de su maltrecho estado de salud. Sumado a lo anterior, no se puede negar el ingrediente nefasto que aportan las condiciones anormales de vida existentes actualmente en el planeta.

En los estudios gnósticos, un tema de gran importancia es el denominado: “Los tres tipos de alimentos”, que nos enseña que el primer alimento esencial es el de la comida. El tipo de alimento que ingerimos por la boca y que después de un proceso de transformación digestiva se convierte en energía y sustancias útiles para el crecimiento, desarrollo y funcionamiento del cuerpo físico. En la Gnosis eterna y universal, los procesos evolutivos relacionados con la digestión del alimento físico constituyen un capítulo de especial interés debido a que el producto final de estas transformaciones deviene en la formación del Ens seminis y la energía creadora. En este contexto,  la ciencia gnóstica enseña que hay otros dos tipos de alimentos esenciales para el funcionamiento del cuerpo y para la transformación íntima del ser humano. Estos otros dos tipos de alimento son el aire y las impresiones. Ambos tipos de alimento requieren un estudio aparte. En esta entrada el estudio se centra en el primer alimento esencial de la máquina humana.

Las grandes y antiguas religiones del mundo, así como los diversos sistemas de enseñanza esotérica enseñan que el cuerpo físico es un vehículo indispensable para el crecimiento interior. Que el cuerpo tridimensional es el templo donde mora el Ser íntimo, el Espíritu divino, el dios interno. Por lo que es importante cuidarlo, así como trabajar con devoción para mantenerlo sano y limpio a fin de lograr la más auténtica, constante y cada vez más completa expresión del Ser.

Es así como, entre otras enseñanzas del venerable Maestro Samael Aun Weor, es importante aprender a seleccionar lo que se come, lo que se respira y lo que se piensa. En tal sentido resulta interesante y necesario visitar con frecuencia lugares donde se respire aire puro y ejercitarse para cambiar la forma de pensar que vaya acorde con las más elevadas aspiraciones del Espíritu.

En el caso de la alimentación diaria esta recomendación incluye observar hábitos alimenticios y aprender a cambiar los que resulten indeseables por otros que favorezcan la salud física y el bienestar. Esto significa, no limitarse a abandonar solo algún tipo específico de comida, por ejemplo dejar de comer carne de cerdo. El cambio aquí propuesto conlleva aprender a no consumir la llamada comida chatarra, comida de fábrica o las comidas y bebidas artificiales. Estos cambios constituirían el primer escalón hacia lo que podría significar el aprender a seleccionar adecuadamente los alimentos.

Quien esto escribe, hasta hace unos dos o tres años, era víctima de diversos errores y desórdenes alimenticios. Los indicadores de mala salud aumentaban alarmantemente: la presión arterial subía más y más; constantemente padecía de resfríos, gripe y demás; tenía reflujo, pésima digestión y debilidad crónica. Aparte de ello: el peso corporal se incrementaba ya de manera constante y lo más preocupante era que, supuestamente, “comía bien”.

Causas: durante muchos años, con el estrés de la vida moderna, un empleo del tipo de aquellos destinados para “gente acostumbrada a trabajar bajo presión”, la comida chatarra y pésimos hábitos alimenticios, condujeron a serios padecimientos del colon y otros órganos del cuerpo.

Cambio notable: después de mucho batallar con recomendaciones de médicos y naturistas y sin grandes resultados alentadores apareció en el camino lo que se conoce como: Dieta disociada. A los tres o cinco días de haber iniciado cambios básicos en la alimentación, las mejoras eran sorprendentes. Hoy la presión arterial es prácticamente normal, desapareció el reflujo, volvió la vitalidad, el colon al igual que demás órganos, han sanado u obtenido una mejoría asombrosa y la digestión es prácticamente normal. Además durante el primer año del nuevo régimen alimenticio, el peso corporal se redujo significativamente, bajando entre 15 y 20 kilos. Esto debido a que el cuerpo se desintoxicó de manera natural.

Qué es la Trofología y qué es la dieta disociada

En el presente artículo se explicarán algunos principios básicos de la Trofología: la ciencia de la alimentación sana. La propuesta que se da a continuación es un sistema de alimentación que va acorde con el postulado gnóstico ya anotado: “hay que aprender a seleccionar lo que comemos”. Además es una excelente oportunidad para el estudio de sí, para el conocimiento interior, para luchar contra la gula, sin pasar hambre, a desarrollar la voluntad consciente, la disciplina consciente y la continuidad de propósitos. ¿Qué se requiere? estar dispuesto a cambiar malos hábitos alimenticios, por otros de mejor calidad.

La dieta disociada es resultado de la observación consciente y continuada de la función instintiva y de los efectos beneficiosos o perjudiciales de los alimentos, así como de la forma de consumirlos. Se explica con la comprensión y cambio de conducta y hábitos derivados de la observación de sí, de aprender a preferir los alimentos “que caen bien” y dejan sensación de bienestar dejando de lado las comidas que provocan reacciones molestas y hasta indeseables después de consumirlas. No es el tipo de dieta que se le “ocurrió” a un famoso para reducir peso corporal. Tampoco es la invención de alguien que se saltó a la fama con la publicación de un libro que cuenta sus puntos de vista de su propuesta alimenticia. No requiere de ningún tipo de conteo de calorías, ni de pesar las raciones a comer. Sigue simplemente los principios de la Naturaleza. Va más allá de la formulación de una “olla alimentaria” y de una pirámide alimenticia. Consiste en la adecuada selección y combinación de alimentos en cada ocasión de comer.

Forma parte de los saberes ancestrales de la humanidad, conservados, estudiados y sistematizados en grandes escuelas de regeneración. Se enseña y practica en el Budismo tibetano y en el Taoísmo, entre otras escuelas. En los libros sagrados de la humanidad hay reminiscencias de que fue parte del conocimiento de los grandes guías espirituales. Ejemplos de ellos se encuentran en el Pentateuco en los capítulos y versículos en los que Moisés formula determinadas leyes y disposiciones hacia los alimentos. En tiempos relativamente recientes, la cultura popular y la percepción instintiva de la realidad permitían que las personas de diferentes pueblos del mundo siguieran muchos de sus principios. Desafortunadamente, en los tiempos actuales, la penetración del estilo de vida norteamericano y la adopción de su dieta, así como la invasión de los amos del capital en la industria de la comida ha provocado que la humanidad actual le haya volteado la espalda a la Naturaleza y se haya olvidado de la sana forma de comer de sus antepasados. Aún en la actualidad, los adultos mayores conservan hábitos alimenticos altamente saludables y que resultan extraños a las nuevas generaciones por la adopción del nuevo estilo o moda de comer.

Volver a la Naturaleza

En el mundo actual, en especial, en las sociedades urbanas, las personas son cada vez más influenciadas por la “comida de fábrica” y otras formas anormales de producción de alimentos surgida principalmente en Norte América. Con estas prácticas, son conducidas a una vida cada vez más  alejada de la Naturaleza. Las condiciones anormales de vida presentes en nuestro planeta son terribles. Sin embargo, el poder hipnótico que ejerce el enemigo secreto de la humanidad es tan poderoso que muy pocas personas perciben el gran daño que ocasiona adoptar o adaptarse a una vida artificial en la que prevalece el desarrollo de la personalidad, se menosprecia el crecimiento de la Esencia y la sana práctica de vivir en armonía con la Naturaleza.

Ya en la primera mitad del siglo XX, George Ivanovich Gurdjieff en su obra: “Del todo y de todo”, explicó ampliamente que la causa primordial por la cual gran parte de la humanidad ha dañado severamente su sistema digestivo, se encuentra en que se han habituado a no comer alimentos frescos, como también alimentos de otras regiones, en particular de ultramar. Muchas personas basan su dieta alimenticia en comidas refrigeradas, conservas enlatadas y en esencias y otros productos artificiales. Además han adquirido la tendencia a exagerar la cocción o sobre cocinar los alimentos creyendo equivocadamente que así comerán alimentos libres de gérmenes nocivos.

Sabido es que las fuentes primarias de los alimentos naturales tienden a descomponerse inmediatamente y que pierden la vida. Esto es muy evidente con las frutas. Por ejemplo, una manzana fresca, una vez partida en dos o más partes, empieza a oxidarse, a cambiar de color y a perder su sabor. La causa de esa pérdida de cualidades se encuentra en que los valores vitales, el shakty sustancial, se evaporan vertiginosamente. Es claro que las comidas, entre más tiempo permanezcan en refrigeración, mayor pérdida de valores vitales tendrán, hasta que de ellos no quede absolutamente nada. Situación similar ocurre con las conservas enlatadas y otros procedimientos de industrialización de alimentos. En el caso de las esencias, es claro que ya se han convertido en alimentos artificiales o muertos, con ausencia total de valores vitales.

En palabras de Gurdjieff, la mayoría de seres humanos “casi nunca consumen para su alimento eseral (esencial) primario un producto comestible que conserve todos los elementos activos colocados en todo ser por la gran Naturaleza como requisito indispensable para asimilar poder para la existencia normal; ellos «conservan», «congelan», y «extractan» de antemano todos esos productos y sólo los utilizan cuando la mayoría de los elementos activos necesarios para la existencia normal se han volatilizado ya”.

Explica además el maestro G que: “En el caso al que me refiero, si tan sólo unos pocos de esos infortunados poseyeran ese instinto característico de los seres tricerebrados, podrían —gracias, aunque más no sea, a las habituales asociaciones eserales (del Ser), y a confrontaciones accidentales— primero, volverse conscientes y, luego, informar a todos los demás de que, en cuanto se interrumpe la conexión con la Naturaleza común de cualquier producto útil en general como alimento eseral primario, aunque este producto sea conservado completamente aislado, es decir, «herméticamente cerrado», «congelado» o «extractado», debe, como todo lo que existe en el Universo, cambiar su forma y descomponerse de acuerdo con el mismo principio y en el mismo orden en que se formó”.

La época actual es aún más complicada con la invasión de los llamados “hornos de microondas” en los hogares contemporáneos. Mucho se ha cuestionado por parte de clarividentes y personas altamente sensibles, el uso de estos aparatos ya que destruyen los valores vitales contenidos en los alimentos. En conclusión, lo que consumen las personas es basura. En forma similar surge el cuestionamiento a los productos transgénicos que constituyen la moda más reciente en la alimentación humana.

Otra de las prácticas contrarias a la Naturaleza y que ha sido denunciada de múltiples formas, en especial en la web, es la relacionada con el maltrato, llevado hasta el martirio al que son víctimas los animales destinados para el consumo humano en las gigantescas fábricas de comida de las grandes multinacionales alimenticias. Tal es el caso de las granjas avícolas y criaderos de reses y cerdos.

El pan blanco y las féculas refinadas

Otro ejemplo ilustrativo de las condiciones anormales de la alimentación actual, lo constituye el proceso para la obtención de la harina blanca del trigo, materia prima fundamental para producir el pan blanco. El Kalki Avatar, en su obra: “Transformación social de la humanidad”, explica lo siguiente: “Los sabihondos no respetaron siquiera este grano divino, base de toda alimentación sana. Los científicos norteamericanos inventaron gran variedad de máquinas por medio de las cuales raspan, peinan, suavizan y pulen el trigo, hasta destruir miserablemente todos los elementos activos concentrados maravillosamente en la superficie de los granos, precisamente debajo de lo que se denomina vaina”.

“Ahora aun cuando los señores panaderos tengan muy buenas intenciones con el pueblo, la realidad es que la harina del trigo con la que ellos amasan el pan no sirve para nada porque no contiene ya los principios vitales del trigo. Esta harina de trigo lo único que produce ahora, es gases y gusanos nocivos para la salud. Empero la Naturaleza recibe un beneficio de todo esto aún cuando el hombre no lo recibe. Es claro que los gusanos esos sirven a la Naturaleza en el funcionalismo aquel del proceso trogo auto egocrático cósmico común (el proceso de alimentación recíproca). Los gusanos son también seres por medio de los cuales se transforman las sustancias cósmicas. El pan de ahora es muy bello, muy lindo, pero sin elementos útiles para el organismo. No hay duda de que esa clase de pan contribuye a arruinar los estómagos”.

Explica además el Avatar de la Era de Acuario que: “los elementos activos se hallan siempre debajo de la vaina  del grano, esa clase de elementos activos o son quemados, o son arrojados a los cerdos, así es como proceden los sabihondos de estos tiempos”. Como complemento a lo dicho anteriormente, obsérvese que el pan blanco, prácticamente no se descompone nunca, lo único que le ocurre es que se endurece. Un principio trofológico enseña que se deben comer aquellas sustancias susceptibles de descomponerse, pero que no están aún descompuestas, es decir, consumir alimentos frescos y naturales.

Daniel Reid, en el primer tomo de su obra “El Tao de la salud, el sexo y la larga vida” explica: “A causa de la degeneración dietética provocada por la civilización, la dieta humana actual -sobre todo en el mundo occidental- se compone principalmente de alimentos refinados, desnaturalizados y excesivamente cocidos, indiscriminadamente combinados entre sí. Algunas de las consecuencias que ha de padecer la gente por haber eliminado los alimentos fibrosos de su dieta y dedicarse en cambio a las proteínas animales concentradas y a las féculas refinadas las describe a continuación el Dr. Robert Jackson:

“La eliminación de esta sustancia de desecho (la fibra) elimina también de nuestros alimentos el estímulo natural para la actividad muscular de la pared intestinal… Esto conlleva una disminución en la velocidad del flujo intestinal. La menor velocidad del flujo intestinal conlleva a su vez la descomposición de las proteínas y una fermentación muy superior a la que correspondería normalmente para los hidratos de carbono; la primera tiene como consecuencia la producción de toxinas muy activas, y la segunda, de sustancias irritantes para la pared intestinal… Así se crea un círculo vicioso, que conduce a un estado de intoxicación crónica del cuerpo desde el aparato digestivo, pues la menor velocidad con que circulan los alimentos en el organismo no sólo provoca fermentación y descomposición, sino que también deja más tiempo para que la sangre absorba las toxinas así producidas”.

Explica además Reids: “que la típica dieta norteamericana, rica en calorías procesadas y pobre en fibra natural, avanza por el canal digestivo con tanta lentitud que gran parte de la comida se descompone y fermenta en vez de ser digerida, y los resultantes desechos tóxicos se retienen durante días e incluso semanas, conduciendo a un estado de toxemia crónica (una forma de autointoxicación de la sangre causada por la constante presencia de toxinas en el estómago, colon, hígado y otros órganos). Tal estado es el responsable de numerosas enfermedades que rara vez se dan en las sociedades primitivas, tales como artritis, estreñimiento, gastritis, fatiga, infertilidad, impotencia y falta de defensas contra las enfermedades infecciosas…”

“En muchos casos, los alimentos permanecen en el interior del cuerpo durante meses e incluso años. Estos alimentos se pudren y descomponen, y se incrustan en los pliegues y rendijas del colon… En la mayoría de la gente, el colon, en lugar de ser un sistema de alcantarillado rápido y eficaz, se ha convertido en un pozo negro estancado”.

Afortunadamente, en la actualidad se ha puesto de moda la comida orgánica, los huertos en casa o los huertos hidropónicos que no requieren gran  espacio físico. En tal sentido es aconsejable dejar el microondas y consumir cada vez menos las comidas refrigeradas, cambiar gradualmente el pan blanco por el pan integral y excluir totalmente de la dieta el azúcar refinado. Además, es aconsejable: no combinar bebidas o comidas muy calientes, con bebidas o comidas exageradamente frías. Mejor si se come y bebe alimentos a temperatura ambiente o que no estén demasiado calientes. Es altamente beneficioso para la salud y para la economía familiar abandonar el hábito de consumir bebidas y comidas artificiales como los refrescos de soda o bebidas carbonatadas o gaseosas y “alimentos” cargados de tóxicos, conservantes, saborizantes y edulcolorantes industriales como es el caso de la margarina y muchos bocadillos o snack de fábrica (boquitas en Guatemala o botanas en México, chucherías en Centroamérica).

Principios básicos de la Trofología

En la literatura gnóstica contemporánea se cuenta la historia de la lamasería de “la fuente de la  juventud” y la historia del coronel Bradford que buscó y encontró en monasterio tibetano en busca de la “fuente de la juventud” a través de la práctica de una serie de ejercicios que al combinarse con oración, meditación, imaginación, voluntad y tenacidad logran resultados sorprendentes para la salud, la vitalidad y la recuperación de la juventud. La historia es narrada en el libro: “Secretos tibetanos de la eterna juventud”, escrito por Peter Kelder y en el libro gnóstico: “Transformación radical” . Entre los relatos del coronel Bradford se incluye su experiencia al adoptar el estilo de la alimentación de los lamas  con quienes él convivió.

Bradford explica que: “ningún lama es exigente respecto a lo que come. No puede serlo, ya que hay muy poco de donde escoger. La dieta de ellos consta de alimentos sanos y buenos, pero como regla ingieren un solo tipo en una comida. De por sí este es un importante secreto para mantener la salud. Cuando se come un solo tipo de alimento no se registran choques en el estómago entre alimentos distintos, y chocan porque la fécula no se mezcla bien con las proteínas. Por ejemplo: si el pan, que es una fécula, se come con proteínas como carne, huevo o queso, se produce una reacción química en el estómago. Esto no solo puede causar gases y un malestar físico inmediato, sino que con el tiempo, contribuye a acortar la vida y que esta tenga menor calidad”.

Bradford comenta además que a su regreso a la vida en las ciudades: “la diversidad de alimentos en una comida era otra cosa que me aterraba. Habiendo adquirido el hábito de ingerir uno o dos tipos de alimentos en una comida, me estremecí una noche al contar veintitrés variedades de alimentos en la mesa de mi anfitrión. No en balde los occidentales tienen una salud tan miserable. Al parecer saben muy poco o nada sobre la relación de la dieta con la salud y la fortaleza”.

Platos fuertes y guarniciones. Un principio trofológico importante que podemos obtener del relato anterior es que los más recomendable es que en un mismo tiempo de comida se combine la menor cantidad de alimentos posibles. Además que no es conveniente combinar féculas con proteínas debido a que ambos tipos de alimentos dentro del sistema digestivo se anulan entre sí, cada uno impide la digestión del otro. En consecuencia, los alimentos se empantanan en el sistema digestivo, se putrefactan y desencadenan toxemia. En conclusión, las proteínas (carnes, pescado y mariscos, pollo, huevo) no se combinan con los carbohidratos: arroz, papa (patata), yuca (mandioca, guacamota o casabe), pan, pastas, entre otros. Es recomendable combinar siempre abundantes vegetales con proteínas o féculas (carbohidratos concentrados). Complementario a lo anterior, es recomendable tender a consumir comida cruda o evitar la exagerada cocción o  el sobrecalentamiento de los alimentos. Puede optarse por un tiempo de comida a base de carbohidratos, otro a base de proteínas y otro a base de frutas.

Para ampliar lo anterior, Reids explica que: “está científicamente comprobado por la medicina occidental que para iniciar la buena digestión de cualquier proteína animal concentrada, el estómago debe secretar pepsina. Pero también está demostrado que la pepsina sólo puede actuar en un medio sumamente ácido, que debe mantenerse durante varias horas hasta la completa digestión de las proteínas. Otro hecho igualmente comprobado por la ciencia es que, cuando masticamos un pedazo de pan, de patata o de cualquier otro hidrato de carbono/fécula, las glándulas salivales segregan de inmediato ptialina y otros jugos alcalinos. Después de tragada, la fécula alcalinizada necesita hallar en el estómago un medio alcalino para acabar de ser digerida por completo”.

“Todo el mundo puede comprender lo que ocurre, pues, cuando se ingieren simultáneamente féculas y proteínas. El estómago, en respuesta a la presencia de las proteínas y las féculas, segrega al mismo tiempo jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y dejan una solución acuosa incapaz de digerir correctamente ni una cosa ni otra. Lo que sucede a continuación es que las proteínas se pudren y las féculas fermentan, debido a la constante presencia de bacterias en el canal digestivo”.

La leche. Es conveniente subrayar lo que muchos afirman en la actualidad: los adultos no debemos consumir lácteos, entre otras razones, porque ya no producimos la enzima especialmente diseñada para digerir la leche. Muchos sabios han recomendado la observación hacia la Naturaleza: ningún otro mamífero vuelve a beber leche después del destete. Claro está: solo las mascotas a las que se les ha forzado al indiscriminado y anormal estilo de comer occidental característico de las ciudades actualmente.

Daniel Reids explica al respecto que: “aunque la leche es un alimento proteínico completo cuando se consume al natural, también contiene grasa, lo cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento salvo ella misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de modo que, si hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a las partículas de comida y las aíslan de la acción de los jugos gástricos, retrasando su digestión el tiempo suficiente para que comience la putrefacción. Por consiguiente, la primera y más importante norma a tener en cuenta sobre el consumo de leche es: «Bébala sola o no la beba».

“Hoy en día, la leche se vuelve todavía más indigerible a causa de la práctica generalizada de la pasteurización, que destruye todas las enzimas naturales y altera sus delicadas proteínas. La leche al natural contiene las enzimas activas lactasa y lipasa, que hacen posible que se digiera por sí misma. La leche pasteurizada, desprovista de lactasa y demás enzimas activas, no puede ser correctamente digerida por los estómagos adultos, e incluso resulta difícil para los niños, como lo demuestran los cólicos, erupciones, problemas respiratorios, gases y demás afecciones tan frecuentes en los bebés alimentados con biberón. Además, la ausencia de enzimas y la alteración de las proteínas vitales hace que el calcio y los restantes minerales contenidos en la leche no sean bien asimilados…”

“Para la industria lechera resulta mucho más rentable pasteurizar la leche a fin de alargar su tiempo de vida en el comercio, aunque esta leche desnaturalizada no haga ningún bien en absoluto a la salud humana. Además, la pasteurización hace que la leche de las vacas enfermas en vaquerías poco sanitarias resulte relativamente «inofensiva» para el hombre, ya que mata algunos de los gérmenes peligrosos -aunque no todos-, y esto también contribuye a abaratar los costes de producción de la industria…”

“La homogeneización consiste en fragmentar y pulverizar las moléculas grasas hasta el punto de que no puedan separarse del resto de la leche. Pero los minúsculos fragmentos de grasa así obtenidos se filtran con facilidad a través de las paredes del intestino delgado y aumentan considerablemente la cantidad de colesterol y grasas desnaturalizadas absorbidas por el cuerpo. En realidad, se absorbe más grasa láctea bebiendo leche homogeneizada que consumiendo nata pura. Las mujeres preocupadas por la osteoporosis deberían tomar buena nota de todos estos datos sobre los productos lácteos pasteurizados: esta leche desnaturalizada no aporta el calcio suficiente para combatir la citada enfermedad, como queda plenamente demostrado por el hecho de que las mujeres

norteamericanas, que consumen grandes cantidades de diversos productos lácteos pasteurizados, presentan una mayor incidencia de osteoporosis que las de cualquier otro país del mundo. La col cruda, por ejemplo, proporciona muchísimo más calcio asimilable que cualquier cantidad de leche pasteurizada o sus derivados, como yogures, quesos y todos los demás productos lácteos desnaturalizados”.

Frutas. Se comen con el estómago vacío, es decir, cuando aparece la sensación de hambre. Nunca con otras comidas o inmediatamente después de estas. No es conveniente comerlas como postre.

Las frutas ácidas no se consumen al mismo tiempo que las dulces. Por ejemplo: naranja o piña con banano o plátano. Los melones [melón, papaya (fruta bomba) y sandía (melón de agua)]  se consumen sin combinarse con ninguna otra fruta. Se comen por aparte, incluso sin mezclarse entre ellos. Mejor si se destina un tiempo de comida solo a las frutas o al menos, dejar un tiempo suficiente para que sean digeridas: 20-30 minutos antes de ingerir otras comidas. Es claro que lo más conveniente es consumir frutas frescas, crudas, de temporada y de la propia región en la que se viva.

Otros consejos universales

Comer despacio y masticar los alimentos. La observación diaria evidencia que en el mundo contemporáneo, prácticamente: ¡solo los adultos mayores mastican! Es lamentable que ese maravilloso hábito lo haya perdido la civilización actual. Es inconcebible que prácticamente todos, a través de la “educación mecanicista y cansona”, como la define el Buda Maitreya, “aprenden” en la escuela primaria o básica la importancia del bolo alimenticio y la función de la saliva. Pero ese “aprendizaje” fue únicamente para el cerebro, de tipo intelectual, no fue un “aprendizaje significativo” como lo recomienda el gran pedagogo norteamericano Ausubel. Fue un aprendizaje “muerto”, ya que casi nadie lo lleva a la práctica. En la actualidad es común observar a las personas que literalmente engullen o tragan sus alimentos sin masticarlos.

En el clásico de la medicina natural: “Cúrese usted mismo” de Carlos Kozel, se afirma que: “el que mastica mal también digiere mal”. Kozel denomina a la boca “el primer estómago”  y explica que: “Cada órgano en el cuerpo tiene bien determinado su trabajo, el cual sólo podrá ser cumplido si el hombre, que sabe portarse a veces tan imprudentemente, no le estorba en su tarea. Una falta que se comete con respecto a la forma de alimentación es el no masticar lo suficiente. Pues el estómago no está provisto como para hacer el trabajo que pertenece a la boca y a la saliva; él no puede realizar la transformación de los carbohidratos (almidones) en sustancias azucaradas. El estómago no tiene a disposición ninguna clase de humores que puedan transformar el almidón en maltosa, ya que este es el trabajo de la saliva mediante la acción de la ptialina”. Reids transcribe una cita de Gandhi: «Bebe tu comida y mastica tus bebidas», lo cual quiere decir que los alimentos sólidos deben masticarse hasta que adquieran una consistencia líquida antes de ser tragados, mientras que los líquidos deben ser ingeridos tan lentamente como los alimentos sólidos”.

 Otro aspecto importante relacionado con los desordenes alimenticios de la vida contemporánea,, lo constituye el sobrepeso y que principalmente es producto del exceso de toxinas que se acumulan en el cuerpo. Estas son resultado de la mala alimentación, de lo que el organismo no puede digerir y no puede expulsar. ¿Qué opción le queda a la máquina humana? Almacenarlo en bodegas de basura en todo el cuerpo, empezando por el abdomen. El sobrepeso desaparece con estos consejos de vida dados por la Trofología. Pero además es aconsejable consumir cada vez más alimentos crudos ya que estos contienen un alto contenido de enzimas, que entre otras funciones, barren con toda la basura del organismo y la llevan al torrente sanguíneo para su eliminación. Además es impostergable la limpieza periódica del colon, entre otras maneras naturales, mediante el ayuno.

La ciencia del ayuno. Otro consejo crucial. Todas las antiguas religiones y, prácticamente, en todos los libros sagrados de la humanidad se recomienda el ayuno. La dieta disociada explica que este no tiene únicamente razones espirituales. Es determinante para eliminar las toxinas del cuerpo. Quien esté habituado a un ayuno semanal de 24 horas o a uno de 2-3 días cada mes o cada 3 meses sabe por experiencia que prácticamente no enferma nunca.

Es aconsejable iniciar el proceso de desintoxicación a base de semi ayunos consistentes en consumir únicamente frutas o legumbres, como el que se narra en la Biblia, en el libro de Daniel. Realizar un semi ayuno periódico de un día cada mes, luego cada semana e ir incrementando el período de duración a 2-3 días. Más adelante iniciar ayunos completos de un día al mes, hasta habituarse a un día a la semana. Es claro que se recomienda un razonable consumo de agua. Además puede acompañarse de la ingesta de psillium. Una cucharada cada tres horas mientras dure el ayuno. No está demás recomendar que al salir del ayuno, hay que seleccionar adecuadamente los primeros alimentos. Es preferible consumir alimentos fáciles de digerir y con alto contenido de enzimas. Nunca reiniciar el proceso del comer con carnes o féculas concentradas. Quien nunca ha realizado ayunos y empieza a realizarlos, pronto   comprobará plenamente la mejoría notable en su estado de salud, recuperación de la vitalidad y bienestar en general.

Apuntes finales

 Los médicos, un día aprendieron “mecánicamente” el gran consejo de Hipócrates, pero ya no lo recomiendan a sus pacientes porque están hipnotizados por los milagros de “El Anticristo” y las grandes farmacéuticas. Respecto de lo anterior, el V.M. Huiracocha, en su obra: “Plantas sagradas” afirma. “La alimentación es, asimismo, un factor de incalculable importancia para la curación de cualquier enfermedad, aunque los galenos se concreten tan sólo a aconsejar la dieta. Generalmente se denomina dieta, a no comer carne y a alimentarse exclusivamente de leche; pero muy pocos son los médicos que se toman el trabajo de estudiar un plan dietético para cada caso, como lo hacemos los médicos rosa cruces gnósticos. Sostenemos el lema de Hipócrates: “Que vuestro alimento sean vuestras medicinas y que vuestras medicinas sean vuestros alimentos”.

Es claro que habrá ocasiones especiales que tocará salirse del régimen debido, entre otros, a los casos derivados de invitaciones a comer por parte de personas que no comparten estas ideas o que no se les tienen suficiente confianza para pedir “gustos especiales”. Pero ahí también resulta una oportunidad valiosa para la observación íntima, para estudiar conductas indeseables, reacciones del Ego, así como para estudiar el organismo y comprobar de mejor manera los resultados de la dieta aquí propuesta.

Fraternalmente

 

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