Cada año, millones de personas celebran Navidad y empujados por el medio social se ven inmersos en un ambiente menos egoísta con más paz y amor hacia los seres queridos e incluso hacia el prójimo. Sin embargo, ese sentimiento especial no dura mucho tiempo, rápidamente se evapora y cada quien vuelve a ser el de siempre, sin cambios trascendentales.
Muchos cristianos creen que al celebrar el advenimiento del Cristo, también celebran el cumpleaños de Jesús de Nazaret (Jeshua Ben Pandhira). Otros se oponen a celebrar la Navidad y sostienen que los días 24 y 25 de diciembre, solo constituyen “un día más”. Sostienen que esta hermosa festividad es una fiesta pagana y que no tiene nada que ver con el cristianismo monoteísta, porque Jesús no nació por estos días.
En los estudios gnósticos, aparte de reconocer el superlativo trabajo realizado por el divino redentor del mundo, es sano sentir inmenso gozo por la venida al mundo y por las grandes realizaciones íntimas del gran kabir Jesús. No importa la fecha que nació, pero es justo celebrar su advenimiento, valorar profundamente su gran obra e imitar su ejemplo.
La poca comprensión de la misión realizada por el divino rabí de Galilea, la escasa información del esoterismo y de las vías para alcanzar la perfección, dan lugar a tantas confusiones. No basta con regocijarnos por el advenimiento de Cristo al mundo, es necesario que nos esforcemos para que Cristo nazca dentro de nosotros mismos. El nacimiento de Cristo es el nacimiento segundo del que habló Jesús a Nicodemo en el capítulo III del Evangelio de Juan. Aunque es necesario aclarar que el segundo nacimiento no es fácil, no es solo el resultado de creer, aceptar o cambiar tal o cual creencia. Tampoco es producto de un propósito o convicción por más seria que parezca. El nacimiento de Cristo es producto de un trabajo en pareja, en castidad, extenso y enorme, que conlleva cambios profundos en la conducta y muchas realizaciones e iniciaciones.
Concebir esta fecha como un “día más” puede tener algún sentido si reconocemos que nada o poco hemos realizado por nuestro crecimiento interior, si tomamos conciencia que por esta época lo que prevalece en muchas personas es el marketing, la voracidad de los comerciantes y el afán por vender, comprar, comer hasta el empacho y embriagarse. Que por más y mejores influencias exteriores recibamos, ya sea del cosmos, de los amigos o la familia, si no hay un esfuerzo propio sincero y constante, nada lograremos. Pero cuidado: huir de las celebraciones de Navidad puede acercar más a las personas a “la materia” y al ateísmo.
El Avatar de la Era de Acuario, Samael Aun Weor explica que: “Nadie sabe con exactitud la fecha exacta en que nació Jesús de Nazaret. Existieron 136 fechas distintas asignadas al nacimiento de Jesús. Los gnósticos iniciados resolvieron con suma sabiduría fijar la fecha de nacimiento de Jesús para el 24 de diciembre a las doce de la noche, es decir, para los primeros minutos del 25 del mismo mes”.
El nacimiento de Cristo es totalmente simbólico y lleva un mensaje profundo a la conciencia de cada individuo. El nacimiento, vida, pasión, muerte y resurrección del Señor de perfección está rodeado de muchas alegorías, metáforas y mensajes en clave. Toda su vida forma parte de un “mito solar” estudiado y representado desde tiempos inmemoriales en todas las grandes y antiguas religiones.
Explica además el venerable maestro que: “El héroe del mito solar ha sido siempre presentado en todos los tiempos como un Hombre-Dios, y su vida se desarrolla y desenvuelve conforme a la carrera del Sol, que es el vehículo cósmico del Logos Solar. En el pasado, en los antiguos tiempos, el nacimiento de Mitra se celebró siempre con grandes regocijos en el solsticio de invierno. Horus, espíritu divino, hijo de Isis y Osiris, en el viejo Egipto de los faraones, nacía también en el solsticio de invierno”.
“El Niño Sol nace el veinticuatro ya para amanecer del veinticinco de diciembre y se crucifica en el equinoccio de primavera para dar vida a todo lo que existe. Lo fijo de la fecha de su nacimiento y lo variable de su muerte tienen siempre en todas las teologías religiosas honda significación”.
“Débil y desvalido nace el niño del Sol en este humilde pesebre del mundo y en una de esas noches muy largas del invierno, cuando los días son muy cortos en las regiones del norte. El signo de la Virgen celestial se eleva en el horizonte por la época de Navidad y así nace el Niño para salvar al mundo. El Cristo sol durante la infancia se encuentra rodeado de peligros, y es a todas luces bien claro que el reino de las tinieblas es mucho más largo que el suyo en los primeros días, pero él vive a pesar de todos los terribles peligros que lo amenazan”.
“El Cristo, Señor nuestro, nacerá siempre dentro del humilde establo individual de todo iniciado preparado. La madre del Señor ha sido, es y será siempre la divina madre Kundalini, la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes. Los reyes de la inteligencia, los tres reyes magos, los verdaderos genios, reconocerán siempre al Señor y vendrán a adorarle. El niño se verá siempre en grandes peligros; Herodes, el mundo, los tenebrosos, querrán siempre degollarlo”.
“En todas las escuelas de misterios se representaba en forma dramática toda la carrera solar, desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección. El iniciado constituía su vida con el drama solar y se convertía de hecho en un individuo solar”.
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