Entre la ceiba y el cantil

Entre la ceiba y el cantil

Ensayemos otro canto
y seamos chantres de una catedral mínima
de aquesta que acaricia los caminos
y lleva envuelta una luz en su pobreza…
Carne y sangre habitan brevemente juntas…
En tanto contruyen el alma desde el semen.

Nos toca hoy llevar el hacha adentro deste amable bosque
más cerca de las ceibas, de las ceibas y el río
plantar y callar… no en balde fuimos a Xibalbá
y ya es tiempo de hollar otra montaña.

Qué importa, pues, que al coro mío
lo acompañen nada más trovas antañas
y alguna lumínica antistrofa venida de Perseo
Es que en las fontas do dicen su augur las pitonisas
ahí se me dijeron cosas con baba de sierpes encendidas
¡Nocse Te Ipsum!

Por eso mi camino, ese que tengo a solas
y que sólo mi amada conoce de seguro
tiene una suerte de luz y algo de oscuro
acaso a ello se deba que me guarde entre las flautas
y toque para mi alma el hydraulis…
Me debo a mi mismo un caramillo
y quiero aprender la lengua de Zuyúa… Mirad que en Tula tengo abuelos
por eso me voy, al encuentro del viejo Gadu
Él me enseñará los oficios del muro y la madera
nivelaré la casa y a plomo las dos columnas nos guardarán de día y noche
Oh Alhá tengamos otras semanas para encontrar la escala de las siete gradas
y saludar los cuatro rumbos, y al arriba y al abajo y al adentro…
Sabed que en la vecindad derecha de mi casa se alza en la mañana Hun Ahpú.

Me voy de los oídos y el aplauso
allá las máscaras y las túnicas
sólo me llevaré la niña blanca
que me dio Melpómene
los metros sagrados de Esquilo
y los sonetos del Guillermo del Támesis (que debo aún llorar las lágrimas de Lear)
A Lope y a Hugo los llevaré completos
y en la diestra la maza yaquí de Kiché Achí (y los asuntos ciertos del viejo Rabinal)

Unas sandalias quiero, que me voy
y una hoz adamantina para segar legiones
y acaso un magno sombrero del gran Señor que guarda abajo… bajo su ala me iré sin que me vean
Sí, dadme ¡Oh Cielos!, ¡oh Tierra!, aquel espejo de Atena…

Para seguir el canto que ahora toca
no necesito equipajes de mundo
tan sólo dos serpientes que alcen el camino
un cayado sencillo y una mudada simple…
las aves tienen mucho y cambian poco su ropa
el canto es lo que importa… una danza que gire
como arriba derivan los astros y los números…

Me voy de los tinglados con cardio agradecido
bendigo a los que dejo y anhelo que las musas y los monos sagrados
guarden almas y oficios…
no dirá más mi gargante más que las voces
que me ordena el fuego…
aquellas que el agua tiene por supremas
y que elevan por dentro y hacia arriba.

-Luis Eduardo Escobedo Gowans-

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