Las tres gunas de la Prakriti

Contenido

Introducción

La Prakriti y las tres gunas

Qué son las gunas

Las gunas en el ser humano y la búsqueda del equilibrio

Tres clases de fe

Tres clases de sabiduría

La sabiduría del Atman Vidya y el sacrificio

Las tres clases de placer

Los alimentos y las tres gunas

La acción y el desapego

Introducción

El Bhagavad Gita (Guita o Gitá en algunas versiones, el canto de Bhagavan  o simplemente canto del Señor),es uno de los libros sagrados más reconocidos en el campo espiritual. Es considerado como un clásico de la religión universal. Forma parte de la gran epopeya hindú: El Mahabarata. El Gita, como también se le denomina, relata un largo diálogo entre Krisna y su discípulo Arjuna (Áryuna o Arjona en algunas versiones). Krisna es la encarnación de Visnú, el dios Hijo, el segundo Logos en la cosmovisión hindú.

Arjuna es un príncipe pandava que al iniciar el diálogo con Krisna tiene dudas si se lanza a la batalla contra otro clan tribal, los kurus, al que pertenecen muchos familiares y amigos suyos. Es claro que la lectura completa de este bello diálogo, implica la comprensión del simbolismo oculto tras el llamado al combate contra “los seres queridos” que no están fuera de cada quién, sino dentro de uno mismo. La Antropología Gnóstica, enseña que esos seres queridos, son equivalentes a “los infieles” del Islam, a los “diablos rojos de Seth” en la tradición egipcia, como también al Goliat bíblico y su ejército de filisteos, al que vence David el, aún, pastor de ovejas con una piedra tal como se narra en el primer libro de Samuel. Son equivalentes también a los nobles príncipes de Ítaca que sitiaron el palacio de Ulises pretendiendo a Penelope en, el clásico de la literatura épica, La Odisea. El clan de los kurus, lo mismo que todos los “infieles”, se encuentran en el interior de la psiquis humana. Constituyen la viva personificación del Ego, del yo de la Psicología Gnóstica, del mí mismo, de los defectos de carácter de cada criatura humana, los elementos indeseables de conducta.

El Kalki Avatar, en la lección de virgo de su obra: Tratado esotérico de Astrología Hermética hace un estudio de las tres gunas de la Prakriti y explica lo siguiente: “Todo Cosmos nace de la Prakriti y se disuelve en la Prakriti. Todo mundo es una bola de fuego que se enciende y se apaga entre el seno de la Prakriti. Todo nace de la Prakriti, todo vuelve a la Prakriti. Ella es la gran Madre”.

En la cosmovisión gnóstica, la Prakriti es la Madre Naturaleza, es dios madre manifestada en la Naturaleza. Así lo explica Julio Pardilla, en su versión del Bhagavad Gita. La Prakriti es la Naturaleza. Pardilla explica también que: “Si bien Prakriti es simple, su manifestación se lleva a cabo mediante tres poderes, cualidades o elementos, llamados gunas. En prakriti esos aspectos o cualidades se hallan en perfecto equilibrio, formando una misma cosa. Si uno de los gunas predomina más que los otros dos (que es lo normal), da lugar al mundo diverso de las inclinaciones naturales de las diferentes criaturas, tal y como es percibida por nuestros sentidos”.

Pardilla, además, explica que: “Los gunas o elementos constitutivos de la materia, son tres: Sattva, (estado ideal, perfección, claridad, quietud), Rajas (actividad creativa), y Tamas (oscuridad, inercia abúlica, ceguera espiritual). Sattva es la armonía, Rajas es la actividad, la pasión, la fuerza que nos ayuda en la lucha por la vida, y Tamas es el caos, lo inerte, lo obtuso”.

El estudio de las tres gunas facilita también la comprensión de un antiguo sistema de clasificación derivado de las cualidades de cada guna. De esta manera, se reconocen tres tipos de personas, tres tipos de sacrificio, tres tipos de comida, entre otros.

La Prakriti y las tres gunas

Samael Aun Weor, en la lección de virgo de la obra ya mencionada, cita los siguientes versos del Bhagavad Gita[1]: «La gran Prakriti es Mi matriz, allí coloco el germen y de ella, ¡oh Bharata!, nacen todos los seres». ¡Oh Kountreya!, la Prakriti es la verdadera matriz de cualquier cosa que nace de distintas matrices, y Yo soy el germinador paterno».

«Sattva, rayas y tamas, estos tres gunas (aspectos o cualidades), nacidos de la Prakriti, ¡Oh tú de poderosos brazos!, atan fuertemente el cuerpo al ser encarnado. De ellos, el sattva que es puro, luminoso (ayuda al conocimiento) y bueno, ata al ser encarnado, ¡oh impecable!, mediante el apego a la felicidad y al conocimiento. «¡Oh Kountreya!, sabe que rayas es de naturaleza pasional y es la fuente del deseo y del apego; esta guna ata fuertemente al ser encarnado a la acción. ¡Oh Bharata!, sabe que tamas nace de la ignorancia y alucina a todos los seres; él ata al ser encarnado mediante la inadvertencia, la pereza y el sueño”. (conciencia dormida, sueño de la conciencia).

Krisna, en el Gita, continúa con su explicación de las cualidades de las gunas: “¡Oh Bharata, sattva lo ata a uno a la felicidad; rayas a la acción; mientras que tamas, cubriendo el conocimiento, lo ata a la falta de comprensión. ¡Oh, Bharata!, sattva predomina, a veces, sobre rayas y tamas; otras veces rayas predomina sobre tamas y sattva; y también, tamas se destaca cuando domina a sattva y rayas. Cuando el conocimiento brilla a través de los sentidos, se debe considerar que predomina sattva. Cuando prevalecen la codicia, la actividad, el concepto de nuevas empresas, la intranquilidad y el deseo, entonces, ¡Oh Bharata!, predomina rayas. Y cuando predomina el tamas, ¡oh Kountreya!, prevalece la oscuridad mental, la inercia, la inadvertencia y la alucinación”.

Qué son las gunas

Además de Julio Pardilla, otros autores explican qué son y qué características tienen las o los gunas. Annie Besant, en su versión del Bhagavad Gita, explica que las gunas son tres cualidades que componen el Universo. También las denomina: “cualidades dimanantes de la Naturaleza”. Explica que se hallan presentes en todas las criaturas en diversas proporciones, incluso hacen referencia a tres naturalezas distintas de las personas. Ellas son: sattwa (armonía), rajas (actividad) y tamas (inercia). Según Besant, las gunas afines establecen relaciones entre sí. De esta manera las gunas de los sentidos, se ponen en contacto con las gunas de los objetos.

Para Sathia Sai Baba, en su correspondiente versión del Gita, las gunas son atributos, ya sea de la materia o de los seres humanos. También, las identifica, como las tres cualidades, condiciones o comportamiento de la Naturaleza o cualidades o atributos de la materia. También, como características humanas, tipos de conducta, cualidades y atributos.

Para Baba, las tres gunas se caracterizan así: rajas: actividad, dinamismo, inquietud; satva: pureza, equilibrio, bondad, nobleza, sabiduría, apacibilidad; tamas: ignorancia, inercia, torpeza, oscuridad. De las cualidades (gunas), la de la virtud (satvaguna) es pura y refulgente; la de la ignorancia (tamoguna) es oscura; por eso se distinguen con los colores opuestos de blanco y negro. El cuerpo físico, constituye el vehículo de las gunas en el ser humano. Así, por ejemplo, el cuerpo está asociado con los gunas o atributos tamas, rajas y satva; así, el individuo, en contacto con aquel, se identifica con el cuerpo e imagina que está experimentando pesar y alegría, que son las consecuencias de los gunas.

En la versión del Gita, transcrita por Baba se lee además: «Si los tres gunas, satva, rajas y tamas, están parejamente equilibrados, entonces no habrá cambio en él. Mas esto nunca sucede; siempre están fuera de equilibrio. Cuando uno es el dominante y los otros quedan latentes, entonces la Naturaleza obliga al individuo a asumir muchos aspectos. Los gunas representan los tres aspectos de la naturaleza humana. El rajas es el apego que genera deseos y crea el anhelo de disfrutar el mundo de los objetos materiales que es `visto’; fomenta el deseo por el placer físico y el celestial. El tamas no puede captar la realidad, de ahí que fácilmente malinterprete y tome lo falso por verdadero. Conduce a las personas a la negligencia y al error; ata en vez de liberar. El satva controla la causa del pesar y la tristeza; estimula a la gente a seguir el sendero de la alegría y la felicidad verdaderas. Por tanto, concentrarse y no sentirse afectado por ninguno de estos tres atributos constituye la base de la pureza y de la constancia».

Las gunas en el ser humano y la búsqueda del equilibrio

A la luz de la Gnosis, las tres gunas, están relacionadas con las tres fuerzas primarias de la Naturaleza: Santo afirmar, Santo negar y Santo conciliar; las fuerzas positiva, negativa y neutra de toda creación. Según los estudios gnósticos, en el ser humano, se relacionan con tres estados del alma o tres niveles de Ser, el Ser de la humanidad mecánica, el Ser del hombre consciente, el Ser del maestro de misterios mayores. Se pueden relacionar con las tres categorías de constructores, según la clasificación de los gremios y logias, como la Masonería: aprendices, compañeros y maestros. El Avatar de la Era de Acuario, explica que las tres gunas corresponden a los siguientes tipos de seres humanos: los decididamente perversos, las gentes comunes y corrientes y por último los más puros y nobles habituados a realizar buenas acciones.

En el terreno psicológico, se relacionan con la naturaleza tricéntrica de la máquina humana, cada guna se asocia a un centro de la máquina: Sattva, con el centro pensante, rayas con el centro sensible y tamas con los centros físicos (motor, instintivo y sexual); pero más profundamente, dentro de cada centro se relacionan con tres partes en las que se subdivide cada uno. La Psicología del Despertar de la conciencia enseña que conforme a la ley de Octava o ley de Siete y de acuerdo con el principio de Correspondencia, a la manera de los fractales, cada centro replica en sí mismo a los restantes. De tal manera que en cada centro se encuentra una parte intelectual o superior, una parte intermedia o emocional y una parte inferior, mecánica o instintiva-motor-sexual.

De acuerdo con la Psicología Gnóstica, las tres partes de los centros están determinadas por el tipo de atención que se presta a determinado asunto. La parte mecánica trabaja con atención cero y en consecuencia trabaja solo con asociaciones mecánicas, la parte emocional de cada centro trabaja con atención plena. Los conocimientos derivados de este tipo de atención, son de carácter semi consciente. Finalmente, existe la atención dirigida por el esfuerzo, el amor y la voluntad. Es la que resulta del acto de recuerdo de sí. Este tipo de atención es la que trabajan las partes superiores de cada centro. La práctica constante para desarrollar la capacidad de la sensación de sí o sensación de la propia masa, del propio cuerpo físico, es clave para lograr el recuerdo de sí. La íntima recordación de uno mismo y el desarrollo de la atención, son indispensables para el auto conocimiento y el despertar de la conciencia.

En el glosario de términos sánscritos de la versión del Gita escrita por Antonov y Teplyy se explica que guna, es el término que designa, primero que nada, cierta combinación de cualidades humanas. Y cada persona debe ascender los tres niveles de las gunas. “Para esto es necesario adquirir primero las cualidades propias de la guna rajas y luego de la guna sattva”. Es así como el gnóstico sincero debe aprender a cambiar su frecuencia vibratoria, aprendiendo a trabajar con las partes superiores de sus centros, para elevar su nivel de Ser.

En todo ese trabajo, el sabio, el iniciado, tarde o temprano debe aprender a liberarse de las tres gunas de la Prakriti. Debe aprender a liberarse de los pares de opuestos, de la dualidad y descansar en la tercera fuerza, en la no dualidad, como lo enseña la filosofía Advaita. Debe aprender a trabajar resueltamente en los tres factores de la Revolución de la conciencia.

Continuando con la explicación que da Samael Aun Weor, en la lección de Virgo de su obra: Tratado esotérico de Astrología Hermética, se lee lo siguiente: “Quien quiera nacer de nuevo, quien quiera lograr la liberación final, debe eliminar de su naturaleza las tres gunas de la Prakriti. Quien no elimina la guna sattva, se pierde entre el laberinto de las teorías y abandona el trabajo esotérico. Quien no elimina a rayas, fortifica el ego lunar mediante la ira, la codicia, la lujuria. No debemos olvidar que rayas es la raíz misma del deseo animal y de las pasiones más violentas. Rayas es la raíz de toda concupiscencia. Esta última, en sí misma, es el origen de todo deseo. Quien quiera eliminar el deseo, debe primero eliminar la guna rayas. Quien no elimine a tamas, tendrá siempre la conciencia dormida, será perezoso, abandonará el trabajo esotérico, por causa de la flojera, inercia, pereza, falta de voluntad, tibieza, falta de entusiasmo espiritual, será víctima de las tontas ilusiones de este mundo y sucumbirá en la ignorancia”.

Tres clases de fe

En la versión de Julio Pardilla, se lee lo siguiente: “Entre los hombres mortales hay tres clases de fe, de acuerdo con su propia naturaleza, que son: de luz, de fuego y de oscuridad. La fe que tiene cada persona va siempre de acuerdo a su propia naturaleza; esta fe es lo que configura a cada hombre: según su fe, así es el hombre”.

Vijoyananda, en el capítulo XVII de su versión del Gita, explica que shraddha es la actitud mental compuesta de sinceridad, reverencia, humildad y fe. Uno de los párrafos que a continuación transcribimos, es citado por el Avatar de la Era de Acuario, cuando al referirse a los cuatro caminos de la espiritualidad, advierte que al recorrer la vía del faquir, no se debe caer en la tortura del cuerpo físico.

“La sharadda que, según su naturaleza, traen los seres encarnados, es tripe: sáttvica, rayásica y tamásica. Oye lo que te diré sobre esto. ¡Oh Bharata!, la shraddha de cada persona es según su constitución; el hombre es un producto de su sharaddha; él refleja su sharaddha. Los hombres sátvicos adoran a los devas (seres celestiales), los rayásicos a los yakshas y rakshasas (seres con poderes sobrenaturales), y los tamásicos a los espíritus y los elementos”.

“Los hombres que practican severas austeridades no recomendadas por las escrituras, solo por ostentación y egoísmo; esos apegados y concupiscentes, desprovistos de sensatez, torturan a todos los órganos del cuerpo, y a Mí también, que moro dentro del cuerpo Conócelos; son de propósitos demoníacos”.

Tres clases de sabiduría

En la versión de William Walker Atkinson, más conocido como yogui Ramacharaka, se encuentra una maravillosa explicación de las clases de sabiduría: “Escucha ahora, oh Arjuna, pues voy a hablarte de las tres clases de sabiduría y las tres clases de concentración, según el estado de preponderancia de cada uno de los tres gunas.

Hay un tipo de sabiduría que sabe lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, sabe a qué hora partir y a qué hora regresar, que discierne con claridad distinguiendo qué es el miedo y qué es la audacia, qué es la esclavitud y qué es la liberación: a esto se le llama sabiduría pura y corresponde a la naturaleza sáttvica. La segunda clase de sabiduría es la impura; esta no distingue entre lo que es correcto y lo que no lo es, lo que es justo y lo que es injusto, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Esta segunda clase corresponde a la naturaleza rajásica. La tercera es la sabiduría que ha sido oscurecida por las tinieblas del olvido y la pérdida de conocimiento; de tal modo que se llega a considerar lo incorrecto como correcto, y con el pensamiento crear cosas que no existen, considerándolas como reales.

Cuando se medita en el Yoga del Eterno Conocimiento, el movimiento de la mente y del aliento vital están en armonía, trayendo como consecuencia paz interior y concentración: esa concentración es pura. Mas esa concentración que se produce cuando seguimos un deseo egoísta en busca de recompensas, nos apega a las riquezas, los placeres, e incluso a las ceremonias religiosas, si en ellas buscamos la realización de deseos egoístas: esta es la concentración impura que produce la pasión. Y esta misma concentración es la que mantiene al insensato en la inercia de su pereza recalcitrante, en su miedo, su autocompasión, su depresión y sus vicios inveterados. A decir verdad, esta concentración es de naturaleza tenebrosa y demoníaca.

La sabiduría del Atman Vidya y el sacrificio

En la lección de Acuario de su obra: Tratado de Astrología Hermética, el Buda Maitreya explica que para alcanzar el Atman Vidya o real sabiduría del Ser, de Atman, del Pneuma, se requiere de los tres factores de la Revolución de la conciencia. También explica que “es imposible llegar al Atman Vidya sin antes habernos conocido a sí mismos”.

Respecto del tercer factor de la Revolución de la conciencia, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas, explica que conforme a las tres gunas de la Prakriti, hay tres clases de sacrificio, es decir, sacrificio sátvico, rayásico y tamásico. “El sacrificio sáttvico se hace según los mandamientos divinos, concentrándose en el culto, solo por el culto, por hombres que no desean el resultado. El sacrificio rayásico se hace por tentación y deseando los frutos. El sacrifico tamásico se hace siempre contra los mandamientos, sin fe, sin los mantras, sin caridad para con nadie, sin amor a la humanidad, sin ofrecer el óbolo sagrado a los sacerdotes o gurús, etc., etc., etc. El tercer factor de la Revolución de la conciencia es el sacrificio, pero el sacrificio sáttvico, sin desear el fruto de la acción, sin desear recompensa; sacrificio desinteresado, puro, sincero, dando su vida para que otros vivan y sin pedir nada en recompensa”.

En relación con las formas de sacrificio, de los diferentes tipos de actos de caridad y la acción, en la versión del Gita escrita por Pardilla, se lee lo siguiente: “Se puede decir que un sacrificio es puro cuando se hace como una ofrenda de adoración y de acuerdo siempre con la Ley Eterna. Sin apego a sus frutos, cobijando en el corazón el sentimiento de “es mi deber”. Esto es propio de los hombres de naturaleza sáttvica. Mas aquellos sacrificios que se ofrecen solamente para ganar bendiciones materiales, o con expectativas de cualquier tipo de recompensa, como puede ser la egolatría o la ostentación, son sacrificios impuros. Esto es propio de los hombres de naturaleza rayásica. Aquellos sacrificios que van en contra de la Ley Eterna, ofrecidos sin fe ni respeto por las enseñanzas sagradas, en los que no se ofrecen alimentos ni se recitan los cantos debidamente: este es un sacrificio propio de los hombres de naturaleza tamásica”.

“Una limosna es pura cuando se da por amor y de todo corazón a la persona adecuada en el momento correcto y en el lugar apropiado, al tiempo que, desapegado de toda posible recompensa por esa acción: esta es la caridad sáttvica. Mas cuando se da una limosna esperando algo a cambio, en forma de recompensa inmediata o bien futura, o simplemente, cuando se da sin sentirlo en el corazón, sino por mera prodigalidad: esta caridad es impura y es propia de la naturaleza rayásica. Cuando se da una limosna para que otros lo vean o como arrogante auto halago, o en un lugar inadecuado, en un momento inapropiado y a una persona que no lo va a usar debidamente: esta caridad es deleznable y propia de la naturaleza tamásica”.

“El servicio desinteresado, los donativos, y la autodisciplina, jamás se deben abandonar. Por el contrario, han de practicarse, pues son medios de purificación. Pero incluso estas acciones, oh Arjuna, han de realizarse con la misma disposición que si fueran una ofrenda directa al Señor, y sin esperar recompensa alguna. Esta es mi firme determinación al respecto. No está bien dejar inacabada o abandonar la tarea que, como tu deber, tienes encomendada, pues es tu servicio por Mí. Tal renuncia a la acción sería un engaño de tu ignorancia. Y aquel que abandona su servicio por miedo al padecimiento físico, pensando para sí: “esto es desagradable”, tal renuncia a la acción es un acto impuro propio de la naturaleza rayásica y, en verdad, tal actitud no se ve recompensada”.

“Mas, oh Arjuna, aquel que pensando para sí: “este es mi servicio”, me adora realizando aquellas acciones que son su deber, renunciando a todas las expectativas de goces y recompensas, sus acciones son puras y la paz mora en su corazón. Este hombre está claro y no duda en entregarse, pues de este modo se purifica y la paz está con él. Ya no ve diferencias entre tareas agradables y desagradables, pues para él el servicio es siempre una fuente de dicha. Para los hombres que viven en este mundo físico, es completamente imposible la total renuncia a la acción, mas aquel que es capaz de renunciar al fruto de su acción, en verdad, ese hombre hace vida de renuncia. El hombre que realiza sus acciones con egoísmo buscando su recompensa, a su debido tiempo obtendrá los frutos en forma de placer, o dolor, o ambos al tiempo quizá. Mas aquel que actúa con desapego renunciando a la recompensa, acumula riquezas para la Eternidad”.

Las tres clases de placer

En la versión de Ramacharaka para el Gita, se explica que hay tres clases de placer: “Abre tus oídos, oh Arjuna, pues te voy a hablar de las tres clases de placer. El placer que se obtiene siguiendo el camino de la Verdad es el que definitivamente acaba con todos nuestros sufrimientos y amarguras. Lo que en un principio nos parece como un cáliz de sufrimiento termina convirtiéndose en el vino de la inmortalidad. Y a esto se le llama placer puro: es la dicha que resurge cuando se obtiene la visión clara del Espíritu”.

“Mientras que el placer que produce el apetito de las pasiones es impuro, porque, aunque al principio su sabor sea como el de un licor dulce, el sabor final es el de un brebaje venenoso. Así de ilusorio es el placer que se obtiene de la relación entre los sentidos y los objetos que despiertan nuestro apetito sensual”.

“Y la tercera clase de placer es aquel que, siendo falso desde el principio hasta el final, no solo nos priva de satisfacción sino que aumenta nuestros deseos, siendo un engaño para el alma. El deseo por este tipo de placer solo surge de la abulia y la idiotez, la pereza y la depresión: este placer es propio de la naturaleza tenebrosa de tamas. Entre el Cielo y la Tierra no existe nada que esté libre de las influencias de estos tres poderes de la Naturaleza: los gunas”.

La psicología del placer, forma parte importante del estudio sobre sí mismo. Quien quiere trabajar sobre sí, en la búsqueda de la transformación interior, ha de trabajar sobre la identificación o apego al placer. Además debe estudiar su propia sexualidad, valorar su energía creadora, el ens seminis y huir de la fornicación.

Los alimentos y las tres gunas

En la versión del Bahagavad Gita, según Pardilla, se lee: «Los santos que comen de los alimentos que son ofrecidos al Señor, quedan libre de pecado. Mas la gente mundana que hacen fiestas para gozar de la comida, de este modo pecan. El alimento da vida a los seres, y este proviene de la lluvia caída del cielo. El sacrificio atrae la lluvia del cielo; es una acción sagrada. Ahora te voy a hablar de los tres tipos de alimentos…»

«Los alimentos puros dan salud, equilibrio mental, vitalidad y vigor para vivir una larga vida; son sabrosos, nutritivos, y dan armonía al cuerpo. El hombre puro solo come alimentos puros, encontrando su paladar deleite en ellos, y alegría su corazón. Los hombres de naturaleza rayásica prefieren los alimentos rayásicos: agrios, picantes, salados y ardientes. Mas esto les produce pesadez, molestias y enfermedades. Los hombres de naturaleza tamásica, que viven aturdidos por la ignorancia, sienten predilección por los alimentos rancios, desabridos, guardados y viejos, sobras de comida de días anteriores y, en general, alimentos impuros no dignos de ser ofrecidos al Señor».

En la versión de Vijoyananda para el Gita, se lee: A los sáttvicos les gustan los alimentos que aumentan la vitalidad, energía, fuerza, salud, felicidad y apetito, y que son sabrosos; que son oleaginosos, sustanciosos y agradables. Los alimentos preferidos por los rayásicos, son los amargos, ácidos, salados, muy calientes, picantes, secos y ardientes; y son los que producen pesar, sufrimiento y enfermedad. Los alimentos preferidos por los tamásicos son los desabridos, casi descompuestos, malolientes, restos del día anterior, comida fría, y alimentos impuros”.

El maestro Samael, en la lección de Virgo de su obra: Tratado de Astrología Hermética, explica que: Existen tres clases de alimentos: sáttvicos, rayásicos y tamásicos. Los alimentos sáttvicos están constituidos por flores, granos, frutas y eso que se llama amor. Los alimentos rayásicos son fuertes, pasionales, picantes en exceso, demasiado salados, exageradamente dulces, etc. Los alimentos tamásicos en realidad están constituidos por sangre y carne roja, no tienen amor, se compran y se venden o se ofrecen con vanidad, soberbia y orgullo. Comed lo necesario para vivir, ni demasiado poco, ni en exceso, bebed agua pura, bendecid los alimentos”.

En la versión de Satya Sai Baba para el Gita, encontramos una amplia explicación acerca de las tres clases de alimentos, veamos: «El alimento hace al hombre fuerte de cuerpo; el cuerpo está íntimamente conectado con la mente. La fuerza de la mente depende también de la fuerza del cuerpo. La conducta moral, los buenos hábitos y el esfuerzo espiritual dependen de la calidad del alimento; la enfermedad, la debilidad mental y la pereza espiritual son el resultado de una alimentación defectuosa. ¡Krishna!, expresó Arjuna, «te ruego me digas los constituyentes del alimento sáttvico, del rajásico y del tamásico«.

«¡Arjuna! El alimento, para ser sátvico, debe ser capaz de fortalecer a la mente tanto como al cuerpo. No debe ser demasiado salado, demasiado picante, demasiado amargo, demasiado dulce ni demasiado agrio. No deberá tomarse mientras esté hirviendo. El alimento que aviva las llamas de la sed también debe ser evitado. El principio general es que debe haber un límite, una restricción. El alimento cocinado en agua no deberá usarse al día siguiente; se vuelve dañino. Aun las cosas fritas deberán consumirse antes que adquieran olores desagradables. El alimento rajásico es lo opuesto del sátvico. Es demasiado salado, demasiado dulce, demasiado picante… demasiado agrio, demasiado oloroso. Un alimento tal excita e intoxica.»

Líneas adelante explica también acerca de las tres purezas relacionadas con los alimentos: «Hay tres `purezas’ que deben observarse: pureza de los alimentos; pureza de los utensilios con los que se prepara el alimento; y pureza de las personas que sirven los alimentos preparados. No es suficiente que las provisiones sean puras y de buena calidad. Deben haber sido obtenidas por medios honestos; ninguna ganancia deshonesta, injusta, falsa, debería usarse para la manutención propia. Estas provisiones están contaminadas desde su origen».

«Tanto el origen como el curso y la meta final deben ser igualmente puros. El utensilio debe estar limpio, libre de impurezas. La persona que sirve debe ser no solamente limpia en el vestir sino limpia de hábitos, de carácter y de conducta. Debe estar libre de odio, de ira, de preocupación e indiferencia mientras sirve los platillos; debe estar contenta y tranquila. Y debe ser humilde y llena de amor. Mientras atienda a los comensales, no debe permitir que en su mente moren ideas malas o viciosas. La limpieza o el encanto meramente físicos no son ninguna compensación para los pensamientos y los hábitos malos».

«El aspirante que quiere tener concentración ha de ser cuidadoso respecto de estas restricciones. De otra manera, durante la meditación, las sutiles influencias de los malos pensamientos del cocinero y de los sirvientes rondarán a su alrededor. Debe tenerse cuidado de que haya solamente individuos virtuosos cerca suyo. El encanto exterior, la excelencia profesional, los salarios reducidos no deberían constituir factores para que se prejuzgara en favor de cocineros y ayudantes peligrosos. Examina cuidadosamente sus hábitos y su carácter. El alimento que comes es un constituyente muy importante del material físico y mental con que tienes que luchar en el campo espiritual. La pureza de la mente puede y tiene que ser completada por la pureza del cuerpo así como por la pureza en esa importante función suya, el habla».

El cambio de hábitos alimenticios es crucial en los tiempos actuales. Gran parte de los problemas de salud pública en el mundo de hoy, tienen su origen en los mal llamados «alimentos» que consume el ser humano, así como en sus hábitos alimenticios. En sentido inverso, gran parte de las afecciones y enfermedades de la humanidad actual, se resuelven con cambios precisos en la alimentación. El cuerpo se cura. Basta cambiar hábitos alimenticios, tal como lo afirmaba Hipócrates. «Que tu alimento sea tu medicina, que tu medicina sea tu alimento» y sin necesidad de medicamentos de la «falsa ciencia». Esenciales, serán además la adopción de por vida de regímenes que propicien el bienestar completo del cuerpo físico, como el que se adquiere al estudiar la ciencia de la Trofología,  y la correcta combinación de alimentos. El buscador de la verdad, el esoterista, el gnóstico sincero debe aprender a seleccionar lo que piensa, lo que siente, lo que respira y lo que come. Además es recomendable que se habitúe a practicar la ciencia del ayuno.

Comida tamásica que por estos tiempos difunde el Anticristo (la ciencia materialista); es por ejemplo, el trigo de hoy y demás cereales transgénicos, embutidos, comida procesada y enlatados, bebidas obtenidas de esencias artificiales, comidas congeladas y frutas y verduras saturadas de tóxicos; ya sea fertilizantes artificiales o herbicidas. Otro aspecto, no menos importante de recomendar el abandono de la comida tamásica, se relaciona con el trabajo psicológico asociado a la eliminación de la gula. La gula es uno de los elementos indeseables de conducta, más difíciles de trabajar debido a que se escuda en tradiciones familiares, en la equivocada noción de bienestar mediante la cual se “programa” a las personas para que crean que comer bien, significa comer mucho y toda clase de porquerías. En un antiguo ritual, se lee: “Él no come nada inmundo”. Los medios de comunicación, la etiqueta, las recepciones, las fiestas, los banquetes, los bufett; estimulan la gula, la glorifican, le rinden culto. El abandono de alimentos tamásicos y producidos por la falsa ciencia, puede y debe ir paralelo al estudio de la función instintiva y al trabajo con la eliminación de la gula.

La acción y el desapego

Finalmente citamos a continuación, algunos párrafos, no menos interesantes que aparecen en la versión de Ramacharaka: «El mundo de los Vedas está sometido a las influencias de los tres gunas. ¡Oh, Arjuna! Elévate y líbrate de ellos; permanece en la Verdad que está más allá de todos los pares de opuestos. Ve más allá de las posesiones y las ganancias. ¡Recupera tu propia alma! El desapego en la acción no es alcanzable mediante la pasiva inactividad. Ni la suprema perfección es alcanzable por la mera renuncia. Pues el hombre no puede estar inactivo ni por un momento. Todo es impulsado a la acción irremediablemente por las tres fuerzas de la naturaleza: los tres gunas».

«Aquel que se abstiene de la acción, mas no aparta su mente de los placeres de los sentidos, vive en la ilusión y es un falso seguidor del Camino. En este mundo temporal todas las acciones suceden por intervención de los tres gunas, fuerzas de la Naturaleza. Mas el hombre, engañado por la ilusión del “Yo”, piensa: “Yo soy el hacedor.” Pero el conocedor de la relación entre las fuerzas de la naturaleza y las acciones manifiestas, sabe que algunas fuerzas de la Naturaleza trabajan sobre otras. Libre entonces de su esclavitud, ya no pretende ser el hacedor».

«Aquellos que viven sometidos a la ilusión de los tres gunas, se ven afectados por sus influencias. Mas no perturbe el sabio, que conoce el Todo, al ignorante que aún no puede verlo. Ofréceme todas tus acciones, y no hagas caso a tu mente, depositándola en lo Supremo. Libre de pensamientos egoístas y esperanzas banales, lucha, sintiendo la paz en tu interior. Todos aquellos que sigan mi doctrina y tengan fe en Mí, realizando su trabajo con pureza y buena voluntad, definitivamente encuentran libertad».

«Has de saber que de Mí proceden los tres gunas, los tres estados del alma: Sattva, Rajas y Tamas. Pero no es que Yo esté en ellos, sino que ellos están en Mí. El mundo entero, confundido por los diferentes estados que producen estas tres cualidades, ignora que Yo estoy por encima de ellos, y que soy y seré siempre imperecedero e inmutable. En verdad difícil es no verse afectado por este divino poder mío de ilusión, creado por estas tres cualidades. Únicamente aquellos que buscan refugio en Mí consiguen librarse de ese poder y superar el engañoso atractivo de la ilusión.

[1] Anónimo. Tr Swami Vijoyananda. (1960). Srimad Bhagavad – Guita. Buenos Aires. Kier, 99, 100

 

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