La morada de Barbelo

En verdad os digo: Nada traje al mundo cuando vine a excepción de este fuego, esta agua, este vino y esta sangre. He traído el agua y el fuego de la región de la Luz de las Luces del Tesoro de la Luz; y he traído el vino y la sangre de la región de Barbelo. Y después mi padre me envió el espíritu santo en la forma de una paloma. (Pistis Sophia, cap 141,

En la Cosmovisión Gnóstica, uno de los conceptos que es preciso comprender con toda propiedad, es el de Barbelo. Barbelo aparece recurrentemente en la literatura gnóstica cristiana primitiva. Por tal motivo es motivo de análisis por parte de diferentes estudiosos de la Gnosis eterna y universal. Algunos investigadores, muchas veces, debido a que carecen de la vivencia propia de la Gnosis o que no se apoyan en fuentes complementarias provenientes del pensamiento holístico, no logran desentrañar plenamente su significado y otros conceptos gnósticos. Así ocurre con José Montserrat Torrents, quien es profesor de copto en la Universidad Autónoma de Barcelona. Torrents basado en los textos séticos o setianos “invita a adoptar un procedimiento puramente descriptivo de las gradaciones que los documentos setianos introducen para explicar el intervalo entre Dios y el mundo”[1].

Torrents, propone la categoría de estratos para referirse a los “grados de la «degradación de la divinidad de los setianos»” y distingue muchos estratos para explicar los textos. El primer estrato es el de “la absoluta trascendencia”, el “Espíritu Virginal”, es decir, conforme a la terminología gnóstica actual, el Agnostos Theos, el Espacio Abstracto Absoluto, Dios inmanifestado absoluto o simplemente El Inmanifestado, el Absoluto.

Los estudios gnósticos de todos los tiempos sostienen que Dios inmanifestado, se desdobla en Dios manifestado y a través de diversas emanaciones sucesivas crea o mejor dicho, recrea eternamente una serie de seres intermedios, los elohim, ángeles o dioses de todas las religiones y que en el Gnosticismo Universal reciben el nombre de eones. Estos seres intermedios divinales o eones, crean el Universo, la materia, la Tierra, los seres vivos incluido el ser humano.

La primera emanación del Agnostos Theos, es el primer eón, la morada de Barbelo. Surge por desdoblamiento de la unidad en dualidad. El santo afirmar emana al santo negar, el aspecto femenino de la divinidad: Dios Madre. Así se lee en el Evangelio de los egipcios[2], en el que Barbelo es reconocido como el eterno femenino, la madre inefable: “El segundo poder la Madre, la virginal barbelón…” (Los Evangelios Apócrifos, 119)

Según Montserrat Torrents, “El segundo estrato viene configurado por los eones superiores femeninos. El sujeto de este estrato recibe en casi todos los textos setianos un nombre femenino: Barbeló. «En el Evangelio de Judas, Judas dice a Jesús: Tú has venido del inmortal eón de Barbeló»” (Montserrat, 40). El autor citado, expone además que “los textos designan a Barbeló «madre» y hablan de la «matriz» de Barbeló, que es fecundada por la luz del Espíritu…” (Monteserrat, 41)

Sin embargo, Montserrat Torrents, en la explicación que da al comentario de Judas, en su versión del Evangelio de este apóstol: “Tú has venido del inmortal eón de Barbeló”, cree equivocadamente que Barbelo o Barbeló equivale al “Hijo”, es decir, al Cristo Cósmico. (Montserrat, 104)

En el capítulo 3 de El libro secreto de Juan, se lee: “1 «Porque el Perfecto se contempla a sí mismo en la luz que lo rodea. Éste es el manantial del agua de vida que produce todos los mundos de todas las clases. 2 El Perfecto contempla su imagen, la ve en el manantial del espíritu y se enamora del agua luminosa. Este es el manantial de agua pura, luminosa, que rodea al Perfecto. 3 Es el Pensamiento hecho activo, y la que apareció en presencia del Padre en luz brillante salió. 4 Ella es el primer poder: ella precedió a todo y salió de la mente del Padre como el Pensamiento Anterior de todo. 5 Su luz se parece a la luz del Padre; como el poder perfecto, ella es la imagen del perfecto e invisible Espíritu virgen. 6 Ella es el primer poder, la gloria, Barbelo, la gloria perfecta entre los mundos, la gloria emergente. 7 Ella glorificó y alabó al Espíritu virgen, porque había salido a través del Espíritu. 8 Ella es el primer Pensamiento, la imagen del Espíritu. Ella se convirtió en el vientre universal, porque ella lo precede todo, el Padre común, la primera Humanidad, el Espíritu Santo, el varón triple, el poder triple, el andrógino con tres nombres, el reino eterno entre los seres invisibles, el primero en salir”[3].

También se lee en dicho libro que Barbelo pidió al Espíritu virgen que le diera conocimiento anterior, inmortalidad, vita eterna, verdad y se las concedió (Gerz, 124). En los tres primeros versos del capítulo 4 se lee que “El Padre penetró a Barbelo con una mirada, con la luz pura, brillante, que rodea al Espíritu invisible. Barbelo concibió, y el Padre produjo un rayo de luz que se parecía a la luz bendita más no era tan brillante. Este rayo de luz era el Vástago único del Padre común que había salido, y el único retoño y el Vástago único del Padre, la luz pura” (Gerz, 125)

Para explicar el papel de Barbelo y los atributos de la divinidad femenina, aún inmanifestada, Elaine Pagels, profesora de religión en la Universidad de Princeton, hace el siguiente análisis: “Valentín, el maestro y poeta, parte de la premisa de que Dios es esencialmente indescriptible. Pero sugiere que la divinidad puede imaginarse como un cuerpo bivalente; consistente, por una parte, en el Inefable, el Profundo, el Padre Primero; y, por la otra, en la Gracia, el Silencio, el Vientre y la «Madre del Todo». Valentín hace el razonamiento de que el Silencio es el complemento apropiado del Padre, designando a aquél como femenino y a éste como masculino debido al género gramatical de las palabras griegas. Luego describe cómo el Silencio recibe, como en un vientre, la semilla de la Fuente Inefable; de ésta saca todas las emanaciones del ser divino, alineadas en parejas armoniosas de energías masculinas y femeninas”[4].

Los textos séticos, tienen origen setiano, uno de los grupos gnósticos de la época del Cristianismo primitivo, que según Elaine Pagels, “se decían hijos de Set, el tercer hijo de Adán y Eva”[5].  Entre los textos séticos, tal como lo explica Stephan Hoeller[6],  se encuentra el Evangelio de los egipcios, ya citado anteriormente.

Entre las notas de El Evangelio de Judas, editado por Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst; con traducción de Domingo Almendros y publicado por National Geografic, se hace un comentario al siguiente pasaje del Evangelio: “Tú perteneces al reino inmortal de Barbelo”. “Admitir que Jesús viene del reino (o eón) inmortal de Barbelo es admitir, en términos séticos, que Jesús pertenece al divino reino celestial y es hijo de Dios. En los textos séticos Barbelo es la divina Madre de todos, de quien muchas veces se dice que es la Providencia (pronoia) del Padre, el Ser infinito El nombre Barbelo parece basado en una forma del Tetragrámaton, el sagrado nombre de cuatro letras de Dios en el judaísmo, y aparentemente viene del hebreo, tal vez “Dios (superlativo El) en (b-) cuatro (arb(a)”.

En la misma versión del Evangelio de Judas, en el capítulo titulado: La conexión gnóstica, Marvin Meyer, transcribe una frase de Judas dirigida a Jesús: “Sé quién eres y de dónde vienes. Tú perteneces al reino inmortal de Barbelo. Y yo no soy digno de pronunciar el nombre de quien te ha enviado. (Evangelio de Judas 35)”. Meyer, explica: «La frase “el reino [o eón] inmortal de Barbelo” es frecuente en los textos séticos. Se refiere al reino superior de la divinidad más allá de este mundo, y está asociada con la figura divina de Barbelo, un personaje destacado de los textos séticos, donde asume el papel de nuestra madre en los cielos»[7].

«El origen de Barbelo y de su nombre continúa sin estar aclarado, pero podría venir del inefable nombre de cuatro leras de Dios YHVH o Yahve usado en las Escrituras judías y en el judaísmo»[8]. De acuerdo con la cosmovisión gnóstica, Yahvé (Yahveh), no tiene nada que ver con YHVH, ni con Jehová o Iod-Heve el Demiurgo creador. Es oportuno aclarar lo dicho por Meyer en esta última cita, que Yahvé (Yahveh) tampoco tiene relación alguna con Barbelo. Para los gnósticos judíos, cristianos y contemporáneos, Yahvé (Yahveh) es demonio perverso, un mago negro.

Meyer continúa explicando que: «La palabra hebrea para “cuatro”, arba, puede designar el nombre sagrado, y el nombre de Arbelo puede estar derivado del hebreo mediante una expresión como “Dios (v. El) en (b-) cuatro (arb(a))”, es decir, Dios tal como se lo conoce por el nombre inefable». Líneas más adelante, Meyer explica que “Barbelo se convierte en el origen divino de la luz y la vida y la fuente —a menudo la Madre— del Niño divino en los textos séticos”[9].

Francisco García Bazán, en su versión de “El Evangelio de Judas” afirma que “el Señor viene de la Madre de la Vida, del Útero de Dios Padre”. En las notas correspondientes, explica que “Barbeló, es decir, be-arbá-elohá, en cuatro (letras) Dios, el Tetragrámaton o seno en silencio del Padre, de donde viene el Hijo, como lo expresa el arcaico himno-prólogo del Evangelio de Juan”[10]. En forma similar, Timothy Freke y Peter Gandy afirman que Barbelo es la primera emanación del Padre desconocido y que “se han avanzado varias etimologías para el nombre «Barbelo», incluida la sugerencia de que significa «en cuatro es Dios», obtenida de la tetraktys de los pitagóricos”[11]. Para Henri Charles Puech, la Madre es el pensamiento del Padre y la asocia con un doble aspecto, unas veces como Barbelo y otras como Sophia, ya sea como Entidad, virginal y trascendente o como Sophia caída[12]. Sin embargo, en la cosmovisión gnóstica, Sophia es hija de Barbelo, como se lee en el capítulo 137 de Pistis Sophia: “Y de nuevo hizo brotar otra fuerza de Pistis, la Sofía, hija de Barbelo”.

Barbelo es la primera emanación del Espacio Abstracto Absoluto, el “reino inmortal” y el principio femenino supremo. Es la Prakriti, la Madre Divina, la sustancia primordial de la Naturaleza. Samael Aun Weor, en el capítulo de Virgo de su obra: Tratado esotérico de Astrología Hermética”, explica que: “Cuando llega la gran noche, el Universo deja de existir, se disuelve entre el seno de la Prakriti. Explica también el maestro que: “Todo Cosmos nace de la Prakriti y se disuelve en la Prakriti. Todo mundo es una bola de fuego que se enciende y se apaga entre el seno de la Prakriti. Todo nace de la Prakriti, todo vuelve a la Prakriti. Ella es la Gran Madre”. El Avatar de la Era de Acuario, explica además que: “Durante el gran Pralaya (noche Cósmica), la Prakriti es unitotal, íntegra. En la manifestación, en el Mahamvantara (día Cósmico), la Prakriti se diferencia en tres aspectos cósmicos. Los tres aspectos de la Prakriti durante la manifestación, son: primero, el del Espacio infinito; segundo, el de la Naturaleza; tercero, el del hombre”. La Prakriti en su estado inmanifestado, es Barbelo o mejor dijéramos, “la morada de Barbelo”, “la morada de luz”, “el océano de la luz increada”, “el océano de la gran luz”, como lo explica el Kalki Avatar en Pistis Sophia develada.

Como se ha visto, en Pistis Sophía, el libro monumental de la Cosmovisión gnóstica, hay varias referencias a la morada de Barbelo. Así, se lee: “Y cuando volvió de lo alto hacia mí, le vertí de allí la primera fuerza que había recibido de Barbelo” (Pistis Sophía, cap 8, 39)

Cuando salió de Barbelo, se convirtió en cuerpo material para ti y proclamó la región de la verdad”. (Pistis Sophia, cap 61) «En verdad os digo: Nada traje al mundo cuando vine a excepción de este fuego, esta agua, este vino y esta sangre. He traído el agua y el fuego de la región de la Luz de las Luces del Tesoro de la Luz; y he traído el vino y la sangre de la región de Barbelo. Y después mi padre me envió el espíritu santo en la forma de una paloma.» (Pistis Sophia, cap 141). Este último texto coincide con el que aparece en la Misa gnóstica citando las palabras del Adorable al momento de bendecir la santa unción Gnóstica: “En verdad os digo que no he traído nada al mundo sino el fuego, el agua, el vino y la sangre de redención.He traído el fuego y el agua del lugar de la luz, de allí donde la luz se encuentra. Y he traído el vino y la sangre de la morada de Barbelo”. Más adelante se lee en la Misa: “La sangre me fue dada como símbolo del cuerpo humano, el que recibí en la morada de Barbelo, la gran fuerza del Dios universal”.

Finalmente, Samael Aun Weor, en Pistis Sophia develada, explica que “Las grandes emanaciones de Barbelos, la Morada de la Luz, no pueden ser jamás comprendidas por la luz intelectual”.

[1] José Montserrat Torrents, El Evangelio de Judas (Madrid: Edaf/Arca de sabiduría, 2006), 40

[2] David Gerz, Los Evangelios Gnósticos: Enseñanzas secretas de Jesús (Barcelona: Sirio, 2004), 119

[3] Fernando Klein, Los Evangelios Gnósticos (España: Alzmuzara/Espiritualidad, 2008), 124

[4] Elaine Pagels, Los evangelios gnósticos (Barcelona: Crítica/Biblioteca de bolsillo, 2005), 93

[5] Elaine Pagels, 62

[6] Stephan A. Hoeller, Jung y los evangelios perdidos  (Barcelona: Obelisco, 2005), 267

[7] Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst (editores), El Evangelio de Judas (Barcelona: National Geographic Society/RBA Libros), 129, 130

[8] Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst (editores), El Evangelio de Judas, 130

[9] Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst, 130

[10] Francisco García Bazán (ed), El Evangelio de Judas (Madrid: Trotta/Pliegos de oriente, 2006), 20

[11] Timothy Freke y Peter Gandy, Jesús y la diosa perdida (Barcelona: Integral, 2006), 426

[12] Henri Charles Puech, En torno a la Gnosis (Madrid, Taurus, 1982), 200, 201

 

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