“Jesús… dijo a sus discípulos: saben que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado” (Mt 26:1-2). “El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua?”. (Mt 26:17).
Para entender de mejor manera el Drama cósmico y el simbolismo oculto encerrado tras las escenas de Semana Santa, en particular, Jueves Santo y La Resurrección, es importante estudiar la Pascua judía, el papel de Moisés y su titánico trabajo para liberar al pueblo de Israel de Egipto, en el Éxodo, hacia la tierra prometida. Es innegable la correlación entre la misión de Moisés y la de Jesús, para darnos un mensaje en clave de liberación profunda, hacia la Auto realización íntima del Ser.
La celebración de la Pascua Judía o Pésaj, es la conmemoración de la salida de Egipto por parte de los israelitas. La conmemoran en la mitad de la luna de marzo. Se origina en la última de las plagas de Egipto, en la noche en la que murieron todos los primogénitos egipcios, debido a que Faraón se negaba a liberar al pueblo judío del cautiverio. En el capítulo XII de Éxodo, se narra cómo Jehová ordenó a Moisés que los hebreos apartaran un cordero por familia. Todos los corderos debieron ser machos de un año. El cordero debió ser inmolado. Su sangre colocada en los postes y el dintel de cada casa hebrea. Esa noche, comieron la carne del cordero, asada al fuego. Comieron, además, panes sin levadura y hierbas amargas.
“y lo comerán apresuradamente; es la Pascua de Jehová”. (Ex 12:11). “Y este día les será en memoria, y lo celebrarán como fiesta solemne para Jehová durante sus generaciones, por estatuto perpetuo lo celebrarán. Siete días comerán panes sin levadura; y así el primer día harán que no haya levadura en sus casas… El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendrán una santa convocación… Y guardarán la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué sus huestes de la tierra de Egipto, por tanto, guardarán este mandamiento en sus generaciones por costumbre perpetua. En el mes primero comerán los panes sin levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes por la tarde”. (Ex. 12:14-18).
El calendario hebreo bíblico, es un calendario lunar e inicia en primavera, como era tradición en los pueblos antiguos, en que el año iniciaba el día del equinoccio de primavera. De allí que sea esencial en la Cosmovisión gnóstica el estudio del Mito solar, así como aprender a relacionar Semana Santa con la tradición del equinoccio y asimismo con la Primavera y los dioses de los cereales. El primer mes del calendario, es Nisan y marca el inicio del Éxodo. Nisan es el retoño, el primer brote que nos recuerda, las primeras hojas y flores en la primavera. En el calendario hebreo vigente, corresponde al séptimo mes y siempre por la época de marzo y abril, es decir, en primavera. La noche del 14 de Nisán, los judíos comen el cordero pascual. La palabra pascua, viene del hebreo: pesah, que, según el DRAE, significa lugar de pastos, en alusión a la culminación del ayuno. También significa paso, que nos recuerda el tránsito el momento de pasar de un estado a otro; en este caso de la esclavitud a la libertad. Con esta fiesta, los judíos festejan un paso, un tránsito, un cambio, una transformación. No se puede negar la relación íntima entre la Pascua judía y la Pascua de Resurrección o Pascua florida.
Moisés y el Éxodo
En relación con el trasfondo oculto detrás de los pasajes del Éxodo bíblico; es innegable que Moisés fue un gran mago blanco extraordinario. Desde la transformación de la vara de Aaron en serpiente y cómo esta devora las propias de los sacerdotes egipcios, pasando por las diez plagas de Egipto y la separación de las aguas del mar Rojo hasta los múltiples prodigios narrados en la Torah hebrea, el Pentateuco cristiano; evidencian los poderes extraordinarios de un hombre auténtico, de un dos veces nacido, de un “hijo del hombre” o auténtico hijo de Dios. La simbólica representación de Moisés descendiendo del monte Sinaí con las tablas de la Ley y dos rayos de luz en la frente semejando dos cuernos de macho cabrío, son elocuentes. En la antigüedad, el macho cabrío representaba la fortaleza, virilidad y gran potencia sexual; por lo que, tiene íntima relación con el misterio del Bafometo.
La relación entre el simbolismo bíblico del macho cabrío, los guías del pueblo hebreo, el secreto escondido tras el ens seminis o energía creadora y las fuerzas sexuales, se explica con más propiedad en el siguiente texto del Kalki Avatar de la Era de Acuario: “La historia dice que cuando Moisés bajó del monte Sinaí después de haber recibido los mandamientos de la ley de Dios; los israelitas le vieron dos rayos de luz en la cabeza a manera del macho cabrío de Mendes; este es el motivo por el cual Miguel Ángel lo plasmó con dos cuernos de luz y la tradición al cincelarlo los convierte en el mármol como cuernos común y corrientes y siempre saliendo de la cabeza. Resulta interesante que el macho cabrío es el símbolo de la fuerza sexual del hombre”. (Samael Aun Weor. Sí hay infierno, sí hay diablo, sí hay karma).
Es claro que los resplandecientes cuernos de Moisés en la monumental estatua esculpida por Miguel Ángel, han generado polémica y confusión. Los diferentes exégetas de la Biblia, desprovistos de la hermenéutica gnóstica no pudieron explicarse el fenómeno descrito en el Éxodo (Shemot), tal como se lee en la Vúlgata de san Jerónimo. En las más recientes versiones bíblicas, los teólogos, al no intuir el profundo significado de los cuernos, han generalizado el significado de “resplandor” o “resplandeciente” a la original palabra bíblica קרן (krn, karan) que, coincidentemente, también significa “cuerno” o “cornudo” o “que tiene cuernos”, tal como se entrevé en el comentario al versículo 29 del capítulo 34 del libro de Éxodo, publicado por Editorial Sinai de Tel Aviv en la página 318: “La raíz קרן “karan” quiere decir resplandor, lo mismo que ocurre en Habakuk 3:4. Pero, aquel que quiere entender que esta raíz hebrea en este lugar quiere decir cuerno, no es más que un ignorante y un insensato, ya que en la mayoría de las raíces bíblicas las mismas tienen por lo menos dos acepciones.” (Rashbam) [sic]
Es mediante la intuición, la Gnosis kardias, las claves del simbolismo esotérico y de la Antropología Gnóstica que se comprende porqué Aaron y todos los hijos de Israel vieran “dos rayos de luz”, como si fueran dos cuernos resplandecientes en Moisés cuando este bajara del monte Sinaí. Los cuernos resplandecientes, son una clara alusión al poder sexual trascendente del gran iniciado Moisés, producto de pacientes y laboriosos trabajos en la sexualidad sagrada, la alquimia sexual sin fornicación.
Para mayor argumentación de lo expresado anteriormente, otros estudiosos vindican la traducción de Jerónimo de Estridón en la Vulgata explicando que este era un hombre culto y conocedor del griego y del hebreo. Sabios filólogos dan un significado distinto al texto de Éxodo 34-29 de la versión Reina-Valera: “al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que había hablado con Dios” y lo asocian con el que se encuentra en Salmos 69:31: “Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, O becerro que tiene cuernos y pezuñas”, reafirmando que la raíz hebrea “karan”, significa a la vez “cuerno” y “resplandeciente”. Estas profundas y elocuentes explicaciones, cobran más sentido si se relacionan con aquella frase del Avatar de Acuario en la que afirma que la etimología es alma de la Historia y una de las más poderosas claves de la Gnosis.
Es innegable que la humanidad mecánica, la mayoría de personas, somos incapaces de realizar siquiera uno de tales trabajos portentosos del libertador del pueblo de Is-RA-El. Es preciso aclarar que Israel, es una palabra que está en clave y no se refiere al pueblo judío. A este respecto, El Quinto de los Siete, en Pistis Sophia develada, explica lo siguiente: “Israel, es una palabra que debe ser analizada. Is, nos recuerda a Isis y a los misterios Isíacos. Ra, nos recuerda al Logos Solar. Recordemos el disco de Ra, en el viejo Egipto de los faraones. Él es Él, Él es el Dios interior profundo en cada uno de nos. En secuencia y corolario etimológico correcto, el pueblo de Israel está constituido por las distintas partes del Ser. Todas las múltiples partes auto-conscientes e independientes de nuestro propio Ser individual constituyen el pueblo de Israel”.
En este sentido, es importante resaltar la enorme vinculación entre los misterios iniciáticos egipcios, Moisés y el pueblo de Israel. En consecuencia, el pueblo de Israel, no es el pueblo judío, sino que representa a todos los seres humanos que realmente hacen la voluntad de Dios, los dos veces nacidos, los hombres y mujeres auténticas, hombres y mujeres castos. Y en lo más profundo, en el mundo interior de cada quien, representa a las partes superiores de nosotros mismos. Por eso el pacto de Abraham con Dios, es la auténtica circuncisión símbolo de castidad completa en aquel que no fornica.
La liberación del pueblo de Israel en nuestro interior, nos recuerda la necesidad de liberarnos de la tiranía del Ego, de la esclavitud de nuestros defectos de carácter, de la opresión de la que somos víctimas por nuestros propios elementos indeseables de conducta, liberar la esencia maravillosa, despertar la conciencia e iniciar una profunda revolución íntima.
Cruzar el mar Rojo nos señala la necesidad de pasar a la otra orilla, dejar de ser lo que somos, esclavos de la materia, de nuestros apegos, de nuestros viejos ayeres, “atravesar el océano tempestuoso de la vida”. Cruzar al otro lado, significa aprender a separar las aguas, de las aguas y aprender a levantarlas, a sublimarlas y transmutarlas.
Jesús y la Diosa perdida
En este sentido, Tymothy Freke y Peter Gandy, en su monumental obra: “Jesús y la Diosa perdida”, explican lo siguiente: “Los gnósticos judíos creían que las respuestas a estas preguntas estaban codificadas en dos mitos alegórico s de los libros de Moisés: el Génesis y el Éxodo. «Génesis» significa «origen», y se creía que en él estaban codificadas las enseñanzas sobre el descenso del alma para la encarnación física. «Éxodo» significa «salida», y se creía que en él estaban codificadas enseñanzas sobre el camino espiritual del iniciado para regresar a Dios. Los cristianos originales sintetizaron estos mitos judíos con mitos paganos que también codificaban enseñanzas gnósticas sobre la caída y la redención del alma para crear su propio ciclo mitológico que explicara tanto el «descenso» como el «retorno»”.
Según los autores citados: “El mito cristiano del «retorno» es una poderosa alegoría diseñada para guiamos a través de las fases de iniciación que conducen a la Gnosis. Fue creado a partir de la síntesis del mito judío del Éxodo y mitos paganos de la muerte y la resurrección del Dios-hombre Osiris-Dionisos. En su origen era un mito sencillo y abstracto, pero durante los siglos I y II d.C. fue revisado y embellecido para convertirse en el mito más influyente jamás creado: la historia de Jesús”.
Explican, además, en el capítulo titulado: “La alegoría del Éxodo”, lo siguiente. “Este famoso mito judío relata la historia de cómo Moisés guio a su pueblo lejos de la cautividad de Egipto y separó milagrosamente las aguas del mar Rojo. A eso siguen cuarenta años de errar en busca de la tierra prometida, al final de los cuales muere Moisés. Es su sucesor, Josué ben Nun, quien milagrosamente abre las aguas del río Jordán para llevar a los judíos a la patria que tenían destinada. El propio nombre «Jesús» proviene del Éxodo. En griego, el nombre hebreo «Josué» se convierte en «Jesús»”.
“En la actualidad se suele utilizar Josué para denominar al héroe del Éxodo y Jesús para denominar al héroe de los evangelios, con lo cual se evita cualquier comparación entre ambos. Sin embargo, en aquella época debía ser absolutamente obvio que tenían el mismo nombre. Esto no es una coincidencia, ya que el Jesús cristiano es un desarrollo mítico del Jesús del Éxodo”.
“En hebreo, el nombre Josué/Jesús se escribe con las letras Yod Heh Shin Vah Heh. Las letras Yod Heh Vah Heh, conocidas como el tetragrámaton, eran extremadamente significativas para los gnósticos judíos, ya que se utilizaban para referirse al impronunciable nombre de Dios, que en la actualidad se representa, con vocales añadidas, como Jehová o Yahvé. Como explica Filo, cuando se añade la letra intermedia Shin, conocida como la letra sagrada, el nombre significa «salvador del Señor»”.
“El título honorario de «Cristo» también está vinculado al mito del Éxodo. Pablo nos explica que, como Jesús, también Moisés era «Cristo de Dios». «Cristo», que significa «el ungido», es una traducción griega de la palabra hebrea «Mesías», que era un epíteto de líder utilizado para referirse a los reyes judíos. Si bien en la actualidad el nombre «Jesucristo» está inextricablemente vinculado a la figura literalista del supuesto fundador del cristianismo, en el siglo I d.C. ese nombre, que significa «el rey salvador», habría parecido simbólico”.
“Los gnósticos judíos, y los gnósticos cristianos después de ellos, entendían el Éxodo como una alegoría de iniciación en la que Egipto representa el cuerpo. Mientras los iniciados se identifican con el cuerpo, están «en cautividad». «Marcharse de Egipto» se entendía como dejar atrás la idea de ser simplemente un cuerpo y descubrir el alma. Los ignorantes egipcios representan a las personas «sin Gnosis», que continúan identificándose con su yo físico. Atravesar el mar Rojo simbolizaba un bautismo purificador, que es la primera fase de iniciación en el camino del despertar espiritual para quienes son «conscientes». Cuando explica que el Éxodo debería entenderse «alegóricamente», Pablo escribe: «Nuestros ancestros atravesaron el mar Rojo y recibieron así el bautismo en la hermandad de Moisés».
La iniciación mediante el bautismo abre un proceso en el que los iniciados han de enfrentarse a sus dudas y confusión, simbolizada por los cuarenta años que los judíos pasaron en el desierto. La siguiente fase de la iniciación tiene que ver con la «muerte» del antiguo yo, representado por la muerte de Moisés. Moisés renace míticamente como Josué/Jesús y completa el viaje hacia la tierra prometida, lo cual representa al iniciado «renacido» que comprende la Gnosis”.
“La estructura básica de la alegoría del Éxodo, que representa las fases fundamentales de la iniciación gnóstica, es el marco a partir del cual se construyó el mito de Jesús. La primera fase de iniciación es la de purificación y lucha, que en el mito del Éxodo está representada por el vadeo del mar Rojo que da inicio a los cuarenta años de travesía por el desierto. En la historia de Jesús, esta etapa está representada por el bautismo de Jesús y los cuarenta días en el desierto. La siguiente fase en el proceso de iniciación es la «muerte» del antiguo yo, que precipita la Gnosis. En el mito del Éxodo está representado por la muerte de Moisés y en el mito de Jesús, por la muerte de Jesús en la cruz. En el Éxodo, la experiencia de la Gnosis viene representada por la travesía de Jesús hacia la tierra prometida y, en el Nuevo Testamento, por la resurrección de Jesús de entre los muertos y la ascensión al cielo”.
“Conscientes de su deuda con la alegoría del Éxodo, los cristianos originales clasificaron a la gente como «los cautivos, los llamados y los elegidos». Quienes todavía tienen que llevar a cabo la iniciación y aún están atrapados en la idea de ser un cuerpo físico son como los judíos cautivos en Egipto. Quienes han oído la llamada para despertar y han empezado el camino espiritual iniciándose en los Misterios externos del cristianismo son como los judíos «llamados a salir de Egipto» para empezar el viaje hacia su auténtico hogar. Quienes han llevado a cabo el proceso de purificación y lucha espiritual necesario para prepararse para la Gnosis y han sido escogidos para ser iniciados en los secretos Misterios internos del cristianismo son como los «elegidos» a los que Jesús guía a través del río Jordán hacia la tierra prometida. Los iniciados que finalmente comprendían la Gnosis eran conocidos como «quienes han cruzado al otro lado»”.
“Los primeros cristianos eran muy conscientes de los paralelismos entre su Jesucristo y el Jesucristo del Éxodo. Justino mártir, por ejemplo, explica que el Jesús cristiano conducirá a su pueblo a la tierra prometida, igual que el Jesús del Éxodo condujo al suyo a la tierra prometida. Justino calca el elemento de la travesía del Éxodo, donde Moisés levanta una serpiente sobre una cruz y dice: «Si miráis esta imagen y creéis, ella os salvará»Y Esta fuente se hace explícita en el evangelio según san Juan, en el que se hace que Jesús anuncie: «Se ha de levantar al Hijo del Hombre como Moisés levantó a la serpiente en el desierto»”.
Otros elementos míticos menos esenciales encontrados en el mito de Jesús también proceden del Éxodo. Una vez ha cruzado el río Jordán, el Jesús del Éxodo elige a doce hombres que representan a las doce tribus de Israel. Tras su bautismo en el río Jordán, el Jesús de los evangelios también escoge a doce hombres para que sean sus seguidores inmediatos. En ambos casos se trata de una alusión a los doce signos astrológicos del zodíaco. No es de extrañar que se haga una referencia de ese tipo: los judíos habían adoptado la astrología de los babilonios cuando estaban exiliados en Babilonia y se habían acabado convirtiendo en renombrados astróLogos a lo largo y ancho del mundo antiguo. Incluso afirmaban que el patriarca judío Abraham había sido el inventor de esta antigua ciencia”.
“En el mito de Moisés, cuando éste nace, el malvado faraón, temeroso de la profecía según la cual Moisés sería la causa de su caída, comete un infanticidio en masa en un intento de matarle. En el mito de Jesús del evangelio, el rey Herodes, temeroso de la profecía según la cual había nacido el auténtico rey de los judíos, intenta matar al niño Jesús. María, hermana de Moisés, se convierte en María, la madre de Jesús, una correspondencia señalada en muchos textos cristianos, así como en el Corán musulmán”.
“Como los judíos del Éxodo, en la historia del evangelio Jesús es llamado a salir de Egipto, donde se ha estado escondiendo, igual que hace el alma dentro del cuerpo. El evangelio según san Mateo explica que esto ocurre para cumplir la profecía: «Le he dicho a mi Hijo que se marche de Egipto». Aquí, como siempre en los evangelios, deberíamos leer «cumplir la profecía» como una referencia codificada tanto a la fuente del elemento simbólico como al significado alegórico deseado. Esto es profecía en retrospectiva. Jesús completa las expectativas de las escrituras judías precisamente porque la historia de Jesús ha sido construida a partir de ellas”.
“Unir todo el material mitológico anterior de un modo nuevo era una técnica judía tradicional conocida como midrash. Por ejemplo, los eruditos hace mucho que saben que la narración de la pasión que se hace en los evangelios fue creada a partir de elementos tomados de los Salmos 22, 23, 38 y 39 y de la descripción del «sirviente que sufre» del Libro de Isaías”.
“Los esenios enseñaban que en los tiempos antiguos el Jesús del Éxodo había escondido las enseñanzas secretas, de modo que sólo quienes lo merecieran pudieran descubrirlas en el momento adecuado Y Desarrollaron una figura mítica y contemporánea de Cristo, llamada el «maestro de la virtud», a quien identificaban con el Jesús del Éxodo. Esta figura acabó convirtiéndose en el Jesús de los evangelios, una reencarnación mítica del gran héroe del mito gnóstico judío más importante de todos los tiempos. Las enseñanzas secretas escondidas por Jesús, el Cristo del Éxodo, finalmente son publicadas por la figura rehecha de Jesús, el Cristo de los evangelios. Éste es el «secreto no revelado en tiempos anteriores» pero «ahora revelado» del que escribe Pedro en sus cartas”.
Con razón, Arnoldo Krumm Heller –Huiracocha-, decía que una antigua secta, “Los nazaremos” dijeron que “todos vosotros seréis dioses, si salis de Egipto, si pasáis el mar rojo”. Samael Aun Weor, explica que a las humanas criaturas mecánicas que las olas embravecidas del mar rojo nos miran con pasión infinita y nos provocan el ardor terrible de la sed pasionaria; pero que en el hombre auténtico “las olas embravecidas del mar rojo lo miran aterradas y las tinieblas llorando huyen despavoridas”.