En los estudios gnósticos, en congruencia con las diferentes escuelas esotéricas y espirituales del mundo oriental, El desarrollo de la atención tiene un especial interés. Todas las antiguas religiones hacen referencia a que el ser humano en el estado en el que se sitúa actualmente, se encuentra dormido y hacen el llamado al despertar de la conciencia. En las escuelas gnósticas, se insiste en la necesidad de practicar la auto observación, pero esta resulta imposible o estéril, si no se realiza desde el recuerdo de sí. Sin embargo, el recuerdo de sí, exige ante todo: atención. Es por ello que un requisito fundamental para lograr ese despertar se centra en desarrollar la fuerza de atención.
Henriette Lannes, alumna de Gurdjieff y quien fuera la responsable del Colet Gardens, la escuela de Cuarto camino de Londres; escribe en su libro: “Dentro de la pregunta”, lo siguiente: “Ahora quiero decirles que si no profundizan más en su atención no lograrán ni su meta interior ni su meta exterior”[1] También anotó: “No vivimos desde algo vivo en nosotros mismos, algo que pudiera en verdad, ser llamado «Yo», sino desde algo que en un momento está considerando y en el siguiente haciendo otra cosa. Si pudiera llegar a ser un poco más seria, podría comenzar a entrenar mi atención. Este trabajo significa en primer lugar venir a nuestra realidad, vivir en algo real en nosotros mismos, en la esencia, no simplemente en la noria de las opiniones y las influencias. Este trabajo necesita un instrumento de alta precisión; con dedos torpes estoy condenado a fallar. El significado fundamental de nuestro esfuerzo es adquirir y perfeccionar ese instrumento: nuestra atención. La atención puede ser medida como un vino, como una seda. Puede ser burda, o puede ser fina y sutil. Tenemos muchísima inteligencia o muchísima estupidez. Cuando expreso algo hablándole a alguien, se necesita más o menos atención. ¿Cuánto nos damos cuenta de que estamos dando atención, «prestando atención», para usar la frase hecha en castellano?”[2]
El mismo Gurdjieff, lo dice de esta manera: “Sólo una cosa me resultaba evidente, y es que la necesidad de no identificarse y de «acordarse de sí» en todo momento en el curso del proceso de la vida ordinaria, exige la presencia en uno de una fuerza de atención permanente, y que esta fuerza sólo es suscitada en el hombre por la acción de un recuerdo constante que venga del exterior”[3]. Es de puntualizar algunos aspectos: el trabajo en el despertar de la conciencia, consiste en un trabajo sobre sí mismo y este trabajo dará resultados solo como producto de esfuerzos individuales y de ayuda de otros que ya despertaron o que no se duerman tan fácilmente. Esos esfuerzos deben realizarse lo más frecuentemente posible y deben ser lo más exigentes que se pueda.
En el diccionario, la atención, es decir, la acción de atender, se define a partir del término latino attentio del que surge el origen etimológico del término. Un vocablo aquel que se compone de tres partes: el prefijo ad– que es sinónimo de “hacia”, el verbo tendere que puede traducirse como “estirar” y finalmente el sufijo –ción que es equivalente a “acción y efecto”. Pero, ¿qué es la atención? ¿Es realmente importante prestar atención? En la escuela, el colegio, la universidad, las reuniones de trabajo; usualmente se insiste en que los asistentes presten atención. Situación que generalmente no ocurre. ¿Por qué? Sencillamente porque los asistentes, como ya se ha venido explicando, se encuentran solo “de cuerpo presente”; no así de “mente presente”.
Una comparación oportuna. Por ejemplo: en un réquiem, una misa de cuerpo presente; es indispensable que haya un cadáver en velación. Pues para estar atentos, necesitamos que sea la mente la que esté presente, no solo el cuerpo. Con la observación diaria y especialmente, con la constatación o toma de “instantáneas personales o “fotografías mentales” de actos, pensamientos, sentimientos, conductas, actitudes; una persona puede constatar rápidamente que la mente es viajera. No está habituada a permanecer dentro del cuerpo físico. Oscila entre el pasado y el presente. Viaja por acá, allá y acullá. Es por eso que urge enfocar la mente a la vida presente en cada instante, atar a la mente a lo que se vive a cada instante para prestar atención. Esta es condición obligada para avanzar hacia el despertar. Para ampliar lo anterior, es conveniente que el lector tenga una clara conceptualización de lo que se debe entender por atención. La atención es la acción de atender. Y atender, es sinónimo de aguardar, es decir, según el DRAE: “Esperar a que llegue alguien o algo, o a que suceda algo”. Esta acepción del diccionario, asocia el significado de la atención al estado de alerta o estado de vigilancia con atención (vigilar con atención), estar vigilante “como el vigía en época de guerra”.
En otra de las de las acepciones del DRAE, se explica que atención es: “Aplicar voluntariamente el entendimiento a un objeto espiritual o sensible”. En los estudios gnósticos, la atención es la dirección de la actividad. Según la Geometría y la Física, la dirección es una línea recta con dos sentidos (derecha e izquierda, arriba y abajo o hacia adentro y hacia afuera). Esto significa que para estar atento se debe realizar una sola actividad a la vez. Y al realizar dicha actividad, debe atenderse al fenómeno, acontecimiento u objeto exterior y al mismo tiempo al efecto en el interior. Es indispensable para lograr lo que se denomina en la práctica gnóstica: “Alerta percepción, alerta novedad”. Podemos y debemos vigilar con atención nuestras percepciones y nuestras reacciones, las impresiones que recibimos y las impresiones que surgen en nuestro aparato psicológico; a fin de detectar anomalías en nuestro pensar, sentir y actuar; para no ser derrotados, para no ser vencidos, para no ser sorprendidos por los elementos subjetivos de nuestras percepciones.
Parece sencillo y trivial. Con razón todo mundo exige a los demás que le presten atención. Pero, ¿será que es fácil prestar atención?, ¿alguna vez alguien se ha detenido a enseñar a prestar atención?, ¿quién ha aprendido a dedicarle atención a algo, a un objeto, situación o acontecimiento?, ¿es posible estar vigilante en cualquier momento o lugar y durante algún tiempo? En la escuela, el colegio, la universidad, es común escuchar docentes que exigen a sus estudiantes que les presten atención. Pero, ¿cuándo les explicaron qué es y en qué consiste la atención? ¿Cuándo les propusieron ejercicios para desarrollar la atención? ¿Cuándo verificaron que sus estudiantes adquirieran el valioso aprendizaje de la fuerza de atención? Es evidente que nunca. ¿Por qué no es posible prestar atención a hechos, fenómenos, objetos o conversaciones? Un fenómeno usual en la psiquis de la humanidad mecánica es la distracción. Algo contrario a la atención. La humanidad se distrae fácilmente y lo peor, creen que distraerse resulta saludable y beneficioso. Hasta se aconseja distraerse: “Sal a distraerte un poco” dice la mamá a la hija o al hijo. Es indudable que la recreación y dedicarle tiempo al ocio sano es aconsejable y necesario. Pero si realmente se quiere despertar conciencia, distraerse para nada será aconsejable.
La distracción es el resultado de intentar hacer varias cosas a la vez. Un ejemplo sencillo es el del padre de familia que llega al hogar después de una larga jornada de labores. A la hora de la cena, al mismo tiempo que se alimenta, conversa con la esposa, amonesta a los hijos, mira televisión, hojea el periódico y hasta se da el lujo de hablar por teléfono cerrando temas del trabajo y de acariciar a la mascota. Conclusión: su atención se ha difuminado en múltiples actividades a la vez.
En la vida diaria, diferentes hechos o situaciones cotidianas, ejemplifican la importancia de atender una sola actividad a la vez. Así por ejemplo, en una agencia bancaria, el personal que labora ahí, está entrenado para atender a una sola persona a la vez. Eso ocurre con el personal de atención al cliente y en especial, con el receptor y pagador. Sería absurdo que en la ventanilla, el empleado bancario quisiera atender a todos los usuarios y cuenta habientes a la vez. Lo mismo ocurre en una tienda de abarrotes. El dependiente de la tienda, debe dedicarse a un cliente a la vez. En caso contrario, habría caos y desorden, dolores de cabeza, equivocaciones y molestias. Sin embargo, es indudable que en sus pensamientos, sentimientos y en múltiples actividades, las personas intentan realizar varias acciones a la vez. Y lo peor, es que idealizan y potencian tal tipo de actividades como grandiosas y positivas.
Henriette Lannes, dice al respecto: “Llego a darme cuenta de cómo trabaja la atención; de que quiero, deseos y he decidido prestar atención. Es difícil prestar atención a uno mismo de tal manera que nos libre de pensamientos y deseos extraños; difícil experimentar la vida a través de la atención. La sensación es vida; la sensación es energía interior. Al principio es tan escasa, tan volátil. Pero podemos llegar a un momento en el que recibamos la plenitud de la vida a través de la sensación. Vacíos estamos cuando comenzamos y permanecemos vacíos durante mucho tiempo. Estar vacío es un estado sumamente pobre, pero nunca hemos tenido nada diferente, excepto cuando éramos bebés, y lo hemos olvidado. Si paro de pensar, es decir, detengo mi relación con mis pensamientos, tendré una experiencia de la vaciedad. Es por eso por lo que la gente nunca deja de escuchar la radio o de leer los periódicos, porque más allá de eso está la vaciedad. ¿Qué significa eso? ¿Existe realmente el vacío? ¿Cómo es que la vida continúa? Estoy vivo, a pesar de que puedo no experimentarlo. Sé que estoy vivo. Lo sé con mi cabeza, pero ¿lo siento?, ¿tengo la sensación de eso?”[4]
La señora Lannes, explica además que: “Si yo estuviera completamente vivo, todo a mi alrededor estaría completamente vivo, como en realidad lo está. ¿Qué es necesario para que yo experimente eso? Una calidad de atención diferente, activa, recogida. No me será dada, aunque lo elemental está dado: no puedo crear la atención. La atención llega a través de mis sentimientos, de mi cuerpo; todos mis centros pueden dar diferentes tipos de atención. Potencialmente podrían tener la atención junta, y en ese momento el hombre sería transformado, recreado. Es un reto. ¿Puedo mantener la atención? ¿Puedo unir la atención? Veo como todo el tiempo soy derrotado, desgarrado. Si fuese serio en ese momento temblaría. Diría: «Éste es mi ser; esto es lo que soy»[5]. Dice además, Henriette Lannes: “Despertar en la mente significa primordialmente silencio, recibiendo impresiones, escuchando, viendo en silencio: la cabeza bien despierta a lo que está aquí ahora. Si trato de relajarme y solamente escucho, oiré muchos más sonidos de los que generalmente oigo. Si no puedo alcanzar una parte de mí que siento como real, trato de despertarme en ese sentido. Si trato de despertar en los pensamientos, girarán en círculos. No son concretos, como lo es mi cuerpo, mi vida. Después de haber recibido una impresión de lo que está frente a mí, trato de no etiquetarla. Trato de recibir el impacto directamente por mis ojos, porque mi cabeza permanece en silencio. Entonces me doy cuenta de mi cuerpo. La posición de mi columna y de mis miembros. Siento alguna posibilidad de recoger la atención, porque mi cabeza permanece en silencio y se interesa en mi cuerpo. Tratamos de comenzar así. Nunca comenzaremos alterando nuestros pensamientos. Tenemos diferentes niveles de pensamiento, sentimiento y movimiento, y a veces permanecemos enterrados en el sótano de la casa sin tener ni idea de su altura y sus riquezas. Ahora deseo saber cómo llegar a la planta baja: hay niveles, escalas, como peldaños. Pero si mi mente se apropia de esta idea, la degradará. Trato de desenredar mi atención. Si pudiera desenredar mi atención podría pensar y confrontar mis asociaciones de la forma correcta. Lo intento sin desanimarme. No puedo hacer otra cosa que entrenar mi atención, y pienso que eso no es suficiente. Soy un tonto. Perfeccionar nuestra atención es perfeccionarse a uno mismo” Todavía puedo escuchar la voz del señor Gurdjieff en mis oídos: «nunca se canse, día tras día practique, practique»; contra todo lo que desea soñar, divagar”.[6]
Samael Aun Weor, en su obra: “Mensaje de Navidad 1964-65” afirma lo siguiente: “la Gnosis vive en los hechos, se marchita en las abstracciones y es difícil de hallar, aún en los pensamientos más nobles”. El Maestro enfatiza en el trabajo en la atención que se debe realizar en la actividad diaria: “trabajemos y descansemos felices abandonándonos al curso de la vida. Agotemos el agua turbia y podrida del pensamiento habitual y en el vacío fluirá la Gnosis y con ella la alegría de vivir”. Explica además que: “esta tensión continua de la mente, esta disciplina, nos lleva al despertar de la conciencia” y aclara que: “Si estamos comiendo y pensando en negocios es claro que estamos soñando. Si estamos manejando un automóvil y estamos pensando en la novia, es lógico que no estamos despiertos, estamos soñando; si estamos trabajando y estamos recordando al compadre o a la comadre, o al amigo, o al hermano, etc., es claro que estamos soñando”. Es claro que la distracción, la ausencia de atención, permitir que la mente viaje errante fuera del cuerpo físico y del “tiempo real”, estar sumergido en abstracciones mientras se realiza una actividad distinta, realizar varias actividades a la vez, todo ello en conjunto, conduce al sueño de la conciencia.
El Kalki Avatar, en el libro citado, narra la siguiente anécdota: “-Le preguntaron al maestro Bokujo: «¿Tenemos que vestir y comer todos los días? ¿Cómo podríamos escapar de este?» -El Maestro respondió:
-«Comemos, nos vestimos».
—»No comprendo» –dijo el discípulo.
«Entonces vístete y come» – dijo el Maestro.
“Esta es precisamente la acción libre de los opuestos: ¿Comemos, nos vestimos? ¿Por qué hacer un problema de eso?, ¿por qué estar en otras cosas mientras estamos comiendo y vistiendo? Si estas comiendo, come; y si estas vistiéndote, vístete, y si andas por la calle, anda, anda, anda; pero no pienses en otra cosa. Haced únicamente lo que estáis haciendo, no huyas de los hechos, no los llenes de tantos significados, símbolos, sermones y advertencias. Vívelos sin alegorías, con mente receptiva de instante en instante”.
Quien esto escribe, cuando empezó a estudiar con seriedad la Psicología Gnóstica, su instructor de Cuarto camino le recomendó que se dedicara a desarrollar la fuerza de atención, mediante ejercicios de estado de alerta. La instrucción práctica consistió en “darse cuenta de lo que entra y de lo que sale” por su aparato psíquico. Es claro que para realizar esta práctica se requiere vivir el presente, llevar a la práctica la filosofía de la momentaneidad. Para tal efecto, es preciso sujetar a la mente al cuerpo físico. Al inicio del ejercicio, el estudiante descubre que la mente viaja constantemente fuera del cuerpo. La mente oscila entre el pasado y el futuro, rara vez se encuentra en el cuerpo en “tiempo real”. Otra consecuencia o síntoma de la falta de atención en las personas es la falta de memoria o la nula o poca capacidad para escuchar.
El escritor norteamericano William Walker Atkinson, más conocido como Yogui Ramacharaka en “Serie de lecciones sobre Raja Yoga dice: “Podemos definir toscamente la atención diciendo que es la activa dirección de la mente a cualquier objeto». La palabra «atención» deriva de las latinas ad tendere, que significan «extender hacia». En la Psicología del despertar se habla de las cinco funciones psicofisiológicas: intelecto, emoción, movimiento, instinto y sexo. Cada una de ellas tiene su centro de gravedad, es decir, son cinco los centros de la máquina humana.
Pedro Demianovich Ouspensky, en su obra: “Fragmentos de una enseñanza desconocida, refiriéndose al centro pensante define la atención, como: “la dirección de la actividad del centro intelectual”, es decir, podemos afirmar que la atención es la dirección de la actividad, de la actividad de los centros y que: “el estudio de la atención hace posible distinguir el trabajo de las diferentes partes de los centros”. Los centros a los que se refiere Ouspensky, son las funciones psicofisiológicas: pensamiento, emoción, movimiento, instinto y sexualidad.
La Psicología de la auto realización enseña que de acuerdo con el Principio de Correspondencia, a la manera de los fractales de la Naturaleza, cada centro replica en sí mismo a los restantes. De tal manera que en cada centro se encuentra una parte intelectual o superior, una parte intermedia o emocional y una parte inferior, mecánica o instintiva-motor-sexual. De acuerdo con la Psicología del despertar de la conciencia, las tres partes de los centros están determinadas por el tipo de atención que se presta a determinado asunto. La parte mecánica trabaja con atención cero y en consecuencia trabaja solo con asociaciones mecánicas, la parte emocional de cada centro trabaja con atención plena. Los conocimientos derivados de este tipo de atención, son de carácter semi consciente. Sin embargo, existe la atención dirigida por el esfuerzo, el amor y la voluntad. Es la que resulta del acto de recuerdo de sí. Este tipo de atención es la que trabajan las partes superiores de cada centro. Con la práctica de la observación de sí, el estudiante de la Gnosis eterna y universal, evidencia que cada centro a su vez está dividido en tres partes: una mecánica, una emocional y una intelectual. En apoyo a lo anterior, los avances en Neurociencia han demostrado que el cerebro humano está dividido en tres y en dos partes. Existe una región más primitiva del cerebro: el denominado cerebro reptiliano, una parte emocional: el sistema límbico y una parte que es a la vez analítica y lógica, por un lado, en el hemisferio izquierdo de la corteza cerebral o neocórtex y otra parte, global, creativa y sintética, en el hemisferio derecho. Los centros, en particular, el centro intelectual, se divide en tres partes: mecánica, emocional e intelectual; pero a la vez, en dos partes: positiva y negativa.
José Jesús Leal en el capítulo titulado: “El centro intelectual” de su obra: Psicología del Despertar, explica las formas de recibir el conocimiento:
- “Un conocimiento puede ser recibido con atención cero, en este caso, se dice que el conocimiento cae sobre la parte más mecánica de un ser humano tal como ocurre en la humanidad mecánica, formándose asociaciones mecánicas como en el caso de los idiomas”.
- “Un conocimiento puede ser recibido con atención plena, en este caso se dice que el conocimiento está formado por asociaciones semi conscientes; de lo anterior se deduce que el ser humano tiene conocimientos más emotivos que intelectuales”.
- “Un conocimiento puede ser recibido con atención dirigida por la voluntad; de lo anterior se deduce que el hombre está creando asociaciones conscientes siempre y cuando esa atención dirigida se halle acompañada del acto de recuerdo de sí o íntima recordación de sí mismo”.
“Cuando una persona trabaja con atención dirigida, las demás partes de su centro intelectual colaboran en un todo armónico y es cuando decimos que el centro intelectual se ha encendido en su totalidad. No se trata absolutamente en pensar que estamos trabajando en el centro, ni que nos hallamos en estado de atención dirigida, ni de tensionar los músculos innecesariamente, para que exista atención dirigida y recuerdo de sí, lo único que se necesita es un porcentaje de Esencia libre, la voluntad y el amor”.
“Cuando un hombre se encuentra en la parte mecánica, o sea cuando se halla en estado de atención igual cero, decimos que se encuentra en el peor lugar de sí mismo. Cuando un hombre se halla en atención plena entonces decimos que se halla en la parte normal de sí mismo y finalmente cuando un hombre se halla en la parte intelectual de sí mismo o en estado de atención dirigida, decimos que se encuentra en su parte superior”.
“Los chispazos de genialidad de un ser humano corresponden a ciertos contactos con la parte intelectual de los centros. El hombre de cuarto camino trabaja sobre todo con esta parte, en estado de atención dirigida. La parte intelectual de los centros trabajan con H12; sin embargo las demás partes también trabajan con sustancias subordinadas a la parte intelectual de los centros. Mientras la parte intelectual crea, la parte emocional capta el sentido y la parte mecánica registra las palabras. Finalmente, en la parte intelectual el centro queda al servicio de la conciencia”.
Ouspensky en sus “Conferencias psicológicas” explica que: “La división de un centro en tres partes es muy simple. Una parte mecánica trabaja casi automáticamente; no requiere ninguna atención. El trabajo de la parte emocional requiere atención plena, pero en esta parte del centro la atención no requiere ningún esfuerzo. Es atraída y mantenida por el mismo asunto, muy a menudo a través de la identificación, que generalmente es llamada «interés», o «entusiasmo», o «pasión» o «devoción». La parte intelectual del centro intelectual incluye en sí misma una capacidad de creación, construcción, invención y descubrimiento. No puede trabajar sin atención, pero la atención en esta parte del centro debe ser controlada y mantenida allí por la voluntad y el esfuerzo”.
La atención mecánica, se define en el trabajo psicológico gnóstico, como: atención cero. Es una atención errante o la actitud de no prestar atención o vivir determinado momento sin atención. En los centros educativos de la educación mecanicista y cansona (la escuela, el colegio y la universidad), muchos docentes quieren que los alumnos presten atención, pero un tipo de atención a la fuerza, sin ningún tipo de motivación. Los docentes más competentes y dedicados se apoyan en la motivación. Esta es una forma de explicar la atención “plena” o emocional. De esta manera se explica que las personas prestan atención y por consiguiente: aprenden, solo aquellos conocimientos que les gustan, que les atraen. En el camino del despertar de la conciencia, por encima de la atención emocional, es necesario construir la atención dirigida. Por otro lado: es claro que al realizar esfuerzos por desarrollar la atención dirigida, esta no debe desperdiciarse en asuntos inútiles o triviales. La atención superior, es el tipo de atención que interesa desarrollar en la Psicología Gnóstica.
Para mantener la atención de manera continua, Ramacharaka propone el siguiente ejercicio: “interceptar gradualmente todo pensamiento o impresión del mundo externo, ‘del cuerpo, y aún de los mismos pensamientos, para concentrarse y meditar sobre el «Yo soy» pero sin decir «Soy esto» o «Soy aquello» o «Hago esto» o «Pienso aquello», sino simplemente: «yo soy «. Este ejercicio enfocará la atención en el centro mismo de la existencia interna y reunirá todas las energías mentales, en vez de dejar que se dispersen sobre las cosas externas. Un sentimiento- de paz, fuerza y poder será el resultado, porque la afirmación con el pensamiento en ella subyacente, es en el alto grado poderosa e intensa, porque es una afirmación de positiva y real existencia y una introspección del pensamiento hacia esta verdad”.
Ramacharaka advierte al respecto que: “a primera vista parece muy fácil, pero la práctica mostrará lo difícil que es sostener firmemente la atención. La mente propende a vagar y trasladarse de un objeto o asunto a otro, y será necesario mucha práctica para mantenerla en el punto conveniente”. Explica también Ramacharaka que: “el gran obstáculo para el eficaz uso de la voluntad en la mayoría de las personas, es la falta de habilidad para enfocar la atención. Los yoguis comprenden claramente este punto y muchos ejercicios de Yoga Raja están destinados a vencer esta dificultad. La atención es la prueba externa de la voluntad”.
Más adelante, Ramacharaka cita a varios autores que afirman que: «el esfuerzo de la atención es el fenómeno esencial de la voluntad”. “El primer paso hacia el desenvolvimiento de la voluntad consiste en el ejercicio de la atención”. En forma similar en “La práctica del Zen”, Chang Chen-Chi, anota que las dos primeras sugerencias de la práctica Zen son: “atender interiormente al estado de ánimo antes de que surja un pensamiento. Cuando surge un pensamiento, interrumpirlo instantáneamente y volver a la actitud de atención interior”. El venerable Zopa repite mucha la siguiente frase: » Ata con la cuerda de la atención el elefante de tu mente al poste del objeto de meditación». “Nuestra mente, que está acostumbrada a galopar en todas direcciones y sin control, es como un elefante desbocado y sin rumbo. A través del trabajo sobre sí le damos un punto de referencia hacia donde deberemos dirigir nuestra atención.
La división de la atención
Jean Vaysse, en su obra: “Hacia el despertar a sí mismo” y publicado en español por Ganesha, explica que: “esta atención de la que tenemos necesidad aquí es sin duda lo que más falta nos hace. Ella es de una índole particular que no tenemos habitualmente y que hasta ahora no conocíamos. La atención que tenemos de ordinario es una atención en un solo sentido, dirigida hacia lo que observamos. Con una atención de esta clase y la actitud que ella trae consigo, la observación, aplicada a uno mismo, permite un análisis elemental (el de la psicología corriente) pero no las constataciones integradas al conjunto que somos, tal como las buscamos. La atención que necesitamos es de otro nivel: aquella que, mientras la observación prosigue, toma en cuenta todo lo que somos: es una atención de doble sentido, una atención desdoblada: y ella trae consigo una actitud diferente de nuestra actitud habitual. No tenemos naturalmente una atención de este tipo, salvo por accidente en ciertos momentos de sorpresa o de peligro donde ella acompaña un vislumbre de conciencia; pero es posible tenerla “artificialmente” por un esfuerzo especial y puede ser desarrollada en nosotros mediante ejercicios apropiados”[7].
En este mismo orden de ideas, Jeanne de Salzmann, la gran guardiana de las enseñanzas de Gurdjieff y de Ouspensky, anota en su obra: “La realidad del Ser”, lo siguiente: “Debo reconocer que en mi estado habitual mi atención no está dividida. Cuando me abro a lo exterior, estoy naturalmente interesado. Mi atención está completamente tomada, estoy perdido en la vida, identificado. Toda mi capacidad de estar presente se pierde. Me pierdo, pierdo mi propio rastro, el sentimiento de mí mismo, mi existencia pierde su sentido. Entonces, el primer cambio requerido es una separación en la que mi atención se divide. Nuestro esfuerzo debe ser siempre claro: estar presente, que es el comienzo del recuerdo de sí. Cuando la atención se divide, estoy presente en dos direcciones, tan presente como pueda. Mi atención se dirige en dos direcciones opuestas y yo estoy en el medio. Es el acto del recuerdo de sí. Quiero mantener una parte de mi atención sobre la conciencia de pertenecer a un nivel superior y, bajo esa influencia, trato de abrirme al mundo exterior. Debo hacer un esfuerzo para permanecer relacionado, un esfuerzo de atención. Trato de conocer realmente lo que soy. Lucho por seguir estando presente, a la vez con un sentimiento de mí que se vuelve hacia una calidad mejor y con un sentimiento ordinario ligado a mi persona. Quiero ver y no olvidar mi pertenencia a esos dos niveles. Debemos ver dónde está nuestra atención. ¿Dónde está nuestra atención cuando nos recordamos de nosotros? ¿Dónde está nuestra atención en la vida? El orden sólo puede nacer cuando entramos en contacto directo con el desorden. No estamos en el desorden; somos el estado de desorden. Si miro lo que soy realmente, veo el desorden y donde hay un contacto directo, hay una acción inmediata. Comienzo a darme cuenta de que mi Presencia está donde está mi atención”.[8]
La atención consciente
La atención dirigida combinada con el recuerdo de sí, conduce a lo que en Psicología Gnóstica se denomina: El Tercer estado de conciencia. La atención consciente, nos lleva al estado de alerta. El estado de alerta exige vigilarnos con atención dirigida por el esfuerzo voluntad. Los estudiantes gnósticos bien saben que: “el estado de alerta es indispensable”. Samael Aun Weor, recomienda recurrentemente que hay que aprender a mantenerse en estado de alerta “como el vigía en época de guerra”, esto significa, aprender a prestar atención, como los custodios de valores monetarios, como los custodios del señor Presidente, del Primer ministro o del Rey o la Reina.
A quien se inicia en este tipo de trabajo, es natural que se le dificulte entender y vivenciar el profundo significado de la atención consciente. Algo que puede resultar ilustrativo es invitarlo a que se fije en la mirada de la mayoría de personas, en especial, cuando estas no se encuentren “haciendo nada”. Generalmente, encontrará que la mirada de las personas “está vacía” debido a que su atención es oscilante, es decir, es del tipo de atención mecánica. A continuación compare estos resultados con la mirada que tienen los niños menores de dos años de edad, con la mirada de la mayoría de animales, en especial la de los felinos o de un animal cuando está al acecho o cazando una presa. En estos casos, la mirada es distinta. Evidencia otro tipo de atención.
Samael Aun Weor, en su obra: “Educación Fundamental”, explica lo siguiente: “Si sabemos poner atención consciente podemos ahorrar energía creadora. Desafortunadamente los maestros y maestras no les enseñan a sus discípulos lo que es la atención consciente. Doquiera dirijamos la atención gastamos energía creadora (el ens seminis). Podemos ahorrar esa energía si dividimos la atención, si no nos identificamos con las cosas, con las personas, con las ideas. Cuando nosotros nos identificamos con las personas, con las cosas, con las ideas, nos olvidamos de sí mismos y entonces perdemos la energía creadora en la forma más lastimosa”. Identificarse implica, atarse, aferrarse, apegarse a las personas, partes del cuerpo, sentimientos, ideas, y objetos.
Finalmente, en su obra “Psicología revolucionaria”, el Avatar de la Era de Acuario, explica que: “El hecho concreto y definitivo de que el trabajo íntimo empiece con la atención concentrada en la observación plena de sí mismo, es motivo más que suficiente como para demostrar que esto exige un esfuerzo personal muy particular de cada uno de nosotros. Hablando francamente y sin ambages, aseveramos en forma enfática lo siguiente: Ningún ser humano podría hacer este trabajo por nosotros. No es posible cambio alguno en nuestra psiquis, sin la observación directa de todo ese conjunto de factores subjetivos que llevamos dentro”. Y más adelante, amplía sus explicaciones de la siguiente manera: “Observar y observarse a sí mismo son dos cosas completamente diferentes, sin embargo, ambas exigen atención. En la observación la atención es orientada hacia afuera, hacia el mundo exterior, a través de las ventanas de los sentidos. En la autoobservación de sí mismo, la atención es orientada hacia dentro y para ello los sentidos de percepción externa no sirven, motivo éste más que suficiente como para que sea difícil al neófito la observación de sus procesos psicológicos íntimos. El punto de partida de la ciencia oficial en su lado práctico, es lo observable. El punto de partida del trabajo sobre sí mismo, es la autoobservación, lo autoobservable”.
Y en otro apartado de dicha obra enfatiza en que: “La observación de sí que es un ciento por ciento activa, es un medio de cambio de sí, mientras el conocer, que es pasivo, no lo es. Ciertamente conocer no es un acto de atención. La atención dirigida hacia dentro de uno mismo, hacia lo que está sucediendo en nuestro interior, si es algo positivo, activo… se necesita incuestionablemente de una atención dirigida intencionalmente hacia adentro de sí mismo; no de una atención pasiva. La atención dinámica proviene realmente del lado observante, mientras los pensamientos y las emociones pertenecen al lado observado. Todo esto nos hace comprender que el conocer es algo completamente pasivo y mecánico, en contraste evidente con la observación de sí que es un acto consciente. No queremos con esto decir que no exista la observación mecánica de sí, más tal tipo de observación nada tiene que ver con la autoobservación psicológica a que nos estamos refiriendo”.
[1] Lannes, Henriette. 2011. Dentro de la pregunta. Madrid, Ganesha, 33
[2] Lannes, Henriette, 34, 35
[3] Gurdjieff, George I. 2004. Barcelona. Editorial Sirio, 30
[4] Lannes, 35
[5] Lannes, 36
[6] Lannes, 36, 37
[7] Vaysse, Jean. 1992. Hacia el despertar a sí mismo –Aproximación a la enseñanza dejada por Gurdjieff. Buenos Aires. Ganesha, 55
[8] Salzmann, Jeanne. 2011. La realidad del Ser – El cuarto camino de Gurdjieff. Madrid. Ganesha/Gaia, 44