Poesía de Luis Escobedo: ¡Ojalá!

En esta ocasión, daremos un giro estético a nuestro blog: Gnosis Guatemala. Nos permitiremos compartir un bello poema de un gran amigo de nuestra Esencia e inquieto buscador de la verdad: Luis Eduardo Escobedo Gowans. Luis Eduardo es un dramaturgo guatemalteco, actor de teatro, escritor de ensayos de opinión que cuestionan seriamente lo establecido, poeta muy prolífico y bohemio. En alguna época de su vida incursionó en la política con pensamiento social demócrata cristiano. Su esencia se ha nutrido de la Gnosis, pero como muchos que ansían la liberación espiritual, ha enfrentado enormes batallas contra el Ego y en esos cruentos combates, aún no ha logrado la anhelada victoria contra sí mismo.

Luis Eduardo, desde la adolescencia, se ha nutrido del misticismo, de la religión comparada, del orientalismo, del politeísmo contemporáneo, del esoterismo y, más puntalmente: del gnosticismo universal.

Es claro que su pensamiento holístico, lo envuelve en su formación de artista, de poeta, destacado actor de teatro, ganador en alguna ocasión de un “Opus” por sus grandes actuaciones en el teatro guatemalteco. Fue además revolucionario en la época del conflicto armado interno en el país, retornado, ecologista e idealista.

Es así como la obra de Luis Eduardo se desenvuelve como un gran río alimentado por muchos tributarios y ondula entre la épica , el drama y la lírica. Ha escrito bellas obras de teatro que tienen hondo contenido esotérico y que en el futuro publicaremos en el blog. Hoy, compartimos un poema surgido de su pluma, muy vinculado al triste contexto de violencia e impunidad que existe en muchos países actualmente. Pero también nutrido de un trasfondo místico basado en los estudios gnósticos.

¡Ojalá!

Pasajeros anónimos en esta antigua carroza celeste
Criminales en el sueño y la vigilia
Acaso la poesía sólo sea un oído atento a la vida
Más que una pluma o una canción… sólo un oído amable… amable y fiel
Y en las esquinas de este barrio inquieto y cruel se organiza un tango
O se escribe con los pies sobre la cumbia… “Tabaquera, tabaquera, tabaquera ¿ónde está mi tabaco?”
Los pasajeros no tienen realmente pasaporte y si están presos entre las fronteras
Es porque necesitan pagar derecho de piso a los sicarios… los bancos son emisarios del infierno
Y el fisco un señor con traje serio que hace el oficio de vampiro
Por eso en la carroza algunas van colgando y otros en un rincón de lujo ebrios y en fiesta
Los que lloran saben que en alguna parada encontrarán un pañuelo y un abrazo
Y los que tienen hilarante el corazón son esperados por un puñal
La poesía real es asimétrica y mordaz
Y si tiene alguna música es por dentro… el amor está más arriba de la poesía
Podríamos hablar de octavas superiores… de nueve esferas quizás…
Pero pocos pasajeros lo saben
Los ruidos del carruaje y las piedras del camino han hecho que se pierdan los sentidos
Que se perviertan uno a uno los modos de medir y atesorar… ¡Hay pájaros aún!
Arriba adentro sube un río principal y me contento de saber que algunos cultivan Serpientes de Fuego
Poco a poco me acostumbro a la cojera
A esta joroba dolorida que llevo sobre el cardio
Y en cada llaga escribo diptongos y monosílabos que si no llegan a mantram
Al menos gritan y cantan… ese es mi oficio al final en la palabra
Decir y filosofar es otra cosa… acaso los sabios y los poetas reales sean mudos y grandes obreros de silencio
Por eso en la carreta mía me gusta ir cerca de las bestias: cara al aire aunque estercolen el viento que me bebo
Son sinceras las bestias y las bridas se hacen de animal también… el cielo y el infierno comienzan a ras del suelo…
En el camino hay perfumes y una almohada cariñosa se tiende a veces para acariciar las espinas de la sien…
Este viaje de ahora pronto acaba, me lo dicen ya las vísceras y el tiempo… hablo del clima… deste frío que me tiembla en la mandíbula y esta diestra que falla al disparar… De mi corazón no te hablaré, aquí lo tienes.
Se están terminando los días y lloro más que antes las cosas que antes me hacían reír
Por eso sé que se acerca el momento de despedir a los amigos y arreglar tan sólo un mínimo atado
Acaso un cuenco y un cayado… sólo una túnica y un verso de Nag Hammadi
Ojalá alguien nos reciba con afecto

Luis Escobedo

El Drama Cósmico

Introducción

Entre las formas de expresión de la literatura universal que existen desde la antigüedad, se encuentra el teatro, la creación de las obras destinadas a ser llevadas a escena. En la Grecia clásica existieron las fiestas anuales dedicadas al dios del teatro y son famosas las tragedias de Esquilo y Sófocles, entre otros, así como las comedias de Aristófanes.

La tragedia es el tipo de obra en la que los principales personajes están sujetos a un destino que los lleva a un final funesto. En cambio, la comedia, tiene un argumento en el que prevalece lo alegre o humorístico con un final feliz.

Entre los géneros del teatro y con el tiempo, también del cine, no puede faltar el drama que mantiene un equilibrio entre la tragedia y la comedia. Así, desde tiempos antiguos, en el teatro, se incluyó en el drama, la declamación, varios actores, diferentes voces, mímicas rituales y danzas.

Entre los diferentes géneros del teatro, en los colegios inicíaticos de todo el mundo se ha dado privilegio al drama para la transmisión de verdades cósmicas y para ilustrar la necesidad de transformación radical en el individuo.

Al trasladar estos géneros a la vida diaria, el Kalki Avatar de la Era de Acuario, el venerable maestro Samael Aun Weor explica en el capítulo 17 de su obra: «Las Tres Montañas»: el drama es para las gentes más o menos buenas; la comedia para los payasos y la tragedia para los perversos.

El Drama y Cristo

En cuanto a la importancia esotérica de esta bella expresión de la creación literaria, el Buda Maitreya, en el capítulo titulado: “El Arte”, de su obra: Revolución de la Dialéctica, explica lo siguiente: “El drama sirvió para transmitir a los iniciados valiosos conocimientos. Por medio del drama se transmitieron a los iniciados diversas formas de experiencia del Ser y manifestaciones del Ser.

Entre los dramas, el más antiguo es el del Cristo Cósmico. Los iniciados sabían muy bien que cada uno de nosotros debe convertirse en el Cristo de dicho drama, si es que realmente aspiramos al Reino del Superhombre. Los dramas cósmicos se basan en la Ley del Siete. Ciertas inteligentes desviaciones de dicha ley se utilizaron siempre para transmitir al neófito conocimientos trascendentales.”

Asimismo, en el capítulo número 18, titulado: “Criptas Subterráneas” de su Mensaje de Navidad 1973-1974 y titulado: Sí, hay Infierno… Sí, hay Diablo… Sí, hay Karma, el Venerable Maestro Samael Aun Weor, amplía su explicación acerca del Drama Cósmico:

El Drama Cósmico, la vida, pasión y muerte de nuestro Señor el Cristo, fue representada desde los antiguos tiempos por todos los Grandes Avataras. El Gran Señor de la Atlántida, antes de la segunda catástrofe transapalniana, representó en carne y hueso el mismo Drama de Jesús de Nazaret. En cierta ocasión un misionero católico que llegó a China encontró el mismo Drama Cósmico entre la gente de raza amarilla: «¡Yo creía que nosotros los cristianos éramos los únicos conocedores de este drama!», exclamó el misionero. Confundido, colgó los hábitos.

Tal drama fue traído a la Tierra por los Elohim. Cualquier hombre que busca la Auto-Realización Intima del Ser, tendrá que vivirlo y convertirse en el personaje central de la escena cósmica.

El Drama Cósmico en el Nuevo Testamento

En los estudios gnósticos se explica muy claramente la diferencia entre la vida pública del gran iniciado Jesús y su vida privada. La Gnosisexplica que la mayoría de versículos de los cuatro evangelios canónicos tratan de la vida pública de Jesús de Nazaret o Jeshua Ben Pandhirá y que su vida privada tiene muchos aspectos radicalmente distintos a lo que se encuentran en la Biblia y que poco a poco han develado historiadores, antropólogos y arqueólogos.

Al continuar con la explicación del Drama Cósmico, por parte del Venerable Maestro Samael, en el capítulo 33 de su obra: «El Matrimonio Perfecto», expone lo siguiente: todo el drama de la vida, pasión y muerte de Jesús es tan antiguo como el mundo. Este drama viene de las antiguas religiones arcaicas del pasado y se le conoce en todos los rincones del mundo.

Este drama es aplicable a Jesús y, en general, a todos aquellos que recorren la senda del filo de la Navaja. Ese drama no es la vida personal de un hombre. Ese drama es la vida esotérica de todos los que recorren el camino secreto. Lo mismo se le puede aplicar este drama a Jesús como a cualquier otro Iniciado cristificado. Realmente, el drama de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, es un Drama Cósmico que existe desde mucho antes de la existencia del mundo. Ese drama es conocido en todos los mundos del espacio infinito.

Más adelante, en dicho capítulo, el Maestro amplía su explicación acerca de cómo se escribió el Drama Cósmico en el Nuevo Testamento: El trabajo de adaptar el Drama Cósmico a la nueva Edad, fue maravilloso. En este trabajo intervinieron grupos secretos de iniciados. Estos hicieron una obra espléndida.

En este blog: Gnosis Guatemala, hemos explicado ampliamente los fundamentos del Drama Cósmico. En la entrada titulada: ¿Por qué la Semana Santa es una fiesta movible?, hemos explicado el fundamento astronómico de la conmemoración de la Semana Santa y su relación a través del Mito Solar con el nacimiento de el niño Sol y la fiesta de Navidad. Hemos explicado además que en la Semana Santa, la tradición del Equinoccio de Primavera fue conmemorada por todos los pueblos antiguos y que tras los mitos de Prometeo en la Grecia clásica y del dios Bacab en Mesoamérica, se esconde el Drama Cósmico.

Por las abundantes pruebas que obtiene la Antropología Gnóstica de la religión comparada, así como por el conocimiento por imaginación, inspiración e intuición que enseña el Gnosticismo y por la experiencia mística directa, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas sigue explicando en el capítulo citado del Matrimonio Perfecto: Jesús vivió el Drama de la Pasión, pero no es el único que lo ha vivido. Antes de él, algunos Iniciados como Hermes, Quetzalcoatl, Krishna, Orfeo, Buda, etc., etc., lo vivieron. Después de él, algunos otros lo han vivido. El Drama de la Pasión es Cósmico.

La diferencia entre Jesús y otros grandes iniciados que han vivido el Drama Cósmico está en que Jesucristo lo representó en carne propia y en la jerarquía: Jesús es el iniciado más exaltado de la Logia Blanca.

El papel de los apóstoles en el Drama Cósmico

Al estudiar el Nuevo Testamento desde el punto de vista del Drama Cósmico, es decir, como una obra de teatro extraordinaria, del más alto nivel esotérico; se entienden muchos pasajes, aparentemente ilógicos y confusos de los evangelios canónicos.

Por ese motivo Jesús conocía perfectamente lo que habría de ocurrirle: “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mt 12:40). “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. (Lc 9:23).

El iniciado Jesús, sabía perfectamente el papel que tenía que vivir en el Drama Cósmico. Dicho papel ya estaba escrito mucho tiempo antes y los profetas habían develado parte del gran Drama. “he aquí que tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zc 9:9). “Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata” (Zc 10:12).

En los evangelios, durante los acontecimientos relacionados con el Jueves Santo, si se lee con cuidado se encuentras ejemplos interesantes del papel que Jesucristo enseñó a cada uno de sus discípulos y que debieron seguir al pie de la letra.

“Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: vayan a la ciudad, y les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo, y donde entre, digan al señor de la casa: el Maestro dice: ¿dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?. Y él les mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; prepárenlo para nosotros allí”. (Mr 14:13-15).

Uno de los pasajes más claros de la obligación del papel que le tocó vivir a cada discípulo se encuentra en la Negación de Pedro: “entonces Jesús, les dijo: todos ustedes se escandalizarán de mí, esta noche; porque escrito está: heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas”. (Mt 26:31). En los evangelios, se lee que Pedro se atrevió a decir que él no se escandalizaría y no lo negaría y entonces el Maestro le respondió: “De cierto, de cierto te digo: no cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces” (Jn13:38).

Indudablemente, el papel más controversial de todos fue el de Judas Iscariote. El V.M. Samael Aun Weor, explica en el capítulo citado de su Mensaje de Navidad 1973-1974, libro titulado: «Sí, hay Infierno… Sí, hay Diablo… Sí, hay Karma»:

Cada uno de los doce Apóstoles de Jesús de Nazaret, tuvo que representar su papel en la escena. (…) También causa cierto dolor el hecho concreto de que Judas Iscariote, hasta la fecha actual, es considerado realmente como un discípulo traidor. (…) Judas Iscariote es otro caso muy interesante. Realmente este Apóstol jamás traicionó a Jesús el Cristo; sólo representó un papel, y éste se lo enseñó su Maestro Jesús (…) Judas no quería ejecutar el que le tocó; solicitó el de Pedro, mas Jesús ya tenía establecido firmemente la parte que cada discípulo tenía que simbolizar.

El papel que Judas representó tuvo que aprendérselo de memoria, y le fue enseñado por su Maestro. Judas Iscariote nunca pues traicionó al Maestro. El Evangelio de Judas es la disolución del Ego; sin Judas no es posible el Drama Cósmico. Es pues, este Apóstol el más exaltado Adepto, el más elevado de todos los Apóstoles del Cristo Jesús.

Resulta sumamente importante señalar que el Avatar de Acuario develó varias décadas antes que se anunciara la existencia del Evangelio de Judas, que el apóstol solo siguió órdenes directas de su Maestro y del gran sacrificio que implicaba su acción, así como el enorme descrédito que sufriría por siglos: Por eso se lee en el evangelio, lo que Jesús le advierte: “y serás maldecido por las otras estirpes”. (El Evangelio de Judas, P. 36. National Geografic. RBA libros, S.A. Barcelona. 2006).

Más adelante se lee en el Evangelio de Judas, cuando el Salvador del mundo le explica su papel y le reconoce su jerarquía por encima del resto de apóstoles: “Pero tú los superarás a todos ellos, porque tú sacrificarás el cuerpo en el que vivo” (Op. Cit. P. 45).

Es indudable que para que los discípulos representaran su papel, tuvieron que ser sometidos a duros exámenes, a difíciles pruebas. En el Evangelio de Judas, se lee que en las pruebas más rigurosas, los discípulos fracasaron y solo Judas Iscariote las aprobó: “Que alguno de vosotros que sea lo bastante fuerte entre los seres humanos deje manifestarse al humano perfecto y se presente ante mí”. Todos ellos dijeron: “Tenemos la fuerza”. Pero sus espíritus no tuvieron valor para estar frente a él, excepto el de Judas Iscariote” (Ibid. P. 26).

En este pasaje se explica que solo Judas Iscariote pudo lograr que su Real Ser se expresara y por ende, era el único capaz de realizar gran proeza, como lo intuyó Jorge Luis Borges en sus “Tres versiones de Judas” en donde cuenta como su personaje: Nils Runeberg comprende el sacrificio de Judas y el martirio que le ocasiona divulgarlo.

Simbolos de Navidad

Belén
En uno de los evangelios apócrifos, el Protoevangelio de Santiago, se lee lo siguiente: Y habiendo llegado a tres leguas de Belén, José se volvió y vio que María estaba triste, y se dijo a sí mismo: “Tal vez lo que lleva en su vientre la hace sufrir” Y de nuevo José se volvió y vio que reía. Y le dijo: “María, ¿qué significa esto? Veo tu rostro tan pronto sonriente, tan pronto triste.” Y María dijo a José>: “Es que mis ojos contemplan dos pueblos, uno que llora y se aflige ruidosamente y, otro que se regocija y salta de alegría”. (Tomado de los evangelios de la Infancia de Cristo, textos presentados por Alexandre Micha, Editorial EDAF).
La Navidad, el nacimiento del niño Dios de Belén está rodeado de prodigios y símbolos extraordinarios. Conforme al Mito Solar, el nombre de la ciudad de Belén es profundamente simbólico. Bel, nos recuerda al dios Beleno o Belenus de la mitología celta adorado antiguamente en regiones de España, Francia, Irlanda y otras regiones de Europa. Belenus, significa brillante, resplandeciente y designa al dios de la luz, el fuego y el Sol. Algunas tradiciones afirman que los iberos denominaban al Sol con el nombre de Beleno.
Con las herramientas de la Antropología Gnóstica, Belén, también se asocia a la famosa Torre de Babel. El Presidente Fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, explica al respecto: “Bel es una raíz caldea que significa «Torre del Fuego». De manera que, propiamente dicho, «Belén» es «Torre de Fuego». ¿Quién podría ignorar que Bel es un término caldeo que corresponde, precisamente, a la Torre de Bel, la Torre del Fuego?. Así, pues, Belén es simbólico completamente”.
Explica además el Avatara en su conferencia:“El verdadero significado de la Navidad, que: El Sol físico no es más que un símbolo del Sol espiritual, del Cristo-Sol. Cuando los antiguos adoraban al Sol, cuando le rendían culto, no se referían propiamente al Sol físico. No, se le rendía culto al Sol espiritual, al Sol de la medianoche, al Cristo-Sol. Es necesario aprender a conocer los movimientos simbólicos del Sol de la medianoche. Él es quien guía siempre al iniciado, él es quien nos orienta, él es quien nos indica lo que debemos y no debemos hacer. No se trata de la adoración a un Sol físico, no, sino a lo que oculta tras ese símbolo físico. Obviamente, se adoraba al Logos Solar, al Segundo Logos. Ese Logos Solar es unidad múltiple perfecta (la variedad es unidad).

La mula y el buey
En Guatemala, tradicionalmente se adornan las representaciones del nacimiento de Cristo, los “nacimientos”, pesebres o belenes con la figura de dos animales: una mula y un buey. Ambos animales encierran un simbolismo esotérico maravilloso.
La mula es un animal estéril y el buey es eunuco, La mula viene al mundo estéril, mientras el buey fue castrado por el ser humano. Esto nos recuerda el pasaje del Evangelio “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba” (Mt 19:12). Indiscutiblemente, entre la tradición de ubicar junto al niño a la mula y el buey, como en este pasaje del Evangelio, se encierra un simbolismo alquimista relacionado con la verdadera castidad, indispensable para que nazca Cristo en el ser humano.
Pero además, desde el punto de vista de la Gnosis, se explica que Cristo nace en medio de los animales del deseo. La tradición de otros pueblos del mundo, coloca a un burro en lugar de la mula. Así, en otro de los evangelios de la infancia de Cristo, el libro de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y sus infancias según el pseudo Mateo, se lee lo siguiente: El tercer día después del nacimiento del dulce y sabio niño, su madre, la Virgen María, salió de la gruta. Las Escrituras que no son una fábula, dicen que entró en un establo, depósito a su hijo en un pesebre, un viejo pesebre completamente seco. El buey y el asno le adoraron y le manifestaron su respeto. Más adelante se lee en la obra citada: Entonces se cumplió la profecía anunciada por Isaías. “El buey y el asno conocieron a su Señor al que veían en el pesebre”. Se lee también en este Evangelio que se cumplió lo que profetizó Habacuc, que se reconocería a Dios porque estaría entre dos animales.

El establo
La tradición y los evangelios apócrifos hablan del niño Dios en un establo de Belén. El símbolo del establo, lo encontramos también en uno de los famosos 12 trabajos de Hércules o Heracles. La mitología griega cuenta que Augías, el rey de Elis tenía una enorme grey de vacas y bueyes, pero sus establos no habían sido limpiados en mucho tiempo. “Era esta la causa de un hedor y de una insalubridad sin igual que invadía todo el Peloponeso” (Mitología griega, Editorial Porrúa). Se lee en la obra citada que Hércules: “rompió la pared del establo en dos partes y por cada una de ella hizo entrar un río, que fueron el Alfeo y el Peneo. Inmediatamente acarrearon con toda la inmundicia. Pasó a limpiar los campos y cumplió lo que había prometido”.
Indudablemente, el establo de Belén y los establos de Augías, son la morada del deseo y se encuentran en nuestra propia psiquis. Los animales del deseo, constituyen la personificación de los elementos indeseables de nuestra conducta, la personificación de nuestros errores, el yo pluralizado, el yo de la Psicología Gnóstica. El yo psicológico, personifica al orgullo, al odio, la pereza, la ira, la lujuria, la mentira y miles y miles de defectos de carácter que posee la máquina humana.
Cristo debe nacer el corazón del ser humano auténtico para limpiar el establo de la psiquis, como lo hizo Hércules en el Peloponeso, con la fuerza de la castidad auténtica, combinando sabiamente las aguas de los dos ríos de la vida, las corrientes energéticas que en Oriente son conocidas con el nombre de Idá y Pingalá.

El pesebre:
“Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. (Lc 2:6,7).
El Cristo que debe nacer en el corazón del ser humano auténtico, nace entre la paja del pesebre. La paja representa la palabra vacía, insustancial, sin fundamento, sin experiencia, sin comprobación, sin conocimiento de causa, alejada de la verdad. Cristo es la luz del mundo que nos muestra la verdad. Por eso recomienda: “Encuentra la verdad y ella te hará libre”.
La verdad no se encuentra fácilmente, tampoco se encuentra fuera de nosotros mismos, Samael Aun Weor explica que “la verdad es lo desconocido de instante en instante”. La verdad se encuentra en el conocimiento de sí, en la autognosis. Con la eliminación del yo psicológico, que es la mentira, surge la verdad. Los alquimistas medievales decían: “blanquea tu latón y quema tus libros”.

Los reyes magos y la estrella
En los evangelios canónicos se habla poco de los reyes magos que visitan al señor en Epifanía. No hablan de sus nombres, sus características o su procedencia. Sin embargo, estos datos han sobrevivido por la tradición y gracias a los evangelios de la infancia de Cristo. Así, en el libro armenio de la Infancia, se encuentra lo siguiente: “En primer lugar llegó Gaspar, rey de la India. Esparció precioso nardo, mirra, canela, cinamomo, incienso y otros aromas y esencias olorosas. Y de inmediato se expandió un perfume de inmortalidad por la cueva en la que se hallaban. Después, Baltasar, el rey de los árabes, abriendo sus opulentos tesoros, extrajo de ellos para ofrecerle al niño oro y plata, piedras preciosas, magníficas perlas y zafiros de gran valor. A su vez, Melchor, el rey de los persas, aportó mirra, áloe, muselina, púrpura y también cintas de lino”.
Mucho se ha dicho también en la tradición acerca de los colores de los reyes magos. Samael Aun Weor, en su conferencia: El verdadero significado de la Navidad, explica: Todo el simbolismo relacionado con el nacimiento de Jesús, es alquimista y Cabalista. Se dice que tres reyes magos vinieron a adorarle, guiados por una estrella. ¿Cuál es esa estrella y quiénes eran esos reyes magos? Yo les digo a ustedes que esa estrella no es otra que la del Sello de Salomón, la estrella de seis puntas, símbolo del Logos Solar. En cuanto a los tres reyes magos, éstos no existieron como personas; son únicamente, el símbolo de los colores de la Gran Obra, es decir de la Piedra Filosofal
También explica el Venerable Maestro, en el capítulo titulado La Cruz de San Andrés, de su obra: «la Doctrina Secreta de Anáhuac» lo siguiente: Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo.
En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la Iniciación, un Maestro se acercaba a él y le murmuraba al oído esta frase misteriosa: «¡Acuérdate que Osiris es un Dios negro!”. Evidentemente, éste es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del Diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunden totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo.
Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la Sangre del Cordero (el Fuego sexual), serán siempre vestidos con vestiduras blancas… En la Tierra sagrada de los faraones, Path, el Regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos.
El color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los Reyes sagrados de las Dinastías Solares se sucede siempre al amarillo… Cuando el Bendito llegó a la Tierra del color rojo, ciñó sobre sus hombros la púrpura de los Reyes divinos y resucitó de entre los muertos.”
Por esta explicación alquimista se entiende la tradición los reyes magos y sus colores distintivos: negro, blanco, amarillo y porqué todos visten la púrpura (de color rojo) propia de los reyes. Aunque, también la tradición habla de un cuarto rey mago. Es claro que el cuarto rey mago corresponde al color rojo. Por ese motivo, este último, logra conocer a Cristo hasta en su viacrucis, después de que Cristo ha sido vestido con la púrpura y ha llegado a la tierra del color rojo
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Feliz Navidad

Tradiciones de Navidad

El pasado miércoles 9 de diciembre de 2009, miembros del equipo de Gnosis Guatemala, asistieron a la conferencia: Tradiciones de Navidad que se impartió en el Movimiento Gnóstico Cristiano Guatemalteco, ubicado en la 3a. avenida 11-43, zona 1 de la ciudad de Guatemala.

La conferencia forma parte del Ciclo de Conferencias de Navidad programado por este centro de estudios gnósticos de Guatemala. Permiten a la persona interesada en los estudios gnósticos, obtener una explicación amplia del significado de la fiesta de Navidad, desde el punto de vista de la Gnosis

En el tema desarrollado, se hizo una amplia y clara exposición de diferentes símbolos asociados a las tradiciones navideñas, en especial, las que corresponden al período denominado Adviento por los cristianos.

De acuerdo con lo que afirman muchos historiadores, esta tradición se originó en los pueblos nórdicos para anunciar el próximo acontecimiento del Mito Solar y el Drama cósmico, el esperado advenimiento del Sol, días después del Solsticio de Invierno. Es indudable que el nacimiento de Cristo tiene enorme relación con la noche más larga y los primeros rayos del Sol en el extremo norte del mundo a finales de diciembre.

La Corona de Adviento.
Entre el simbolismo esotérico que se encuentra detrás de esta tradición, aparece en primer lugar: el pino, del que sus ramas, generalmente forman esta significativa corona. El Venerable Maestro Samael Aun Weor, en su obra: Rosa Ignea, explica la siguiente relación entre el pino y la mente: El Pino es el árbol de Acuario. El pino es el árbol de la Nueva Era. El pino es signo del pensamiento acuariano. El Pino es el árbol de Navidad. El Pino es el árbol del Niño Dios. Debemos reconquistar la infancia perdida. El Pino es el símbolo de la mente de la Nueva Era.

Además, el pino cónico, nos da la imagen bidimensional del triángulo que representa a las Tres Fuerzas Primarias de la Naturaleza y del Cosmos, La Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, a la Trimurti hindú: Brahma, Vishnú y Shiva, la divina trilogía egipcia: Osiris, Horus e Isis. También representa a la Trinidad Maya: Itzamná, Kukulkán e Ixchel.

Los tres principios creadores en la aurora de del Día Cósmico son reconocidos en todas las civilizaciones antiguas. Corresponden a las fuerzas: positiva, negativa y neutra de la Naturaleza.
Cabalísticamente, la Corona de Adviento, nos recuerda a la Corona Sephirótica, los tres primeros sephirotes de la Cábala hebraica: Keter, Chocmah y Binah. Nuevamente, encontramos a los tres principios creadores. La corona, simboliza también el Círculo Gnóstico que explica las leyes de retorno y recurrencia : El principio es igual al final, más la experiencia del ciclo. Asimismo representa al Binario serpentino, al doble significado de la serpiente, en especial, Kundalini, la serpiente ígnea de los mágicos poderes.

A este respecto, conviene trasladar la siguiente explicación que da el Kalki Avatar, Samael Aun Weor en el capítulo titulado precisamente: El Binario serpentino, de su obra: «La Doctrina Secreta de Anahuac»: Binarios serpentinos, ya danzando exóticamente debidamente enroscados en la mística figura del Santo Ocho, ya en forma encadenada formando círculo al estilo maya, etc., nos están indicando algo misterioso, extraordinario y mágico. No está de más en este Tratado citar enfáticamente al doble carácter esotérico de la serpiente. Distíngase entre la serpiente tentadora del Edén y la Serpiente de bronce que sanaba a los israelitas en el desierto; entre la horripilante Pitón que se arrastraba entre el lodo de la tierra y que Apolo, irritado hirió con sus dardos y esa otra que ascendía por la vara de Esculapio, el Dios de la Medicina.

Los cuatro cirios de la Corona de Adviento, nos recuerdan el Arcano cuatro de la Cábala, al santo Tetragrammatón, el Nombre Sagrado del Eterno, las cuatro letras hebreas: Iod, He, Vau, He. También nos recuerda a las cuatro puntas de la cruz, que simbolizan los cuatro elementos de la Naturaleza: fuego, aire, agua y tierra; así como los cuatro elementos de la Alquimia: sal, mercurio, azufre y azoe. Para más información relacionada con la simbología del santo cuatro, invitamos a consultar el capítulo IV del Curso Esotérico de Kábala de Samael Aun Weor.

La Quema del Diablo
En Guatemala, desde la época de la Colonia, se celebra esta tradición. Algunos historiadores afirman que se inició con luminarias asociadas a las vigilias para esperar el día de la Inmaculada Concepción. Es tradicional en la Quema del Diablo encender fogarones o fogatas frente a las casas. Es costumbre limpiar previamente la casa y quemar las cosas viejas e inservibles que resulten combustibles.

Años atrás los niños juntaban paja y ramas muertas de plantas (chirivisco) recolectadas en sitios baldíos y barrancos. Esta fiesta se celebra cada vez menos, entre otras razones, por las ecológicas. Sin embargo, su simbolismo esotérico es profundo. A la luz de la Gnosis y con apoyo de la Psicología Gnóstica, esta tradición se explica en la necesaria limpieza y “quema”, de los elementos indeseables de la conducta que moran en nuestra casa psicológica, nuestra propia psiquis. Simboliza la muerte del Ego o yo psicológico, que personifica a nuestros errores. Es claro, que en los estudios gnósticos no se apoyaría la destrucción de los bienes de la Naturaleza, pero nos limitamos a explicar el simbolismo escondido en esta tradición. Más importante que la quema de basura física, es la limpieza de nuestro interior y la quema de nuestros defectos, el yo pluralizado.

Las posadas
El nacimiento del niño Dios, es un acontecimiento que tiene suma importancia para la conciencia. De nada hubiera servido que Cristo naciera mil veces en Belén, si no nace en nuestro corazón también. Es importante celebrar la Navidad , como el nacimiento del Mesías, pero de acuerdo con la Antropología Gnóstica, resulta más importante celebrar la Navidad del corazón, el nacimiento de Cristo en cada uno de nosotros.

El Gnosticismo universal enseña que Jesús de Nazareth es el iniciado solar más exaltado de la Logia Blanca, pero que su misión debe completarla cada uno de nosotros imitando su ejemplo y realizar el milagro del nacimiento de Cristo en nuestro interior.

Para que este milagro ocurra, hay que trabajar en la Novena Espera. Las tradicionales posadas que se celebran nueve días antes de Navidad, simbolizan este trabajo supremo. Cristo intenta nacer en la casa de cada uno de nosotros y, de ahí que el Padre y la Madre interna pidan posada, día con día en nuestra casa para que nazca el niño dios de Belén.

El arcano 9 de la Cábala simboliza el sexo, la piedra filosofal de los alquimistas, la novena esfera, los nueve círculos del Infierno, tal como lo explica Dante Alighieri en su Divina Comedia y como lo enseña la religión de los mayas. Samael Aun Weor, Presidente fundador de las instituciones gnósticas, en su obra: «Mensaje Supremo de Navidad 1967-1968», explica: El estudio del novenario sagrado concluye siempre con la piedra cúbica de punta, que en sus nueve caras maravillosas, reúne en sí misma toda la perfección espléndida del cubo y la elevación equilibrada de la pirámide de base cuadrangular.

Dice además el Avatara que: En esta piedra viva del templo, se encuentra la clave de la Auto Realización Íntima. La piedra filosofal es el sexo. Esta es la piedra cúbica de Jesod. En otras palabras, nadie puede llegar a la maestría, al adeptado, sin haber trabajado en la Novena esfera. La piedra cúbica de punta tiene nueve caras, nueve vértices y dieciséis aristas”.

La piedra cúbica de punta nos está diciendo que toda elevación requiere una previa humillación; es preciso bajar primero a los mundos infiernos, al noveno circulo, bajo la superficie de la tierra, para tener derecho a subir al Cielo.

Al referirse a la novena esfera, Samael Aun Weor, en su libro Curso Esotérico de Kábala, dice lo siguiente: Allí baja Marte para retemplar su espada flamígera y conquistar el corazón de Venus (la iniciación Venusta), Hércules para limpiar los establos de Augías (los bajos fondos animales), Perseo para cortar la cabeza de la Medusa (el yo psicológico o Adam terrenal) con su espada flamígera, Por esa misma razón descienden también a Xibalbá los heroes gemelos del Popol Wuj.

La Virgen María
Antes de nacer, Cristo debe ser concebido entre el vientre de la Madre Divina particular e individual de cada quien y que está representada por la Virgen María y todas las vírgenes y doncellas de la mitología universal. María tiene los mismos atributos divinales que Isis, Devaki, Ixkik y todas las diosas madres de la antigüedad. Al referirse específicamente a la iniciada María madre de Jesús, Samael Aun Weor, en su obra: «El libro de la Virgen del Carmen», dice lo siguiente: Ante los ojos del Alma desaparecen por completo las púrpuras y sedas con que se ha querido envolver el recuerdo de María, la Divina Madre de Jesús de Nazareth. No fue María aquella verdad mundanal pintada en todas las acuarelas.

Con los ojos del Espíritu sólo contemplamos una virgen morena quemada por el sol del desierto. Ante nuestras atónitas miradas espirituales se desdibujan esbeltos cuerpos y rostros provocativos de figuras femeninas, para aparecer en su lugar una mujercita sencilla de pequeña estatura, cuerpo delgado, rostro pequeño y ovalado, nariz roma, labio superior algo saliente, ojos gitanos y amplia frente.

Aquella humilde mujer vestía con túnica color carmelita o marrón y sandalias de cuero. Caminando a través de los desiertos africanos rumbo a la tierra de Egipto, parecía una pródiga con su túnica vieja y rota, y su rostro moreno humedecido en copioso sudor. No es María aquella estatua de púrpura y diamantes que hoy adorna la catedral de Notre Dame de París. No es María aquella estatua cuyos dedos de armiño, engarzados en puro oro, alegra las procesiones de la casa parroquial.

No es María aquella beldad inolvidable que desde niños contemplamos sobre los suntuosos altares de nuestras iglesias pueblerinas, cuyas campanas metálicas alegran los mercados de nuestras parroquias.

Ante nuestros sentidos espirituales sólo vemos una virgen morena quemada por el sol del desierto. Ante la vista del espíritu desaparecen por completo todas las fantasías para aparecer en su lugar una pródiga humilde, una humilde mujer de carne y hueso.

Más adelante, el Venerable Maestro, resume tradiciones contenidas en los evangelios apócrifos, en especial el Protoevangelio de Santiago, el libro de la Natividad de María, y el Pseudo Mateo. En dichos libros se habla de los padres de María: Ana y Joaquín, aceptados por la tradición y el santoral, pero ignorados en los Evangelios Canónicos. Se narra además, que María fue una sacerdotiza del templo de Salomón.

Continúa diciendo el Avatara de la Era de Acuario, en «El Libro de la Virgen del Carmen»: María conoció la Doctrina secreta de la tribu de Leví. María se educó a la sombra augusta de los pórticos de Jerusalén, entre el follaje núbil de esas palmeras orientales, a cuyas sombras descansan los viejos camelleros del desierto. María fue iniciada en los misterios de Egipto, conoció la sabiduría de los faraones, y bebió en el cáliz del antiguo Cristianismo, calcinado por el fuego ardiente de las tierras orientales”.

Más adelante, el Avatara, narra en el Capítulo II de la obra citada, como se eligió a José como esposo de María. Había en el templo de Jerusalén 33 varones sacerdotes de la Tribu de Leví. José el padre de Jesús de Nazareth, era uno de los 33 ancianos del templo de Salomón. Después de la Anunciación, el Sumo Sacerdote ordenó que todos los 33 sacerdotes del templo depositaran sus varas detrás del altar. Y se dispuso que aquella vara que amaneciera florecida, sería la del esposo de María.

Cada uno de los sacerdotes, uno a uno en orden sucesivo, fueron colocando sus varas detrás del altar. El último que debía colocar su vara fue el Sacerdote José, pero éste se resistía a la orden del Sumo Sacerdote, alegando su avanzada edad. Empero, tuvo que obedecer la orden, y depositó su vara detrás del altar. Al otro día, muy de mañana, fueron los sacerdotes al altar para recoger sus varas, y cuánta no sería su sorpresa al hallar la vara de José toda florecida. Así fue como se designó a José por esposo a María.

Resulta muy curioso que parte de esta leyenda, la cuentan personas de la tercera edad o adultos mayores. La aprendieron como parte de la doctrina Cristiana durante la infancia, pero desafortunadamente no se incluyeron en el Nuevo Testamento.

El arte de amar (sexta parte y conclusión)

“En el amor nada importa, ciertamente, ni el dolor ni la alegría, sino sólo eso
que se llama Amor”.
“Mientras el amor libre ata, la desunión lo mata, porque Eros
es lo que realmente une”.
“El amor se enciende con amor, como el fuego con el fuego. Pero, ¿de dónde
salió la primera llama?
En ti salta bajo la vara del dolor, tú lo sabes”.
“Luego, ¡oh dioses!, cuando el fuego escondido sale llameando, lo de dentro y
lo de fuera son una sola cosa
y todas las barreras caen hechas cenizas”.
“El amor comienza con un destello de simpatía, se consubstancializa
con la fuerza del cariño y se sintetiza en adoración.
Un matrimonio perfecto es la unión de dos seres,
uno que ama más y otro que ama mejor”.
“El amor es la mejor religión asequible.
¿Amar? ¡Cuán bello es amar; sólo las almas puras y simples saben amar!”
“¡Gnósticos: avivad la llama del espíritu con la fuerza de Eros!” (Samael Aun Weor, El Misterio del Áureo Florecer)
*
Desde un punto de vista trascendental, cuando las parejas se unen según los cánones o reglas del arte amatorio, entonces “el amor por el o la cónyuge se vincula, místicamente, con representaciones espléndidas que tienen su origen en el mundo del espíritu puro”.
El arte amatorio del gnosticismo universal jamás comete el error de separar el sexo y sus funciones de la espiritualidad trascendente, y con gran énfasis declara que ha llegado la hora de mirar las funciones sexuales no como motivo de vergüenza, tabú o pecado, sino como algo infinitamente elevado, sublime y terriblemente divino.
Este arte amatorio, que en el presente seminario analizamos, con su sexo-yoga, maithuna o magia sexual nos transfigura radicalmente y acentúa la idea de lo sexual en el alma de cada uno de nosotros. Es decir, nos lleva a comprender que el verdadero amor o amor consciente, nunca puede estar separado de la supra-sexualidad.
Es incuestionable el fondo cósmico-trascendental de la sexualidad; la sexología esotérica nos permite realizar un enlace entre lo físico, lo anímico y lo espiritual. Por eso sólo son capaces de practicar el arte amatorio o alquimia sexual aquellas personas inteligentes y comprensivas que tratan de trascender el dualismo, aquel que separa al mundo anímico de los sentidos.
Ahora bien, él y ella, esposo y esposa, unidos con lazos de verdadero amor, constituyen la célula fundamental de la sociedad. De la unión sexual entre marido y mujer nacen los hijos y surge la familia.
Tal como psicológicamente son las parejas, así serán los hijos; tal como interna o psicológicamente son las familias, así será la comunidad, el barrio, la urbanización, la nación, el Estado y su Gobierno, los sindicatos, los partidos políticos, los grupos religiosos, los organismos culturales y de manera global cualquier agrupación humana.
Si él y ella poseen valores estéticos dentro de sí mismos, si poseen belleza interior, por ley de afinidades psicológicas y de imantación universal procrearán hijos con muchos valores anímicos y los educarán con esa fuerza maravillosa del amor que emana de la belleza íntima.
El amor se deriva, pues, del misterio de la belleza. La hermosa luz del amor es la única energía cósmica que puede consolidar a las parejas, que puede darle un piso firme y sólido a la vida matrimonial, y por lo tanto, la vida familiar y a la vida social.
El amor humano es una chispa del amor divino. El amor, encarnado mediante los procedimientos de la revolución gnóstica de la conciencia en el corazón de él y de ella, le dan una razón de ser al sacramento del matrimonio porque las parejas entienden que el sexo no sólo tiene funciones generadoras sino también regeneradoras; además, comprenden cuál es el exacto sentido de vivir en este mundo físico y se tornan personas generosas, magnánimas y caritativas.
Lo cierto es que la fuerza misteriosa del amor imprime un sello particular al Cosmos, a la Naturaleza y a la existencia humana, creando sexualmente y volviendo a crear. Podemos aseverar que puede haber (y lo hay, lamentablemente) mucho sexo sin amor, pero eso es simplemente lujuria, pasión animal; y actúa como fuerza desintegradora, no creadora ni enaltecedora.
Con base en hechos y no en especulaciones intelectivas; tomando en cuenta la verdadera estructura psicofísica de la criatura humana, es decir, como ente que además de un cuerpo físico tiene una particular psicología, afirmamos solemnemente que la belleza interior origina pensamientos luminosos de amor, sentimientos o emociones superiores de amor, acciones de amor, instintos amorosos y, finalmente, amor sexual. Así se produce un equilibrio perfecto en los cinco centros de la máquina orgánica: el intelectual, el emocional, el motor, el instintivo y el sexual.
Como se ha dicho a lo largo de este seminario, los terrícolas no sabemos amar porque hemos separado la función sexual de la espiritualidad, e ignoramos (entre muchas otras cosas) que este Sistema Solar donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, tuvo, al igual que los otros sistemas solares, un origen divino y sexual, y que lo que el Demiurgo Creador hizo en el Cosmos infinito, eso mismo debemos hacer nosotros en el propio microcosmos. Vale decir: el camino de la regeneración humana o vía para crear un nuevo hombre y una nueva mujer, es exclusivamente un asunto de amor sexual, pues ninguna creación es posible sin el concurso de las dos polaridades: la fuerza sexual masculina y la fuerza sexual femenina, conciliadas ambas por una tercera fuerza de cohesión, la del amor.
Cabe señalar que la desaparición, en el ambiente cultural moderno, de la idea del acto amoroso como un hecho espiritual ha provocado en nosotros una merma de valores anímicos, sobre todo de valores estéticos. Y a medida que avanzamos tecnológica y científicamente, retrocedemos o involucionamos en relación con el antiquísimo arte amatorio, en relación con el misterio entre los sexos, fundamentado en el influjo mágico del verdadero amor. Merced a ese olvido, hemos llegado a creer que el sexo sólo sirve para generar nuevas criaturas y para el disfrute pasional de un solo instante.
Existen, ciertamente, aspectos subjetivos-sexuales, es decir, la utilización de la sexo-energía en forma mecanicista, lujuriosa, concupiscente, libidinosa; lo que de hecho conduce al fortalecimiento del ego animal y a la formación de nuevos “agregados psíquicos” o “yoes”. Sin embargo, en el sexo también existe un poder objetivo-creador que, debidamente utilizado nos lleva a un erotismo superior, en el que el ansia sexual y el anhelo espiritual en plena fusión mística, conducen inteligentemente a la unidad del alma con la sensualidad, o sea, hacia la sexualidad vivificada; entonces lo sexual deja de ser motivo de vergüenza, tabú o “pecado” y se torna profundamente religioso.
Así, con basamentos sólidos de tipo científico, artístico, filosófico y místico, la Gnosis afirma que de la plena fusión integral del entusiasmo espiritual con el ansia sexual, deviene la conciencia mágica, la conciencia capaz de realizar todos los prodigios del amor. Es de este modo y no de otro, como pueden las parejas que se adoran (él y ella) emanciparse del círculo vicioso del acoplamiento vulgar, común y corriente, y penetrar en la esfera gloriosa del equilibrio magnético, evitando ser víctimas del hastío, del cansancio, de la frustración amorosa producto de la fornicación y el adulterio.
Cuando se practica el arte amatorio según las leyes de la alquimia sexual, se redescubre en el ser amado, se halla en él la senda que conduce a la unión con el ser, con el Dios íntimo que habita en las profundidades de la conciencia individual.
Contrario a lo que muchos piensan, en la relación de parejas no son hormonas ni vitaminas de patente (fabricadas por los modernos laboratorios) lo que se necesita para la vida matrimonial, sino auténticos sentimientos de TÚ y YO, y por ende, el intercambio de las más selectas facultades afectivo-eróticas entre el varón y la mujer.
Escrito está con carbones encendidos en el libro extraordinario de la vida, que el amor ardiente o amor sexual entre varón y hembra, obra mágicamente… La magia es, según Novalis, el arte de influir conscientemente sobre el mundo interior. El amor es pues, la base de la posibilidad de la magia y de adquisición de la sabiduría del ser; porque en el amor está contenido el sumum de la sabiduría.
El amor, en efecto, es la potencia mágica por excelencia. La ley fundamental de todo influjo mágico es la de la polaridad. La magia sexual, sexo-yoga, kundalini-yoga o arte amatorio entre marido y mujer, tiene su fundamento potencial en el sexo. Porque, ciertamente, todos tenemos algo de fuerzas eléctricas y magnéticas y ejercemos, igual que un magneto, una fuerza de atracción y de repulsión. Entre los amantes es especialmente poderosa esa fuerza magnética y su acción llega muy lejos.
Para nosotros los gnósticos el cuerpo físico es algo así como alma materializada, condensada; no un elemento impuro o pecaminoso, como suponen los tratadistas religiosos de la ascética absoluta de tipo medieval.
Tales planteamientos, como ese de que el sexo obstaculiza al alma, tiene un aspecto negador de la vida y en contraposición surge (como por encanto) la ascética revolucionaria de la Nueva Edad de Acuario: mezcla inteligente de lo sexual y lo espiritual, dirigida a preparar, ordenar y enlazar esos miles de millones de dispositivos físicos y psíquicos que constituyen nuestro propio universo interior, particular.
La lujuria, la pasión animal separa al cuerpo de la esencia anímica, de eso que tenemos de alma humana y por añadidura nos separa del ser, de Dios-Padre y de Dios-Madre que habita en nuestra intimidad; separación que provoca la inevitable ruptura entre las parejas.
Es incuestionable que con la aplicación práctica de los métodos del arte amatorio, las parejas que verdaderamente se aman pueden conservar toda la vida la luna de miel. Sólo así, mediante la mutua e íntima aspiración esotérica en dirección al ser, pueden los varones y mujeres que se adoran, llegar a ser completos, íntegros, uni-totales.
Digamos finalmente, que el acto sexual, como función unificadora de espíritu, alma y cuerpo, puede convertirse en inter-acción cósmico-mágica y, por ende, es constructivo. El acto sexual como simple satisfacción del instinto animal, con exclusión de la voluntad de amor anímico-espiritual, obra sólo de manera exteriorizante y, por ende, es desintegrador” (Vea libro titulado La magia del sexo, de Charles Waldemar).
*
El arte de amar
(Conclusión)
“Así que, la cuestión de los temperamentos es muy importante.
No solamente se necesita que haya correlación entre los
distintos centros de la máquina orgánica: intelecto, emoción,
movimiento, instinto y sexo,
sino que haya también temperamentos afines.
Sólo así, habiendo temperamentos afines y perfecta inter-relación
de los distintos centros de la máquina,
puede haber una auténtica afinidad entre las parejas, lo cual daría felicidad”.
(Samael Aun Weor, conferencia titulada Sexología trascendental)

Con la transcripción del capítulo Nº 1 del libro titulado El matrimonio perfecto, en el que el maestro Samael Aun Weor describe con extraordinarias pinceladas qué es el amor en sí mismo, colocamos punto final a este seminario cuyo objetivo consiste en arrojar un poco de luz sobre las tinieblas espantosas del odio; es decir, del contra-amor, del anti-amor, que como pesado manto funerario amenaza con destruir definitivamente a esta pobre humanidad doliente…
Escribe el maestro: Dios, como Padre es Sabiduría, Dios como Madre es Amor. Dios como Padre reside en el ojo de la sabiduría (el ojo de la sabiduría se halla situado en el entrecejo); Dios como Madre se halla en el templo-corazón.
Sabiduría y amor son las dos columnas torales de la gran logia blanca.
Amar ¡cuán bello es amar!; sólo las grandes almas pueden y saben amar.
El amor es ternura infinita, el amor es la vida que palpita en cada átomo, como palpita en cada Sol.
El amor no se puede definir porque es la divina madre del mundo, es eso que adviene a nosotros cuando realmente estamos enamorados.
El amor se siente en lo hondo del corazón; es una vivencia deliciosa, es un fuego que consume, es un vino divino, delirio del que lo bebe. Un simple pañuelito perfumado, una carta, una flor, promueven en el fondo del alma enamorada tremendas inquietudes íntimas, éxtasis exóticos, voluptuosidad inefable.
Nadie ha podido definir qué es el amor. El amor hay que vivenciarlo, hay que sentirlo. Sólo los grandes enamorados saben realmente qué es eso que se llama amor.
El matrimonio perfecto es la unión de dos seres que verdaderamente saben amar.
Para que verdaderamente haya amor se necesita que el hombre y la mujer se adoren en los siete grandes planos cósmicos. Para que haya amor se necesita que haya una verdadera comunión de almas en las tres esferas de pensamiento, sentimiento y voluntad.
Cuando los dos seres vibran afines en sus pensamientos, sentimientos y voliciones, entonces el matrimonio perfecto se realiza en los siete planos (o regiones) de conciencia cósmica.
Existen personas que están casadas en los planos (o mundos) físico y etérico, pero en el astral no lo están. Otras están casadas en los planos físico, etérico y astral, pero no lo están en el plano (o mundo) mental: cada cual piensa a su manera, la mujer tiene una religión y el hombre otra, no están de acuerdo en lo que piensan, etc.
Existen matrimonios afines en los mundos del pensamiento y del sentimiento, pero absolutamente opuestos en el mundo de la voluntad. Esos matrimonios chocan constantemente, no son felices.
El matrimonio perfecto debe efectuarse en los siete planos (o mundos) de conciencia cósmica. Existen matrimonios que no llegan ni siquiera hasta el plano (o región) astral; entonces no existe ni siquiera la atracción sexual. Esos son verdaderos fracasos, esa clase de matrimonios se fundamentan exclusivamente en la fórmula matrimonial.
Algunas personas están llevando vida matrimonial en el plano físico con determinado cónyuge, y en el plano mental llevan vida conyugal con otro cónyuge diferente. Rara vez encontramos en la vida un matrimonio perfecto. Para que haya amor se necesita afinidad de pensamientos, afinidad de sentimientos y de voluntades.
Donde existe el cálculo aritmético, no hay amor. Desgraciadamente en la vida moderna el amor huele a cuenta de banco, a mercancías y a celuloide. En aquellos hogares donde sólo existen sumas y restas, no existe el amor. Cuando el amor sale del corazón, difícilmente regresa; el amor es un niño muy esquivo.
El matrimonio que se realiza sin amor, únicamente sobre bases de interés económico o social, es realmente un pecado contra el Espíritu Santo. Esa clase de matrimonios fracasan inevitablemente.
Los enamorados, a menudo confunden al deseo con el amor, y lo peor del caso es que se casan creyéndose enamorados. Consumado el acto sexual, satisfecha la pasión carnal, viene entonces el desencanto, queda la terrible realidad.
Los enamorados deben analizarse a sí mismos antes de casarse para saber si realmente están enamorados. La pasión se confunde fácilmente con el amor; el amor y el deseo son absolutamente opuestos. Aquel que verdaderamente está enamorado es capaz de dar hasta la última gota de sangre por el ser adorado.
Examínate a ti mismo antes de casarte: ¿te sientes capaz de dar hasta la última gota de sangre por el ser que adoras? ¿Serías capaz de dar tu vida para que el ser adorado viviese? Reflexiona y medita: ¿existe verdadera afinidad de pensamientos, sentimientos y voluntades con el ser que adoras? Recuerda que si esa afinidad completa no existe, entonces tu matrimonio, en vez del cielo, será un verdadero infierno.
No te dejes llevar del deseo; matad no solamente el deseo, sino hasta la sombra misma del árbol tentador del deseo.
El amor comienza con un relámpago de simpatía deliciosa, se substancializa con la ternura infinita y se sintetiza en suprema adoración. Un matrimonio perfecto es la unión de dos seres que se adoran absolutamente.
En el amor no existen proyectos ni cuentas de banco. Si tú estás haciendo proyectos y cálculos, es porque no estás enamorado. Reflexiona antes de dar el gran paso: ¿realmente estás enamorado? ¡Cuídate de la ilusión del deseo!; recuerda que la llama del deseo consume la vida y queda entonces la tremenda realidad de la muerte. Contempla los ojos del ser que adoras, piérdete entre la dicha de sus pupilas, pero si quieres ser feliz, no te dejes llevar del deseo.
No confundas, hombre enamorado, el amor con la pasión, auto-analízate profundamente. Es urgente saber si ella te pertenece en espíritu, es necesario saber si sois completamente afín con ella en los tres mundos de pensamiento, sentimiento y voluntad.
El adulterio es el resultado cruel de la falta de amor; la mujer verdaderamente enamorada preferiría la muerte antes que el adulterio. El hombre que adultera no está enamorado.
El amor es terriblemente divino, la Bendita Diosa-Madre del Mundo es eso que se llama amor.
Con el fuego terrible del amor podemos transformarnos en dioses para penetrar, llenos de majestad, en el anfiteatro de la ciencia cósmica…________________________________________________________________
Franklin Ugas/Asociación Gnóstica Tlalok
Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela.
AGEAC

El arte de amar (Cuarta y quinta parte)

Cuarta parte
¡Amar, cuán bello es amar; sólo las grandes almas pueden y saben amar! (Samael Aun Weor)
Te doy amor, en el cual está contenido el sumum de la sabiduría. (Hermes Trimegistro)

¿Por qué Jesús, el Gran Kabir o Varón Divino, sintetizó todos los mandamientos en el “amaos los unos a los otros”? ¿Y por qué las sagradas escrituras afirman que Dios es amor? Eso es lo que, seguidamente, vamos a estudiar y reflexionar…
Para reflexionar leamos ahora lo que sobre el amor nos dice el V.M. Samael Aun Weor en sus libros y conferencias.
“El primer mandamiento es: Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. El mandato del Primer Misterio es equivalente al mandato del Padre” (“Pistis Sophía” develada por Samael Aun Weor).
“El amor, en sí mismo, es una fuerza cósmica, una fuerza universal que palpita en cada átomo, como palpita en cada Sol”.
“Las estrellas también saben amar. Observémoslas en las noches deliciosas de plenilunio: ellas se acercan entre sí y a veces se fusionan o integran totalmente. ¡Una colisión de mundos!, exclaman los astrónomos, mas en realidad lo que ha sucedido es que dos mundos se han integrado con los lazos del amor”.
“Los planetas de nuestro Sistema Solar giran alrededor del Sol, atraídos incesantemente por esa fuerza maravillosa del amor. Observemos el centelleo de los mundos en el firmamento estrellado: comulga (tal centelleo luminoso, las ondas de luz, las radiaciones luminosas) con el suspiro de la flor…
Hay amor en la estrella y en la rosa que lanza al aire su perfume delicioso. El amor, en sí mismo, es profundamente divino, terriblemente divino.”
(Conferencia titulada “El milagro del amor” de Samael Aun Weor).

*
Transitando pues, por las vías que señalan los textos sagrados del oriente y del occidente del mundo, podemos afirmar que el amor es la primera y última de todas las ordenanzas o mandatos divinos, que el amor es una ley, pero amor consciente. Por lo tanto, sin amor consciente no es posible cumplir ley o mandamiento alguno.
Por ejemplo, uno de los principales preceptos de la cultura gnóstico-cristiana dice: ¡No matarás!, pero uno comienza a matar con el resentimiento que guarda en su corazón, e incluso mata lo que más quiere. La guerra y la muerte que vemos por doquier, comienza con el odio que hay dentro de nosotros mismos y que se manifiesta con la pugnacidad entre las parejas, con la violenta relación entre los parientes, entre los vecinos, etc.
Al respecto, el Maestro Samael refiere que “El asesinato es, fuera de toda duda, el acto de corrupción más grande que existe en el mundo”, pero aclara que “no solamente se extingue o apaga la vida ajena con revólveres, gases, cuchillos, venenos, piedras, palos, horcas, etc., sino que también se aniquila la vida de nuestros semejantes con palabras duras, miradas violentas, actos de ingratitud, con la infidelidad, la traición, las carcajadas, etc.
Muchos padres y madres de familia aún vivirían si sus hijos no le hubieran quitado la vida mediante sus malas acciones; multitud de esposas o esposos aún respirarían bajo la luz del Sol si el o la cónyuge se lo hubiese permitido. Recordemos que el ser humano mata lo que más quiere. Cualquier sufrimiento moral puede enfermarnos y llevarnos al sepulcro; toda enfermedad tiene causas psíquicas.” (Vea El parsifal develado. Capítulo Nº 37 de Samael Aun Weor).

El odio es la antítesis fatal del amor; el odio es el “agregado psíquico” o elemento psicológico más abominable que existe dentro de la criatura humana.
En este seminario conviene que todos los participantes comprendamos lo que significa violar leyes, concretamente lo que implica violar la ley del amor.
La violación de la ley del amor conduce inevitablemente a la violencia y a la guerra, la violación de esa ley cósmica destruye el cuerpo físico y mata el alma.
Hay almas que están decididamente muertas para todo posible desarrollo interior, que poco a poco han ido perdiendo las posibilidades de crecimiento y perfección, un derecho que por falta de amor la gente no utiliza. Y con el alma dormida, embotellada entre el ego (muerta, digamos), es imposible dejar de odiar, blasfemar, deshonrar, matar, fornicar, robar, mentir, adulterar, etc., aún cuando posea un vasto conocimiento intelectual sobre los mandamientos o sobre las leyes que rigen la convivencia fraternal entre los seres humanos.
Y es que el arte de amar está más allá de los conceptos intelectivos, es un asunto que no se relaciona con las creencias o las opiniones que sobre Dios y sobre el Amor tenga cada persona. De allí la frase: “A Dios no se llega con el intelecto, sino con el corazón”…
Pensar sobre el amor es distinto a sentir el amor. Los pensamientos que alguien pueda elaborar sobre el amor, no son el amor. Pero en nuestro tiempo ha sucedido que todo lo hemos reducido a intelecto, hemos encasillado la vida dentro de rígidos moldes intelectuales y ese vano racionalismo subjetivo nos ha deshumanizado, nos tiene convertidos en robots-humanoides que piensan en el amor, pero cuyos corazones están vacíos, no contienen esa fuerza cósmico-divinal maravillosa, extraordinaria.
Es imposible aceptar el hecho de que el amor es una ley mientras no hayamos comprendido, en forma integral, el complejo problema de la mente.
La mente sensorial, esa que únicamente se nutre con los datos que le aportan los cinco sentidos físicos, es el peor enemigo del amor. De allí que en los países que presumen de ser “super-civilizados”, de estar “altamente desarrollados”, el amor ya no existe porque todo el pensamiento de quienes los habitan está colocado en la búsqueda de dinero, comodidades y diversiones.
La mente sensorial, embotellada entre el ego, entre el “yo pluralizado”, entre el “mí mismo”, es (repetimos) el peor enemigo del amor y obviamente nos aleja del arte amatorio; nos impide cumplir con la ley suprema o primer mandamiento que ordena “amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo”.
“Hay quienes tienen la mente embotellada entre los celos, en el odio, en el deseo de ser rico, en la buena posición social, o entre el pesimismo, en el apego a determinadas personas, en la identificación con sus propios sufrimientos, en sus familiares, etc. Y hay quienes viven fantaseando sobre el amor, quieren que el amor opere de acuerdo con sus gustos y disgustos, normas intelectuales, prejuicios, preconceptos, recuerdos, experiencias mecánicas…”
Obviamente unos y otros jamás podrán saber realmente qué es la ley divina del amor y en qué consiste el arte de amar. De hecho, aunque sin saberlo, ese tipo de personas se han convertido en enemigas del amor. Es necesario, por lo tanto, comprender a fondo todos esos procesos mentales del “yo”, del “mí mismo”, del ego, que acaban con la belleza íntima del verdadero amor. (Vea el libro titulado Educación fundamental de Samael Aun Weor).
Los mecanismos de la mente sensual, por otra parte, nos llevan hacia la confusión, nos impiden comprender que hay una diferencia radical entre el amor y eso que es respeto, miedo, dependencia.
Ejemplos: “respetamos por temor a nuestros superiores y entonces creemos que les amamos. Teme el niño al látigo, a la férula, a la mala calificación, al regaño en la casa o en la escuela y cree entonces que ama a sus padres y maestros, cuando en realidad sólo siente miedo”…
“Dependemos del empleo, del patrón, tememos a la miseria, a quedarnos sin trabajo, y entonces suponemos que amamos al jefe y que lo respetamos y hasta velamos por sus intereses, pero eso no es amor, es simplemente miedo, temor, y nada más”…
“Muchísimas mujeres creen que adoran a sus maridos y todos los días aguardan con ansiedad infinita que regresen del trabajo, o de alguna fiesta o reunión, o de algún viaje, pero en realidad no los aman, sólo tienen miedo de quedarse sin marido, sin protección, etc.”
De igual manera, “cuando la esposa está de parto o en peligro de muerte por cualquier enfermedad, el esposo cree que la ama mucho más, pero ciertamente sucede que teme perderla, pues depende de ella para muchas cosas: comida, sexo, caricias, lavado de ropa, cuidado de los niños, etc., y eso es tan sólo miedo y dependencia, no legítimo amor”…
En el terreno de la religiosidad “millones de personas tienen miedo de pensar por sí mismas en los misterios de la vida y de la muerte, miedo a inquirir, a investigar, a estudiar y comprender los misterios divinos, y entonces exclaman: ¡Dios me ama y yo amo a Dios y con eso es suficiente!” Es decir, piensan que aman a Dios, pero sólo temen al castigo en los mundos infiernos y por miedo codician la supuesta recompensa en el reino de los cielos.
La esclavitud física y psicológica, la dependencia, el depender física y psicológicamente de alguien, no implica sentir amor hacia aquellas personas de las cuales dependemos.
En conclusión, la mayoría de la gente no sabe amar; si los terrícolas supiésemos amar, el planeta que habitamos sería en verdad un paraíso.
*
Quinta parte

“En verdad que vivimos felices si no odiamos a aquellos que nos odian,
si entre hombres que nos odian habitamos libres de rencor.
En verdad que vivimos felices si nos guardamos de afligir a quienes nos afligen,
si viviendo entre hombres que nos afligen, nos abstenemos de afligirlos.
En verdad que vivimos felices si estamos libres de codicia entre los codiciosos;
moriremos libres de codicia entre hombres que son codiciosos.
En verdad que si vivimos felices aunque a ninguna cosa la llamemos nuestra, seremos semejantes a Dioses resplandecientes que se nutren de felicidad”.
(El Dhammapada, obra sagrada del Buda, Siddharta Gautama)

*
Prosiguiendo con este tema de cardinal importancia para nuestras vidas, veamos cómo en forma sencilla y coloquial el V.M. Samael Aun Weor nos platica sobre eso que se llama “amor”…
En una de sus muchas conferencias, el Maestro toma su parábola y dice: “Al hablar de amor, tenemos que ser precisos en el análisis. No olviden ustedes que los gnósticos somos matemáticos en la investigación y exigentes en la expresión”.
“La palabra amor, en sí misma, es un poco abstracta; necesitamos especificarla para saber qué es eso que se llama amor. Ante todo nos toca consultar un poco el Evangelio Crístico. El Gran Kabir Jesús dijo: En que os améis los unos a los otros demostraréis que sois mis discípulos. También hay otra frase bíblica muy interesante: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, o también, No hagáiss a otros lo que no queréis que os hagan a vosotros”…
“Las gentes, al escuchar la palabra amor, sienten algo que les llega al corazón, pero como no han dado objetividad a su pensamiento, obviamente no captan la honda significación de tal palabra. Es necesario pues, e inaplazable, entender qué es el amor”.
“Aquella frase, no hagás a otros lo que no quieres que te hagan a ti, podría ser traducida así: haceos conscientes de los otros y de ti mismo. Aquella de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo, podría ser traducida como: haceos conscientes de la divinidad que hay en vuestro interior, y del prójimo y de ti mismo… Así, pues, necesitamos hacernos conscientes de eso que se llama Amor, que podría traducirse como conciencia”.
“¿Cómo podría uno amar a sus semejantes (es decir, comprenderlos) si uno no es consciente de sus semejantes? Debemos hacernos conscientes de nuestros semejantes, si es que verdaderamente queremos comprenderlos, porque sólo comprendiéndolos sentiremos por ellos amor. Pero, para poder hacernos conscientes de nuestros semejantes, debemos primero hacernos conscientes de sí mismos”.
“Si un hombre no es consciente de sí mismo, ¿cómo va a hacerse consciente de sus semejantes? Y si no es consciente de sus semejantes, ¿cómo podría comprenderlos? Y si no los comprende, ¡cuál sería su conducta con relación a ellos? Esto es muy importante.”
Hasta allí la cita. Observemos que el mandato divino, aclarado por el Maestro, ordena amar al prójimo sin hacer diferenciaciones entre uno y otro, sin clasificarlo dentro de grupos familiares, políticos o religiosos, o de amigos, de bienhechores, de compatriotas, etc. Además, el primero y el más determinante de todos los mandamientos ordena “amar a Dios sobre todas las cosas”, vale decir, más que al esposo o a la esposa, por encima o mucho más allá del afecto hacia los hijos, hacia los familiares en general, hacia los amigos, etc.
Desde luego, la frase sobre todas las cosas es explícita e indica que el amor a Dios es más importante que el título universitario, la posición social o económica y en general que muchas otras actividades de la vida diaria, aún cuando éstas sean indispensables.
El amor a Dios y al prójimo es importante porque no es posible cambiar las estructuras familiares, económicas, políticas y sociales sin el ingrediente del amor; porque no es posible formar un hombre y una mujer diferentes, de tipo superior, conscientes e inteligentes, sin un método psicológico que explique cómo desarrollar la capacidad de amar a Dios y al prójimo.
Todos vivimos constantemente relacionándonos, nuestra vida se desenvuelve en el mundo de las relaciones. Dar prioridad a nuestra relación con el propio cuerpo físico y con el medio ambiente y las personas que nos rodean, subestimando o ignorando nuestra relación con el ser íntimo y sus 49 partes fundamentales, es auto condenarse a la involución, a la degradación o degeneración.
La correcta relación de nuestra esencia o conciencia con el ser particular, individual, es sin duda, la que verdaderamente se necesita para el desarrollo de la capacidad de amar. Cuando esta relación es incorrecta o inexistente, hay conflictos íntimos y proyección de esa conflictividad interna en el medio ambiente en que nos desenvolvemos.
En consecuencia, los vínculos sociales que establece cada persona, entre ellos el vínculo matrimonial, dependen de los valores psicológicos que posea. Tales valores conforman o estructuran un modo de ser, una manera específica de ser. Si, por ejemplo, somos odiosos, rencorosos, orgullosos, vanidosos, celosos, vengativos, o personas a quienes les anima el deseo revanchista, es evidente que el sentido estético no está presente en nuestro mundo interior, que carecemos de belleza íntima y nuestras relaciones con el prójimo resultan inevitablemente ásperas, duras, violentas, carentes de armonía y de comprensión.
El problema del amor queda resuelto si emprendemos la tarea de conocernos y de comprendernos a nosotros mismos. “Necesitamos auto-conocernos y auto-comprendernos antes de conocer y comprender a los demás”.
Para tal efecto, para amar verdaderamente al prójimo, es urgente aprender a ver el punto de vista ajeno, saber colocarse en la posición de otras personas. Cuando así procedemos, descubrimos que los defectos psicológicos o “yoes” que tanto criticamos en la novia o el novio, en la esposa o esposo, en los hijos, parientes, amigos y conocidos en general, los tenemos muy sobrados en nuestro mundo interior. La crueldad que provoca el “yo” pluralizado (particularmente el “yo” del odio), continuará existiendo sobre la faz de la Tierra hasta tanto no hayamos aprendido a dispensar los defectos ajenos, a tolerarlos, a comprenderlos, y esto sólo es posible haciéndonos conscientes de nosotros mismos, auto-comprendiéndonos.
Tengamos en cuenta que el amor es un hecho y que, lógicamente, se demuestra con hechos. De allí el refrán español: “Obras son amores y no buenas razones”. Pero si uno no tiene el valor de verse a sí mismo, de auto-observar los propios defectos psicológicos con el firme propósito de comprenderlos para luego eliminarlos, ¿cómo o de qué manera podrían nuestros hechos estar impulsados por la fuerza cósmica del amor?
Escrito está que cuando uno ama, ayuda desinteresadamente al prójimo; que cuando hay amor en el corazón, uno sabe colocarse en el lugar de los demás para comprenderlos, para sentir dentro de uno mismo cuáles son sus necesidades, cuáles sus sufrimientos, sus padecimientos físicos y problemas en general.
Pablo, el gran iniciado gnóstico-cristiano, en su “Carta a los Corintios”, capítulo 18, versículos 4 al 8, traza magistralmente una definición del verdadero amor con los siguientes términos: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo cree, todo lo espera, todo lo sufre, todo lo soporta…
De esa definición del amor, la más hermosa de todas cuantas se hayan dicho o escrito, podemos inferir que los “yoes” o “agregados psíquicos” de la envidia, la jactancia, la vanidad, el egoísmo, la ira, el rencor, la injusticia, la mentira y la malignidad en general, nos obligan a actuar “en forma indebida” y por consiguiente son contrarios al amor, que en sí mismo es benigno y nada hace incorrecto.
En todo caso, el problema del desamor, es decir, el problema del odio y todo lo relativo al arte de amar, es un asunto de experiencia íntima directa, de interiorización gradual, pues de lo contrario nos perderíamos en el intrincado laberinto de las opiniones eruditas de enjundioso contenido intelectual, o bien románticas y sensibleras sobre eso que se llama amor.
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Continúa este tema en: El arte de amar (sexta parte y conclusión).

Gnosis en la civilización Maya (segunda parte)

La primera parte de este tema la cerramos con una cita del Popol Vuh o Popol Wuj por parte del Avatara de Acuario, Samael Aun Weor. Iniciaremos esta segunda parte, transcribiendo una cita del Popol Vuh del V.M. Huiracocha , el doctor Arnoldo Krumm Heller. En su libro: «Logos Mantram Magia«, publicado en la colección Miscelanea de la Editorial Kier. “No había –dicen- excepto el Caos, aunque cubierto majestuosamente por un cielo eterno. Sólo Dios existía, Tepiu K’ocumatz, en forma andrógina. Es decir, hombre y mujer a un tiempo, Padre y Madre a la vez, creador y criatura. De Él, salió el Huracán (voz maya que después fue llevada a los mares caribes) y que significa, para los indios antiguos, viento, soplo y palabra…”

La Cruz maya

Así como el maíz tiene enorme importancia en el esoterismo maya, la cruz ocupa también significativa importancia en la extraordinaria Civilización maya. A este respecto, muchos investigadores se han referido a la Cruz maya. Así por ejemplo, J. Enrique Ardón, en su libro: “Cuando se rompió el hilo» (la Atlántida y los Mayas) afirma que: “la realidad es que esa cruz de brazos iguales (+), que aparece en Palenque y se puede ver también en un monolito antiquísimo que se encuentra en el Museo Arqueológico de Guatemala, así como en un monolito de la Acrópolis en el Templo VI de Tikal y en una estela de “Dos Pozas”, Petexbatún (Petén) es la votánica que trajeron aquellos cultos enviados del Oriente, entre los que destacó Valum Votán como lo narra nuestra historia”.

Muy oportuno, nos parece citar el siguiente párrafo del V.M. Huiracocha en su obra ya citada: “Votan o Wotan, era el gran Dios de los antiguos alemanes, el Dios del viento, representación del Aliento divino, de que nos habla Tácito. En Rusia hay un pueblo, los Votajas, que hablan un idioma parecido al Sánscrito y que conserva voces mayas. Por eso, no es extraño que volvamos a encontrar en Yucatán y Guatemala, al Dios Votan con el mismo nombre”.

David Freídel, Linda Schele y Joy Parker en el capítulo II de su obra. “El Cosmos Maya” publicada en castellano por el Fondo de Cultura Económica, muestran un análisis formidable, relacionando la Cruz maya con la Astronomía. En las páginas 72 y 73 citan una frase de extraordinaria importancia para los estudios gnósticos: “…me había advertido que acudiera siempre a la naturaleza en busca de la fuente del simbolismo mitológico”.

Los autores citados demuestran en el contenido de su obra que en sentido astronómico la Cruz maya está formada por la Eclíptica y la Vía Láctea. Además que los animales ahí representados, son nada más y nada menos, que los animales de las constelaciones. Así por ejemplo el ave mitológica que generalmente corona la Cruz maya corresponde a Wuqub Kak’ix (Siete guacamayo) y este a su vez con la constelación de la Osa Mayor. Es significativo que esta hermosa y enorme constelación, que en Guatemala, parece un barrilete (cometa) gigante, en Europa es denominada: carro o trineo. Dicha constelación presenta siete estrellas observables a simple vista. De ahí que el Wuqub Kak’ix podría denominarse: Guacamayo de siete estrellas.

Es innegable que todas las religiones han ubicado a sus dioses y diosas en el cielo. Así por ejemplo en la Cultura clásica: diosas, dioses, héroes y mensajeros de los dioses griegos y latinos se encuentran en el firmamento. Ahí encontramos a Marte, a Venus, a Mercurio, Júpiter, Hércules y Casiopea, entre otros.

En forma similar, los mayas, también representan su mitología en el Cosmos. Los autores en mención citan a Bárbara y Dennis Tedlock autores de una de las versiones más autorizadas del Popol Wuj y coinciden con ellos en que, por ejemplo, la constelación de Géminis, para los mayas corresponde a la pareja creadora: Ixpiyacoc e Ixmucané. Sin embargo, es conveniente aclarar a la luz de la Gnosis, que no es que afirmemos que los planetas,estrellas o constelaciones, sean dioses. Los objetos astronómicos, son en realidad símbolos o representaciones didácticas de la divinidad. Aunque en todos los pueblos antiguos, el planeta Tierra por ejemplo, es considerado como un ser vivo. Por consiguiente, como todo ser vivo tiene su alma o su ánima mundi, la cual es divinal.

Francisco de Paula, García Peláez, arzobispo de Guatemala de 1846 a 1867, expuso en el primer tomo de sus “Memorias para la Historia del Antiguo Reyno de Goathemala” que en el entrecruzamiento central de la cruz de Palenque se encuentra el árbol de la vida hebraica y que dentro de este símbolo, se lee una letra T, que nos recuerda, tanto a la palabra nahua: Teocalli, como al latín Theos. García Peláez afirma que es indudable que para los mayas, igual que para los cristianos, la cruz era un símbolo sagrado. El V.M. Huiracocha en la obra citada anteriormente, afirma que: “es la Cruz, el símbolo más antiguo de la Tierra”. La cruz de Palenque y más precisamente la cruz de la que desciende el sumo sacerdote Pacal en la loza monolítica del templo de la Inscripciones en Palenque, está hecha de cañas de maiz, de milpa.

Samael Aun Weor explicó magistralmente en su obra: “Dios Pacal y el Katún trece, lo siguiente: “aparece sobre la piedra, que pesa varias toneladas y que cubre al sepulcro, una gran cruz hecha con cañas de maíz, y esto nos invita a la reflexión. Entre los mayas, así como entre los náhuas, zapotecas, toltecas, etc., el maíz es sagrado. Alegoriza o simboliza a la simiente humana. Por ejemplo, en China, la India, Japón, etc., la simiente humana está alegorizada o simbolizada por el arroz y en los pueblos cristianos de Europa y del medio Oriente, la simiente fue alegorizada o simbolizada por el trigo. La cruz hecha de caña de maíz, obviamente resulta tremendamente significativa, pues bien sabemos nosotros (los gnósticos) que la cruz es un instrumento de liberación, no únicamente de martirio. Realmente, la inserción del phalus vertical dentro del Cteis formal hacen cruz. Bien y si tal cruz es hecha de cañas de maíz, nos está indicando algo extraordinario.

Es obvio que en el Ens seminis, dentro del cual está contenido el ens virtutis del fuego, existen poderes extraordinarios. El ens seminis, o entidad del semen, o esperma sagrado del ser humano, contiene poderes místicos trascendentales, formidables, que los mayas analizaron cuidadosamente en sus estudios, no solamente en Palenque, sino en Cancún, en Chichén Itzá, etc.”. La Cruz maya, entre otros simbolismos, representa a los cuatro puntos cardinales. En cada punto cardinal, rige una representación del Dios Chac, que no es solamente el dios del agua. Es el Señor y dador de vida, el Tercer logos, el Espíritu Santo, entre los mayas.

La cruz y la piedra filosofal

Entre los mayas, cada punto cardinal, se representa con un color diferente. Los colores son: rojo, amarillo, blanco y negro. En el Popol Wuj, se hace referencia a estos cuatro colores, cuando Jun Junajpu y Wuqub Junajpu descienden al valle de Xibalbá a competir en el juego de pelota con los 9 camé, con los nueve señores del inframundo: “enseguida llegaron donde se encontraban cuatro caminos y allí sí fueron vencidos, donde se entrecruzan los cuatro caminos: un camino era rojo los otros eran un camino negro, un camino blanco; y el otro un camino amarillo. Eran cuatro caminos.” (Versión de Luis Enrique Sam Colop, Editorial Cholsamaj). Se narra en el Popol Wuj que ahí empezó la derrota de Hun Hunahpú (Jun Junajpu) y Vucub Hunahpú (Wuqub Junajpu).

Tiempo después la doncella Ixkik (Ixquic) se encuentra en Xibalbá con un árbol de morro o JÍCARO. El sagrado IAO, el Gaio, Gallo o Abraxas de los gnósticos. Una de las calabazas o morros le habla a la doncella y con un escupitajo resulta en cinta. De ahí deviene la inmaculada concepción de Hunahpú (Junajpu) e Ixbalanqué (Xbalamke).

“De pronto habló la calavera que estaba entre las ramas del árbol: -¿Qué es lo que deseas de lo que son sólo huesos, los objetos redondeados en las ramas de los árboles? Dijo la cabeza de Jun Junajpu cuando le habló a la doncella”. “-¿Los deseas? Agregó. -¡Sí, los deseo! contestó la doncella. -¡Está bien! Extiende tu mano derecha, que yo la vea, dijo la calavera. -¡Sí! Respondió la doncella, extendiendo su mano derecha hacia la calavera”.

“En ese instante la calavera lanzó un chisguete de saliva que vino a dar directamente en la palma de la mano de la doncella. Cuando ella vio la palma de su mano que examinó de inmediato ya no había saliva de la calavera en su mano”. (tomado de la versión del Popol Wuj de Sam Colop).

Resulta muy significativo que el divino redentor del mundo haya sido crucificado en el monte de la Calavera y en la Cábala hebraica se estudie el árbol de la Vida.

Los dioses principales de todas las antiguas civilizaciones nacen de inmaculadas concepciones. Hitzilopochtli entre los aztecas, Mitra entre los persas, Horus en Egipto y el niño dios de Belén, Jesucristo. La doncella Ixquic (Ixkik), tiene los mismos atributos que Cuatlicue, Isis, Devaki, Mayevi, Rea, María.

Esos cuatro colores, se relacionan con la piedra filosofal. Los mayas adoraron a la piedra de obsidiana (de color negro) y los musulmanes adoran la piedra de la Caba (de color negro). En las sagradas escrituras, se hacen muchas referencias a la piedra. En el Nuevo testamento, Jesús narra la parábola de los dos cimientos (Mt 7.24-29). En Lc 20.17, se lee: «La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo». «He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa» (1 P 2.6).

Los alquimistas medievales se esforzaban por encontrar la piedra filosofal. Una vez encontrada, la esculpían con mucha dedicación a base de cincel y martillo y la sometían a fuego incesante. Al cocer la piedra, esta presentaba diferentes colores en forma sucesiva. Los colores de la piedra filosofal, eran: negro, blanco, amarillo y rojo. Estos colores, nos recuerdan la leyenda de los reyes magos. Se dice en la leyenda que hubo un rey mago de etnia negra, otro de etnia blanca y otro de etnia amarilla. También se afirma en la leyenda, que los reyes magos vestían mantos de púrpura, de color rojo.

En relación con los cuatro colores simbólicos, el Presidente fundador de las instituciones gnósticas, Samael Aun Weor, en el capítulo titulado: La Cruz de San Andrés, de su obra ya citada: «La Doctrina Secreta de Anáhuac, expone lo siguiente: «en Caldea, los ziggurats, generalmente torres de tres pisos, a cuya categoría perteneció la famosa Torre de Babel, estaban pintados de tres colores: negro, blanco y rojo púrpura. Para dar una idea del alcance extraordinario que en la Filosofía Hermética toma el simbolismo de los colores de la Gran Obra, observemos que siempre se representa a la Virgen vestida de azul (equivalente al negro), a Dios de blanco y al Cristo de rojo».

«En los sagrados templos del viejo Egipto de los faraones, cuando el recipiendario estaba a punto de sufrir las pruebas de la iniciación, un maestro se acercaba a él y le murmuraba al esta frase misteriosa: !Acuérdate que Osiris es un dios negro!». «Evidentemente, este es el color específico de las tinieblas, de las sombras cumerías, el del diablo, a quien se ofrecieron siempre rosas negras, y también el del Caos primitivo donde todos los elementos se mezclan y confunde totalmente. El símbolo del elemento tierra, de la noche y de la muerte radical de todos esos agregados psíquicos que en su conjunto constituyen el mí mismo».

«Indubitablemente, lo mismo que en el Génesis hebraico, el día sucede a la noche, así también la luz sucede a la oscuridad. Bienaventurados los que han sido regenerados y lavados por la sangre del cordero (el fuego sexual, serán siempre vestidos con vestiduras blancas». En la tierra sagrada de los faraones, Path, el regenerador, usaba siempre túnica de lino blanco para indicar el renacimiento de los puros, de los que han muerto en sí mismos».

Más adelante, el Kalki Avatar, afirma que: «el color blanco sucede al negro, el amarillo al blanco y el púrpura de los reyes sagrados de las dinastías solares se sucede siempre al amarillo». Explica además el Maestro que por ese motivo, en el Viacrucis, colocan el manto púrpura (rojo) a nuestro señor el Cristo.

Volviendo al Popol Vuh, una vez han crecido Hunahpú e Ixbalanqué deciden ir a preparar el terreno para la siembra. Después de un día entero de trabajo limpiando la maleza, van a descansar a su hogar y regresan al día siguiente a continuar sus labores agrícolas. Pero al llegar al terreno de cultivo, se encuentran con la sorpresa de que la maleza ha crecido nuevamente. Como no entienden qué ocurrió, deciden regresar en la noche para acechar a los animales. Cuando aparecen los animales, intentan atraparlos, pero todos se les escapan, no logran capturarlos. Por fin logran cazar al ratón. El ratón les habla entonces del juego de pelota y vuelven al hogar a recuperar sus implementos del juego.

Este mito tiene enorme significación esotérica. Desde el punto de vista astronómico, resulta sumamente interesante la explicación que da César Augusto Coto De León en su obra: “Bajo el cielo de los mayas”. Según Coto la crecida de la maleza ocurre entre un año y otro. Después de transcurrido un año y, con el cambio de las estaciones, es natural que vuelva a crecer la maleza. Los animales, como ya se explicó anteriormente, en su significado astronómico, simbolizan a las constelaciones. La mayoría de animales se escapan porque casi todas las constelaciones, durante el año, tienen determinado número de días en el que no son visibles en el cielo nocturno. La característica de ser visibles todo el año en determinada latitud, solo la poseen las denominadas constelaciones circumpolares.

Lo más extraordinario, es que según Coto De león, en muchos pueblos mayas de Guatemala, se relaciona al ratón con la constelación de la Osa menor, Explica además Coto, que la Osa menor, es la única constelación circumpolar en Guatemala. Así explica Coto De León que la pelota, representa al planeta Tierra y que el descubrimiento del juego de pelota corresponde al descubrimiento de la redondez de la Tierra por los mayas.

Desde el punto de vista más profundo del esoterismo, la maleza, representa a las manifestaciones del Ego, es decir, de los elementos indeseables de la conducta humana, que no permiten que crezca la semilla, el maíz. Los animales representan al deseo, a los defectos de carácter. El juego de pelota tiene una significación alquimista extraordinaria. En el Popol Vuh, este juego ritual se practica en parejas: por el binario. “De dos en dos jugaban eran cuatro por todos”.

“Cuando se reunían para entretenerse en el campo de juego llegaba un halcón a observarlos. Era el mensajero de Jun Raqan, Ch ‘ipi Kaqulja Raxa Kaqulja. Ahora bien, para este halcón no quedaba lejos la Tierra no quedaba lejos Xibalba, y en un instante subía al Cielo a donde Jun Raqan” (Popol Wuj, versión de Sam Colop).

Corazón del Cielo es triuno, es una trimurti, la Trinidad. Resulta muy significativo, que en el antiguo Egipto, el halcón representa al dios Horus.

En el colosal patio de juego de pelota de Chichén Itzá aparecen esculpidos en la piedra siete jugadores. En este caso, se representa al septenario teosófico. Para los yoguis de la India y para los teósofos, el ser humano es septuble en su constitución. El ser humano, además de su cuerpo físico, posee: vitalidad, emociones, pensamientos, voluntad, conciencia y espíritu.
El juego de pelota mesoamecano, representa la lucha de los contrarios, la lucha entre las fuerzas del día y de la noche, de la luz y la oscuridad, de la vida y de la muerte.

El Escarabajo Sagrado

KEPHERA

El Escarabajo, ha sido el animal sagrado por excelencia en el panteón del país asoleado de Kem: El Egipto antiguo.

Símbolo solar y al mismo tiempo de resurrección. La teogonía egipcia lo coloca en el tope de la creación y lo asocia con Osiris. Se le consideraba como “Engendrador de sí mismo”.

Además de que fueron utilizados como amuletos y talismanes, una de sus más sublimes representaciones era la que lo asociaba con el dios Khépera o Khépri. La figura del Escarabajo semeja a la del verbo Khépri (sol naciente).

El Escarabajo como imagen de la ruta del sol, es decir el movimiento cíclico del Astro rey y del camino iniciático (que sigue la misma ruta: baja primero al submundo para reaparecer victorioso), era considerado como el Espíritu, el Sol, Osiris, Amon-Ra, que baja a humanizarse y eleva al alma (de la cual también es representación) a la categoría divinal, realizando el axioma hermético del sello de Salomón, como nos lo muestra de modo estilizado la figura que acompaña al título.

A la vez, este símbolo nos muestra, veladamente, (en la unión de los dos triángulos que conforman tal sello) al fuego y mercurio de los alquimistas, creadores de bestias, hombres, mundos y dioses.

A este respecto nos dice Uzcátegui en su libro El Egipto Gnóstico, lo siguiente: hay un texto que nos entrega la arqueología oficial en el que podemos leer: “Soy el que vino a existir bajo la forma de Khépera.
Yo he sido el creador de lo que vino a existir más tarde. Después de mi llegada muchas fueron las cosas que existieron viniendo de mi boca. Antes de mí no existía el Cielo, ni la Tierra, ni las cosas que dentro de ella hoy se encuentran. Todo lo hice salir de NU (la masa original de agua) partiendo de un estado de inactividad”.

“Soy el Creador de lo que vino a la vida y yo mismo llegué a la vida bajo la forma del Dios Khépera. Yo me formé de la materia prima. Mi nombre es Ausares (Osiris). He cumplido con toda mi voluntad y mi mano se ha hecho fuerte». (Osiris está descrito en este papiro como el Pautet, la esencia misma de la materia prima y fuente de las cosas creadas”.

“El que de entre esa «masa de agua» haya brotado Khépera para iniciar la creación, nos recuerda a la leyenda de los engendradores o cosmocratores que teniendo la voluntad cósmica unida a la imaginación creadora dieron origen a las distintas manifestaciones de la vida que se conocen en los distintos rincones del Universo”. Estas “aguas” espermáticas son las mismas de las que nos habla el Génesis hebraico y sobre las que flota el espíritu de Dios (fuego, fohat) de donde brotan los mismos elohim (diosas y dioses creadores).

“No en vano vemos a Khépera -continua diciendo el autor- haciendo surgir de su boca las cosas que existen: Recordemos que los cosmocratores tienen el poder de crear con su laringe (pues la misma actúa como un útero donde reside la fuerza crística), uniendo su voluntad cósmica y su imaginación creadora; «En el principio era el Verbo»”…

El ESCARABAJO SAGRADO carga la perla de Cáncer; el Escarabajo es el único animal que puede cargar miles de veces su propio peso. Y es que la fortaleza del alma desarrollada o BODHISITA, es de tal magnitud que “no pueden con ella ni las bestias más terribles del Universo. Incluso, los Señores de la Ley la respetan”… Nos dice el sabio Maestro: Samael Aun Weor.

OSIRIS (dios de los “muertos” asociado a la creación de la vida, resurrección) y Khépera (la simiente cósmica): los dadores de la vida y de la muerte, tenían que aparecer en los orígenes de la Creación, pues es la muerte quien ordena la vida.

“Si la semilla no muere la planta no nace”, y por eso el Escarabajo Pelotero empuja una bola que contiene sus huevecillos, los cuales, al ser calentados por el sol, dan origen a nuevos escarabajos; así el sol fecunda la vida latente, muere el huevo y nace Képhera. “Sórbida es la muerte en victoria»…

Por: César Owen / España

El arte de amar, segunda y tercera parte

Aunque parezca increíble, es muy cierto de toda verdad que esta tan cacareada civilización moderna es espantosamente fea, no reúne las características trascendentales del sentido estético, está desprovista de belleza interior. Las gentes se han vuelto espantosamente crueles, la caridad se ha enfriado, ya nadie se apiada de nadie. Las gentes de estos tiempos se han tornado demasiado groseras, el perfume de la amistad y la fragancia de la sinceridad han desaparecido radicalmente, el sentido del verdadero amor se ha perdido y las gentes se casan hoy y se divorcian mañana. (Samael Aun Weor, La gran rebelión. Capítulo Nº 2)

¿Es el amor un arte? En tal caso requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es acaso, una sensación placentera cuya experiencia es cuestión de azar, algo con lo que uno tropieza si tiene suerte? Este seminario se basa en la premisa de que el amor es un arte, aún cuando sabemos que la mayoría de la gente cree que el amor es algo así como una especie de química, un asunto meramente sensorial que produce satisfacciones personales.
Con tales afirmaciones no intentamos, en modo alguno, suponer que para la gente el amor carece de importancia. Sabemos que realmente todas las personas están sedientas de amor, por eso ven innumerables películas y telenovelas basadas en historias de amor; unas felices, otras desgraciadas; y escuchan centenares de canciones triviales cuyo tema es el amor. Sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor, es decir, que se aprende a amar, que el amor surge dentro de nosotros mediante un proceso de aprendizaje y de eliminación de los factores psicológicos del contra-amor, del anti-amor, que lamentablemente existen dentro de cada persona.
Esa actitud equivocada consistente en creer que la mecánica de la vida lo prepara a uno para amar, tiene su basamento en la falsa educación y desde luego en los falsos conceptos sobre los que se fundamenta esa educación.
Así las cosas, para la mayoría de la gente, el amor consiste en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para millones de terrícolas el concepto de amor se refiere a cómo lograr que se les ame o cómo ser dignos de amor. Para alcanzar ese objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado en especial por los varones, es tener éxito, ser tan adinerado y poderoso como lo permita el margen social de la propia posición. Otro, usado particularmente por las mujeres, consiste en ser atractivas por medio del cuidado del cuerpo, la ropa que visten, etc.
Existen otras formas de ejercer atracción, que utilizan tanto los varones como las mujeres, como tener modales agradables y conversación interesante, mostrarse ante los demás como persona útil, amiga de hacer favores, aparentar modestia, etc. Muchas de las formas de hacerse querer son iguales a las que se utilizan para alcanzar el éxito, a las técnicas mentalistas (de psiquismo inferior) para ganar amigos y dinero e influir sobre la gente.
En realidad lo que para la mayoría de personas de nuestra cultura moderna equivale a digno de ser amado, es en esencia, una mezcla de popularidad y sex-appeal, un asunto puramente físico, relacionado con el centro motor-instintivo-sexual.
Otro error conceptual que sustenta la tesis de que uno (por el hecho de existir como criatura humana) ya está capacitado para amar, consiste en suponer que esto no requiere de un esfuerzo consciente y que todo se reduce a encontrar un objeto apropiado (léase persona) para decirle: “yo te amo”, o bien para ser amado por ese objeto en cuestión.
En una cultura como la nuestra, en la que prevalece la orientación mercantil (de producción de bienes y consumo, de oferta y demanda) y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sentir asombro porque las relaciones amorosas humanas sigan el mismo sistema de intercambio de bienes y de trabajo, que se fundamenten en el “yo te necesito”, en el “tú me haces falta”, en el “yo te doy y tú me das”…
De ese modo, dos personas (él y ella) creen que están enamoradas cuando sienten que han encontrado el mejor objeto disponible en el mercado, dentro de los límites impuestos por sus capacidades económicas y la posición social.
Ella cree haber “comprado” un marido y él supone que ha “comprado” una buena esposa, lo cual lleva posteriormente a una confusión entre la experiencia inicial del “enamorarse” y la situación permanente, dentro del matrimonio, de intentar permanecer enamorados.
Esa excitación inicial, combinada con la atracción sexual y su consumación en las relaciones íntimas, a pesar de su carácter emocionante, con el paso del tiempo pierde su condición estimulante debido al antagonismo entre las parejas, hasta que un día ambos se sienten desilusionados y caen en un terrible aburrimiento mutuo que incluso suele convertirse en desprecio. Porque el amor convencional es, por su misma naturaleza egoica y pasional, poco duradero.
Así pues, esa falsa idea de que “no hay nada más fácil que amar”, sigue siendo la opinión prevaleciente cuando se habla del amor, aún a pesar de las abrumadoras pruebas en sentido contrario.
Vea que prácticamente no existe otra relación que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectativas, y no obstante, fracase tan a menudo como el amor entre las parejas, entre padres e hijos, entre amigos. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad económica, política o social, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores, o bien renunciaría a la actividad fracasada.
Empero, puesto que la renuncia es imposible tratándose del amor (el amor es el fundamento de todo, nadie puede vivir sin amor), sólo hay una fórmula adecuada para superar la bancarrota de tan sublime sentimiento, esto es: estudiar qué es el amor en sí mismo y examinar las causas que han originado su pérdida.
El primer paso es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir, y que si realmente queremos aprender a amar, debemos proceder en la misma forma que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte como la música, la pintura, carpintería, la medicina o la ingeniería. Sólo que en el caso del arte de amar, el objeto de estudio es la persona misma, eso que yo soy en este momento, ahora.

El arte de amar
(Tercera parte)

Esta cuestión del mí mismo, lo que yo soy, eso que piensa, siente y actúa, es algo que debemos auto-explorar para conocernos profundamente.
Existen por doquier muy lindas teorías que atraen y fascinan, empero de nada serviría todo eso si no nos conociésemos a nosotros mismos. Es fascinante estudiar astronomía o distraerse un poco leyendo obras serias; sin embargo resulta irónico convertirse en un erudito
y no saber nada sobre sí mismo, sobre lo que yo soy,
sobre la humana personalidad que poseemos. (Samael Aun Weor, La gran rebelión. Capítulo Nº 10)

¿Cuáles son los pasos necesarios, desde el punto de vista gnóstico, para aprender cualquier arte? Según la Gnosis, el procedimiento puede y debe dividirse en dos partes: A) La adquisición del conocimiento, del saber. B) La práctica, la implementación en los hechos de los conocimientos adquiridos, para lo cual es indispensable un tercer factor. C) La comprensión que surge de la unificación del saber con el ser.
Además de la obtención de las ideas gnósticas relacionadas con el arte de amar y la comprensión o vivencia de esas ideas, hay un requisito fundamental para poder implementarlas de forma continuada en la vida diaria, a saber: nada en este mundo físico debe ser para nosotros más importante que el desarrollo de esa capacidad de amar. Porque en la ausencia de ese anhelo místico radica el motivo por el cual la humanidad de nuestra decadente cultura, a pesar de sus continuos fracasos en las relaciones, no trata de aprender ese arte.
Aún sintiendo la intrínseca necesidad de amar, para las multitudes son otras cosas las que tienen más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder, satisfacciones personales, auto-consideraciones…
Por consiguiente, en este difícil arte de amar se debe tener en cuenta que lo exterior es una proyección de lo interior, y que siendo el arte, por definición “la búsqueda de la belleza en todas sus manifestaciones”, inferimos que no puede existir hermosura, armonía y equilibrio en nuestras vidas externas sin belleza interior, sin la posesión específica de valores estéticos que permiten el desarrollo de la capacidad de amar.
Como secuencia o corolario, un verdadero artista es aquel que sabe amar porque mediante un trabajo interior ha eliminado de sí mismo ciertos valores inferiores o yoes, y de ese modo ha cristalizado en su esencia anímica, valores estéticos o virtudes que le han proporcionado equilibrio y armonía en su centro pensante, en su cerebro emocional y en su cilindro motor-instintivo-sexual.
Entiéndase pues, por valores estéticos, la bondad, la generosidad, el altruismo, el sentimiento de amistad y de fraternidad, la sinceridad y la cortesía, la caridad, la equidad, la justicia, la temperancia y muchos otros afines con el amor, que es el primero, el más elevado y el más hermoso de todos los valores del alma.
“La sociedad es una suma de individuos”. Para estructurar un mundo nuevo y mejor, una sociedad más justa y más humana, el amor es un requisito indispensable, pero esto exige equilibrio y normalidad pensante, emocional y sexual de parte de los individuos que forman las distintas sociedades del planeta Tierra.
El verdadero arte es justo, exacto, matemático, equilibrado, armonioso, mesurado e incluso sencillo, y por lo tanto hermoso, bello, consciente e inteligente, saturado de amor hacia los semejantes, a quienes les transmite un mensaje de alegría, o bien una enseñanza que habrá de convertir sus vidas en algo distinto, en una obra maestra.
¿Cómo podría una persona injusta, precipitada, impaciente, torpe, agobiada o embargada por odios, resentimientos, frustraciones, insatisfacciones, miedos, angustias, depresiones, pensamientos tristes y pesimistas, preocupaciones, etc., desarrollar la capacidad de amar, convertirse en un artista del amor?
El amor se manifiesta como recto pensar, recto sentir y recto obrar. Vale decir, el amor exige, para su manifestación, un corazón comprensivo, una mente tranquila, serena y un centro motor-instintivo-sexual no violento, que no sea víctima de la violencia ni de la pasión sexual, que vibre en armonía (artísticamente) con el infinito.

Colaboración de
Franklin Ugas/Venezuela

Continúa este tema en: El arte de amar, (cuarta y quinta parte).

El arte de amar, parte I

Este tema está particularmente dirigido a aquellas personas inteligentes y comprensivas que dentro
de sí mismas experimentan una simbiosis de amor y rebeldía.

Hay un arte de amar que debe ser aprendido, como quien aprende a leer y a escribir para luego convertirse en escritor. Asimismo, nadie es excelente amador o amadora por el simple deseo de querer serlo. Uno necesita pasar por un proceso de aprendizaje que, en el terreno del gnosticismo universal, implica conocer -por sí mismo y por experiencia directa- los misterios del amor.

PLANTEAMIENTOS BÁSICOS
1- “Juan, el inefable, recuesta su cabeza en el corazón del gran Kabir Jesús, como declarando: el amor se alimenta con amor”. (Samael Aun Weor, “El Parsifal Develado”)

2- “Cuando uno no tiene amor, nada es”… (Pablo, el gran iniciado Gnóstico-Cristiano)

3- “El conocimiento psicológico (de sí mismo) es una condición necesaria para el desarrollo de la capacidad de amar”. (Erich Fromm)

Auspiciado por la Asociación Gnóstica de Estudios Antropológicos, Culturales y Científicos.

EL ARTE DE AMAR

“Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas, nada sabe acerca de las uvas”. (V.M. Aureola Paracelso)

“No podemos forjarnos ninguna concepción de un desarrollo de la capacidad de amar sin un desarrollo de la conciencia. No podemos amar lo que no conocemos conscientemente. El amor verdadero es consciente. Amor es igual a conciencia despierta”. (Sabiduría Gnóstica)

REFLEXIÓN INICIAL: Según las profundas investigaciones esotéricas y gnósticas, realizadas por hombres de conciencia despierta en el mundo interior o espacio psicológico, el “animal intelectual” está dormido. En él, todo está mezclado con sueños, con la imaginación mecánica o fantasía, y de hecho con emociones negativas a las cuales se aferra más que a ninguna otra cosa. Gran parte de su vida (la casi totalidad, digamos) tiene lugar en la subjetividad, en la inconsciencia, de donde se infiere que está gobernado por los “agregados psíquicos” o “yoes” de la falsa personalidade esa máscara ilusoria que desde luego no es el Ser y a quien obedece ciegamente. Tal como es (afirman los maestros-investigadores) no puede discernir entre el amor y la pasión, confunde el uno con la otra. Y luego añaden: pero un hombre verdadero, el que mediante un riguroso trabajo sobre sí mismo ha llegado a otros estados superiores de conciencia, sí ve las cosas como son en realidad, pues ya no está más en los estados inferiores de sueño y de vigilia, es objetivo, y así, de ese modo, experimenta el verdadero amor.

Esto último sucede cuando el hombre llega a ser consciente de sí mismo, de Dios y del prójimo, es decir, cuando se auto-conoce y se identifica o consustancializa con su Ser Real. Empero el “animal intelectual”, que como hemos dicho, vive de acuerdo con los condicionamientos de su falsa personalidad, que sólo conoce las pequeñas y falsas emociones, fundamentadas casi siempre en la auto-consideración surgida a su vez del amor propio. ¿Cómo podría, estando tan lleno de prejuicios, de dogmas, con el alma tan pequeña, tan embotellada entre el egoísmo, que mira con desprecio a quienes no pertenecen a su mismo bando, que rechaza con odio a todo aquel que pertenece a una religión diferente, comprender qué es el amor a Dios y al prójimo?

De modo que, los hechos demuestran que el hombre común o “animal intelectual” no puede saber lo que en sí mismo es el amor a Dios y al prójimo porque está dormido y sólo sabe apreciar su propia opinión de Dios (al que cree adorar) y el concepto parcial que tiene de sus semejantes. Su opinión, obviamente, es egocéntrica y si alguien no opina lo mismo que él, se enfurece y hasta lo persigue y desea matarlo. Secuencialmente, todo lo que puede decirse del hombre dormido es que no puede, en esas condiciones psicológicas, amar verdaderamente a Dios y al prójimo.

PRIMERA CONCLUSIÓN: Sólo la conciencia despierta puede llevarnos a sentir verdadero amor.“La esencia libre nos confiere belleza íntima. De tal belleza emanan la felicidad perfecta y el verdadero amor”… Hay, pues, una diferencia muy grande entre amar y la atracción entre los opuestos (de la mujer hacia el varón y viceversa, entre él y élla). Amar presupone conocimiento de sí mismo y entendimiento de ciertas leyes; lo segundo es una cosa mecánica (instintiva-motora y sexual), predeterminada por la Inteligencia de la Naturaleza para los fines de la reproducción y supervivencia de la raza.

Colaboración de:
Franklin Ugas/Venezuela

Continúa este tema en: El arte de amar, segunda y tercera parte.