El águila imperial
Majestuosidad y poder del Ser
El Águila desde siempre se ha utilizado para simbolizar lo real y majestuoso por excelencia, tanto en la Tierra como en el Cielo. O también como símbolo de poder, en la enseña principal de algunos ejércitos modernos o del pasado, como la legión romana, por ejemplo. Asimismo queda trazada con las líneas imaginarias que forman las estrellas de la constelación del Águila: constelación septentrional de la Vía Láctea.
Se asocia al Evangelio de Juan y al elemento aire. Volando, en plena libertad, por los acantilados en amplios círculos, es para la mayoría de
los indígenas de América del Norte, el símbolo del
Gran Espíritu (Wakan-Tanka), manifestándose en los tres mundos: el Supramundo, el Mundo Terrenal y el Inframundo, que ellos consideran circulares. Disposición ésta que utilizan en todas sus reuniones y construcciones, dado que para ellos, el poder del Mundo, siempre actúa en círculos. Cielo, Tierra, Luna y Sol, estaciones, vida y muerte, viento, nación, etc., todos son círculos de poder. Y sólo conciben el cuadrado como la unión de las cuatro direcciones del Universo dentro de ese Círculo. Lo cual nos recuerda la “cuadratura del círculo” o la búsqueda de la perfección.
En el libro “La Doctrina Secreta de Anahuac”, del antropólogo contemporáneo Samael Aun Weor leemos lo siguiente: el águila triunfante posada sobre el nopal, devorándose a una serpiente, en el escudo de armas de
los Estados Unidos Mexicanos, no es más que la traducción fiel del glifo arcaico que otrora designara a la gran Tenochtitlan. El emblema mexicano no es otra cosa que la alegoría del Espíritu fusionándose con la materia, para que se cumpla el axioma hermético: “asciende de la Tierra al Cielo, (de la materia al espíritu) y desciende del Cielo a la Tierra. Recibe la fuerza de las cosas superiores y de las inferiores. Tendrás por este medio la gloria del mundo y toda oscuridad huirá de ti.
Pero, para lograr ser tragado por el águila, primero, el adepto debe ser tragado por la serpiente y esto último, no sería posible, sin la eliminación de las impurezas, por lo cual tiene que ser asistido por “ella” (la Serpiente Ígnea de nuestros mágicos poderes),
para aniquilar esas inmundicias y purificarse.
Al candidato al adeptado le esperaban siempre espantosas luchas, terribles batallas contra sus propias pasiones animales, personificadas en los múltiples “agregados psíquicos” o “elementos Inhumanos” que se deben reducir a polvareda cósmica, con el auxilio especial de la “mujer serpiente”, que entre el mismo simbolismo de los aztecas es Coatlicue, la del faldellín de serpientes y rostro de la muerte, es decir, la divina diosa Madre Muerte.
En el Antiguo México existían órdenes místico-guerreras, como las de los caballeros águilas y caballeros tigres,
que buscaba transformar a cada uno de sus adeptos en el sublime Quetzalcóatl (serpiente de plumas preciosas), o sea en el Águila que se ha tragado la Serpiente, como símbolo de la Unidad Múltiple Perfecta, es decir, fusionarlo a la Divinidad. Y continúa diciendo el V.M. Samael: el adepto, victorioso, se convierte en un «Hijo de la Serpiente», en una serpiente que debe ser tragada por el Águila del Espíritu (el Tercer Logos). El Águila de Anahuac, es el mismo Cronos Saturno, es Shiva, el «Primogénito de la Creación», el Ser de nuestro Ser, el archi-Hierofante y archi-Mago, nuestro divino Augoides, el Logoi Individual. La mitología griega considera a Cronos como uno de los dioses más antiguos, como un verdadero creador de dioses. Saturno-Cronos (el Águila Rebelde) se traga a la culebra (que se ha tragado a la conciencia) para transformarnos en dioses.
Si el germen no muere, la planta no nace; si la Serpiente no fuera tragada por el Águila Saturnina, nunca nos fusionaríamos al Real Ser. El Águila del Espíritu con sus vivientes plumas de oro puro, volando altanera por el firmamento estrellado, tiene la costumbre de cazar exclusivamente en los terrenos purgatoriales. Esa Águila Misteriosa se precipita terrible como el rayo para arrebatar el alma hacia las esferas del fuego universal. Ganímides transformado en águila fue transportado al Olimpo para servir de copero a los dioses.
A los pies de Júpiter-Zeus, padre de todos los dioses aparece el águila, como su emblemático símbolo, de majestad y poder. En Roma, durante la apoteosis del Emperador, era soltada un águila sobre la cabeza de este, para que con una rama de olivo o palma, se elevara al cielo como símbolo del alma y de la inmortalidad.
El águila participa también en muchos mitos sobre la creación del mundo, como símbolo del Logos, del fuego, que fecunda las aguas genesíacas (la serpiente) del primer instante, para que surja el Universo. Bicéfala, la vemos majestuosa como insignia de los emperadores bizantinos, en los diseños heráldicos y entre los grabados de los alquimistas medievales, como símbolo de la dualidad. Por último, diremos con gran énfasis, acompañando a Hermes Trismegisto: si separamos lo sutil de lo espeso, con gran industria, podremos elevarnos cual águilas altaneras hasta el Olimpo, morada de los dioses.
Colaboración de:
César Owen / España